Desde pequeños trazos hasta búhos y cráneos, son algunos de los diseños que Brandon Burgos, un niño de tan solo 11 años de edad ha plasmado en la piel de las personas, esto bajo la supervisión de su padre y ejemplo a seguir, Jesús Burgos, quien tienen el estudio JB Tatto.
Para Brandon, el interés por tatuar surgió cuando tenía 9 años. Lo hizo mientras veía trabajar a su padre y al mismo tiempo desarrollaba su gusto y talento por el dibujo, mismo que lo llevaría a realizar más de 20 tatuajes a su corta edad.
COMENZO PRACTICANDO CON CÁSCARAS Y PIEL SINTÉTICA
Inició ayudando a su papá a preparar la mesa de trabajo en el estudio y tiempo después lo apoyaría a realizar el esténcil, la planilla base para un tatuaje, que a decir del menor, es el proceso más importante y difícil en la elaboración del diseño, pues las líneas deben de tener la precisión adecuada para llevarlo a la piel.
Un año después, el pequeño empezó a practicar en cáscaras de fruta y piel sintética, para que, posteriormente, aún con el nervio presente realizara su primer tatuaje: el antebrazo de su padre sirvió como lienzo humano para hacer un cráneo de 10 centímetro.
“Empecé armando mesas, haciendo esténcil hasta que un día le pregunté a mi papá si me podría enseñar y me dijo que sí, pero que la condición era que sacara buenas calificaciones en la escuela. Comencé practicado en cáscaras de fruta, hasta que un día hice mi primer tatuaje en el antebrazo de mi papá”.
Para el niño, el arte del tatuaje es solo un pasatiempo que lo ayuda a relajarse y distraerse, mismo que realiza en su tiempo libre, pues asegura que por ahora lo más importante es sacar adelante la escuela y tener buenas calificaciones, ya que su deseo es ser parte de la Marina.
Brandon no descarta la posibilidad de que su padre le haga un tatuaje, situación que le traería mucha satisfacción. “siempre hemos estado juntos, somos él y yo, es un gusto que tenemos en común”.
En voz del pequeño tatuador poblano, es importante romper con los tabúes que rondan entre las personas que tienen y hacen tatuajes, pues en muchas ocasiones son catalogarlos como delincuentes, drogadictos o vagos.
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LA ALEGRÍA DE PAPÁ
Jesús Burgos comentó que su hijo no solo sabe usar la aguja en la piel, sino que también se ha preparado teóricamente para hacer un mejor desempeño, pues ha leído libros que hablan sobre los protocolos de higiene, primeros auxilios, entre otros temas que ayudan a tener un mejor diseño y trabajo.
Para el padre y guía del menor, el hecho de que Brandon también forme parte del mundo del tatuaje es sinónimo de alegría y orgullo, pues, aunque deja en claro que esto es solo un pasatiempo, ya que compartir los mismos gustos le causa emoción.
“Me siento muy contento, yo no lo obligo, el lo toma como un distractor y yo me siento muy contento y orgulloso porque hay mucha gente que no lo creía, pensaban que no era cierto. Lo veo feliz, es una sensación muy bonita que salga de él que quiera tatuar (…) Yo lo voy a apoyar hasta donde él me diga”.
Al tiempo, aseguró que es fundamental poner atención e incentivar los “destellos” de talento que puedan tener los infantes. “Nosotros tenemos que ver aquellas cositas que los niños tienen ahí, en ocasiones no nos damos cuenta y se quedan atrás, olvidados que en un futuro podría ayudar a los niños”.