Era la mitad de la década de los 80, cuando varios pobladores de Juan Crisóstomo Bonilla, observaron la primera alerta que anunciaba una baja en el nivel de agua en sus pozos artesanales y en los cuatro ameyales encargados de suministrar este líquido al trazo rudimentario de canales o “caños” que apoyaban la siembra de alfalfa y granos básicos, en tierras de temporal de la cabecera local y las juntas auxiliares Santa María Zacatepec, San Gabriel Ometoxtla y San Lucas Nextetelco.
Después del cambio de milenio, comenzó a vivirse otro fenómeno al interior de los hogares que generó más preocupación, porque el agua era más escasa y entonces la gente rascó más metros de profundidad a sus fuentes de abasto para garantizar el consumo básico de este recurso natural.
De ese momento a la fecha, la problemática alcanzó otras dimensiones, pues algunos pozos fueron secándose en su totalidad, como sucedió en la casa de un vecino de la Colonia San José Ángeles, con quien El Sol de Puebla, habló de este escenario y en uno de sus comentarios, resaltó “lo que conocí, ya no lo veo”.
Con 70 años de vida, el entrevistado, que prefirió no dar sus generales, pero si su testimonio, relata que este municipio tenía buenos mantos acuíferos y en su juventud veía como el agua de los volcanes llegaba limpia y en buena cantidad a los “ojos de agua”, donde la gente la usaba para regar sus tierras y hacer sus actividades domésticas.
Hoy, con nostalgia, afirma que este panorama desapareció de la historia de Juan Crisóstomo Bonilla, porque ahora los “caños” en lugar de tener agua, tienen hierba seca.
El comentario de este vecino, es compartido por muchos pobladores más de esta jurisdicción, quienes, al preguntarles, ¿Cuál fue la causa?, coinciden que fue la llegada de la empresa Arcoíris y después de la firma Bonafont, ambas dedicadas al embotellamiento de agua para su comercialización en diferentes presentaciones.
Fue en el año 1985, cuando aseguran, Arcoíris comenzó operaciones en la colonia San José Ángeles y tras varios años, en el 2000, cambió de nombre a Bonafont.
De ahí, todos los días veían entrar y salir tráileres, doble remolque, repletos de garrafones de 20 litros cada uno y paradójicamente, en ese tiempo atestiguaron como el agua que corría por los canales localizados entre las tierras de cultivo, se quedaron sin ella, los árboles empezaron a secarse y como en varias casas, la gente tapó sus pozos, con láminas y tablas de madera, para evitar accidentes, pues sus espejos habían desaparecido y ahora representaban un riesgo mayor.
Lo anterior, los llevó a sumarse a la petición del cierre definitivo de las instalaciones de la planta embotelladora, a finales del mes pasado, pues refieren que el agua está cada vez más escasa, al grado de que muchos han dejado de criar animales para priorizar el consumo humano.
“Antes de que llegará Arcoíris, nosotros teníamos agua para nuestros animales y para la casa en abundancia, pero llegó esta empresa y bajó el nivel de agua, pero, aunque sea algo sacábamos, pero ya con Bonafont bajó casi al 90 por ciento o más, y esa es nuestra inconformidad, que ya no tenemos agua, no decimos otra cosa, sino sólo la verdad”, reiteró el poblador.
BONAFONT TRABAJA DÍA Y NOCHE
“Ya se sacaron los mantos acuíferos por la sobreexplotación, por mi edad conozco la región y los ameyales que conocí de joven, ya desaparecieron y en ellos había ranitas, viboritas y todo lo que era de la naturaleza, pero la empresa llegó y se ha perdido todo eso y ojalá el gobierno nos tomará en cuenta (…) a nosotros nos gusta el progreso y que bueno que exista, pero esta empresa si nos afectó bastante y ahora vamos por agua en dotes o toneles que nos regala un vecino que tiene más”, externó el poblador, quien continuó compartiendo sus experiencias en el tema.
Sentado sobre las láminas que usó para tapar su pozo, expresó que cuando lo excavó tenía 38 metros de profundidad, pero luego agrego cinco metros más, con la esperanza de encontrar más líquido, hecho que no sucedió porque terminó secándose.
Comenta que una problemática en Juan Crisóstomo Bonilla, es la falta de redes de agua potable, porque sólo la comunidad de Santa María Zacatepec, tiene este servicio.
En ello, radica la importancia la defender los mantos acuíferos del municipio, porque es triste ver como los lugares donde brotaba y circulaba el agua, ya están secos y eso se debe a que la empresa Bonafont, trabaja de “día y noche”.
AMEYALES, YA SÓLO EN LA MENTE DE LOS POBLADORES
Al recorrer, dos de los cuatro ameyales de Juan Crisóstomo Bonilla, el entrevistado, quien además aceptó guiarnos en esta visita, con nostalgia relató “ahí donde está el alcatraz, salía el agua que venía de la zona de los volcanes, ahora como pueden ver ya no hay, están secos los caños y pues los campos están esperanzados al agua de lluvia para dar siembras”.
Esta zona se conoce como “Pajuaca” y antes era rica en agua, porque la gente la aprovechaba para regar sus cultivos y eso hizo, que, en muchos años, la tierra arrojará producciones de alfalfa y hortalizas, escenario que ahora es diferente.
ENTRADA DE BONAFONT, CONVERTIDA EN MURAL DE EXPRESIONES Y PROTESTAS
Lo antes descrito, hizo que el día 22 de marzo, un grupo de pobladores de Juan Crisóstomo Bonilla, que además contó con vecinos de la jurisdicción de San Pedro Cholula, encabezara una protesta para pedir la salida de Bonafont de este territorio.
El reclamo argumentado de los participantes, fue que, de los 8 mil pozos artesanales en igual número de viviendas, unos 5 mil ya se encuentran secos y el resto, presentan bajos niveles.
Días después, a los pobladores se unieron otros grupos que defienden el agua y anunciaron un plantón por tiempo indefinido.
“Ante el despojo, el camino es la resistencia y la rebeldía”, se puede leer en letras mayúsculas en el letrero colocado en la entrada principal de esta fábrica, cuando antes promocionaba la marca de la misma.
Mientras que, en la pequeña explanada de esta firma, se observan manteados instalados por los pobladores inconformes, quienes en un punto pusieron casas de campaña y en otros varias sillas, donde pernoctan, al hacer guardia permanente.
Justo en la entrada de Bonafont, resalta un altar donde cuatro imágenes religiosas acompañan este plantón, aun cuando la empresa Bonafont ha calificado de ilegal y arbitrario este protesta.
PESE A ACTOS INTIMIDATORIOS NO RETIRARÁN EL PLANTÓN
Otros pobladores que apoyan el movimiento de defensa iniciada por el agua, señalan que no desistirán de este objetivo, porque permanecerán en plantón, aun cuando ayer se tuvo el primer acto intimidatorio ejercido por autoridades ministeriales.
Refieren que, por la mañana, agentes de esta corporación quisieron detener a uno de compañeros de ideales mientras se dirigía al punto de protesta, pero reaccionó y comenzó a pedir ayuda, haciendo que los ministeriales desistieron de su intención.
“Estamos organizados y unidos y seguiremos defendiendo el agua, no pedimos nada más, sólo defendemos el agua del pueblo”.
Y con ello, afirman que no dejarán que Bonafont perfore mas pozos profundos de hasta 150 metros, porque eso provocó este panorama, aun cuando sus representantes digan que no es así, pues a la fecha, ni siquiera han mostrado públicamente si cuentan con permiso de Conagua para hacer este aprovechamiento.