Claudia Ramírez es vendedora de globos y desde hace dos semanas dejó de laborar por la contingencia sanitaria a raíz del coronavirus. Salir a las calles representa un riesgo para su salud, pero también significa una pérdida económica, ya que nadie quiere comprar sus globos y llenar diariamente estos artículos con helio ya no es redituable.
“No es que no que no queramos salir, pero nuestro helio es bastante caro, yo vendo globos en la plancha del zócalo y pues no hay nada de gente, sólo hay un compañero que sigue resistiendo esta contingencia con la venta, pero la verdad es que nadie compra”, dijo.
Por esta situación ya ha pedido ayuda al DIF municipal y estatal, pero en ninguna dependencia le han dicho si es acreedora a algún tipo de despensa o apoyo por parte de las autoridades.
Incluso tiene material que ya había comprado para vender en Semana Santa pero debido a que se cancelaron todas las actividades de esta festividad religiosa, todo su producto se le quedó.
“Andamos pidiendo apoyo y hasta prestado, de hecho, tengo material que se me quedó y espero que mi compañero que sigue saliendo a la calle pueda comprarme mis globos para solventar mis gastos, vivo al día y tengo más gastos ahora que mis hijos no van a la escuela”, compartió.
En la misma situación se encuentra José María Ramírez, él lleva tres semanas sin salir a vender globos, pues sus principales clientes son niños y parejas que disfrutan pasear en el Centro Histórico, pero por esta situación, nadie va al núcleo de la ciudad.
“Por la pandemia me he visto afectado, anteriormente las ventas ya estaban malas, pero salíamos adelante y ahora ya no tenemos nada. Los último que salimos ganamos 150 pesos al día que era para la comida y ahora no tenemos ni siquiera eso”, comentó.
José Nicolás Florencio fue el único globero al que se le pudo ver en las calles del corazón de la ciudad, aseguró que si sigue vendiendo es porque tenía un guardadito, pero ahora teme que las autoridades lo retiren por considerarlo vendedor ambulante y no vendedor tradicional. “Hemos salido afectados de la contingencia, las ventas bajaron al cien por ciento y ahora tengo miedo que nos retiren del zócalo por el coronavirus, yo creo que no nos matará el virus lo hará el hambre”, expresó.
De igual modo, la crisis económica a raíz del coronavirus llegó a las personas que venden burbujas, como Ivón Romero, quien no vende ni una sola botella de este producto desde hace 15 días y teme que no pueda hacerle frente a la contingencia.
“Salimos a trabajar, pero no hay ventas, todo está muy tranquilo y como no vendo nada en el zócalo debo de buscar otra cosa para llevar el sustento a la casa. Empecé a vender tortas, pero tampoco las compran, entonces no sé qué vamos a hacer”, concluyó.