La esperanza de obtener ganancias aceptables en una fecha importante como la de ayer, se desvaneció para los comerciantes que se instalaron en la zona del Calvario, al presentar una disminución de ventas entre el 30 y 40 por ciento en comparación a 2017, jugando en su contra la naturaleza debido a la lluvia registrada por la tarde alejando a los visitantes.
Atrás quedaron los años maravillosos donde instalar un puesto ambulante en la zona del Paseo de San Francisco representaba en automático ingresos importantes. Ahora, algunos logran dividendos mínimos mientras que otros valorarán su regreso el año siguiente por las pérdidas económicas.
Sin embargo, en los últimos tres años se mantiene el mismo número de espacios autorizados, entre mil 600 y mil 700 como fue el día de ayer, sin registrarse irregularidades notables salvo la venta de cigarros sueltos en un lugar o de aves, como loros, que están prohibidos por la autoridad federal.
Los comerciantes atribuyeron la caída dramática de las ventas a la situación económica del país sin dejar de lado la inseguridad, pues consideraron que las personas ya tienen miedo de salir a la calle por temor a un asalto. Además, la llovizna de ayer por la tarde fue otro factor que jugó en contra para alejar a los visitantes.
Aun así el flujo de personas fue constante aumentando posterior a las 13:00 horas, aunque en comparación a 2017 fue menor, conforme al recorrido realizado por El Sol de Puebla y cotejado con información de los mismos ambulantes.
Puestos de comida rápida, antojitos como chalupas, molotes, pescados fritos y memelas, fueron la constante en la zona del Calvario, aunque también hubo de carnitas, tacos de cabeza y árabes así como de surtido, para las personas que no profesan la religión católica que establece la prohibición de comer carne en Viernes Santo.
En el recorrido, los visitantes pudieron encontrar también puntos de venta de plantas, ropa, juguetes, llaveros, accesorios para celular, pan y golosinas, entre otros.
Peor les fue a los dueños de los juegos mecánicos, que pasado el mediodía todavía no podían operar porque no llegaba el proveedor de la planta de luz. Por esa razón el dueño del carrusel de caballitos le daba vueltas de forma manual para poder capturar algunos clientes y que sus ventas no se vieran tan afectadas.
Como cada año, el recorrido del tianguis del Calvario estuvo lejos de ser tradicional, no hubo venta de artesanías y la mayoría son productos chinos. Incluso hubo un puesto de artículos “japoneses” que llamó la atención entre los visitantes.
Eliza Meléndez y Saúl Ramírez, vendedores de chalupas y ropa deportiva, coincidieron que las ventas han caído entre 30 y 40 por ciento en comparación al año pasado, por lo que valorarán si conviene regresar el año próximo.
“Las ventas están bajas, es ya mediodía y casi no hemos vendido, otros años nos fue mejor, esperaremos que después de las tres de la tarde baje más gen-te para que al menos salgamos tablas”, expresó en torno esperanzador doña Eliza mientras sumergía tortillas chaluperas en el sartén repleto de aceite.
Mediante recorridos permanentes, inspectores municipales y el director de Desarrollo Político de la Secretaría de Gobernación municipal, Francisco Re-yes, lograron evitar la venta de películas y discos pirata pero la ropa a la ven-ta en algunas zonas no fue original.
También predominaron accesorios para celular: fundas, pilas externas, cargadores y protectores de pantalla así como bebidas conocidas como “rusas”.
Dada la reciente instalación del hotel de lujo Rosewood Puebla, los socios lograron evitar la instalación de vendedores en su entrada, a pesar que hace unos días ya se habían repartido los lugares.
Caso contrario fue con los restaurantes de la zona: La Chiquita, Las Carmelitas, La Abuelita, La Selva y el Ranchito, pues enfrente tuvieron la “competencia” como el caso de puestos de memelas, mole y tacos preparados.