La variabilidad del clima, impulsada por el calentamiento global, puede agudizar sus efectos indirectos nocivos sobre el sector primario y hacerlo mucho más vulnerable. Tan solo en la primera mitad del año la pérdida en la producción de alimentos en Puebla por fenómenos extremos ascendió a 13.7 millones de pesos, informó la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).
Heladas, lluvias y vientos fuertes, granizadas, inundaciones y sequías afectaron 7 mil 961 hectáreas en 54 municipios, el 25 por ciento del total.
Para Luis Miguel Munguía, especialista en contaminación del aire y cambio climático de la UPAEP, el clima variable, que incluye fenómenos extremos, como los que ocurrieron en el estado de enero a junio, está relacionado con el calentamiento global, porque cuando se eleva la temperatura no solo existe evaporación del agua del mar sino que también “hay variaciones de presión en la atmósfera”.
Es así que existe desplazamiento de masas de aire, que pueden ser polares, y eso ocasiona frío, y cuando existe alta humedad o una corriente de aire se eleva, se originan fuertes precipitaciones o granizadas, dijo.
En enero, de acuerdo con la Sagarpa en el estado, una helada siniestró 100 hectáreas de nopal en Acatzingo; en Cuautempan se dañaron 500 hectáreas de café y 139 en Tepetzintla; 115 de frutales en Tlachichuca, 120 en Teziutlán y 583 de maíz en Zaragoza.
En plena primavera, en el mes de abril, en Chilchotla una granizada acabó con 50 hectáreas de haba y de maíz, mientras que en Tepexi de Rodríguez fueron 100 hectáreas de maíz. Los vientos fuertes dañaron, además, 150 hectáreas en Xochitlán de Vicente Suárez de ese mismo alimento. En junio, por ejemplo, una sequía causó daños en 215 hectáreas de maíz en Zacatlán.
En la primera mitad del año, informó la Sagarpa, se afectaron, de igual modo, productos como calabacita, cilantro, lechuga, cebolla, aguacate, jitomate, frijol, así como durazno y papaya. La indemnización del seguro catastrófico fue de 13 millones 789 mil 850 pesos.
El especialista aseguró que, de no tomarse acciones conjuntas, es probable que los fenómenos hidrometeorológicos extremos no solo continúen sino que se agudicen y por eso hace falta la colaboración de todos, ya que existen fuentes de contaminación 900 veces más dañinas que el dióxido de carbono, como el carbono negro, que proviene de la mala carburación del automóvil, de las estufas o de los calentadores de gas.
“La mejor velocidad para circular es de 40 y 80 kilómetros por hora; si hay topes, cada vez que se pasa el tope, se genera una gran cantidad de contaminación por la inercia que tiene que usar el auto para volver a arrancar”, señaló Munguía.