Cómodamente sentado en el sillón del pequeño vestíbulo queantecede a su espacioso estudio, cobijado por una atmósfera queinvita a la inspiración, con música clásica de fondo mientras sugatita “Tigra” merodea en busca de caricias, José BayroCorrochano nos recibe para entablar una agradable charla acerca desu vida y su carrera.
Bayro, artista plástico nacido en Cochabamba, Bolivia,nacionalizado mexicano y avecindado en Puebla desde hace muchosaños, cuenta que desde pequeño ya estaba planeado que al terminarla preparatoria se fuera a otro país para estudiar una carrerauniversitaria y así tener mayores posibilidades de un mejorfuturo. Además, debido a un golpe de estado militar en 1981estaban cerradas todas las universidades en el Cono Sur, por locual muchos jóvenes debieron salir de su país.
Desde niño siempre quiso ser artista. Su familia y amigos ledecían que se iba a morir de hambre y le aconsejaban estudiar algoseguro. Así, a los 21 años llegó a México –después que sushermanos Mauricio y Ramiro—para inscribirse en la carrera deArquitectura en la UNAM, pero no olvidó su vocación y estudiódespués la maestría en Artes Visuales en la Academia de SanCarlos. Asegura no arrepentirse de haberestudiado Arquitectura, aunque nunca la ejerció, pues gracias aesto él no es un artista típico y maneja su estudio más como undespacho, a sus coleccionistas les pide que lo vean como a unconsultor que les ayuda a formar su colección.¿CÓMO HA LOGRADO VIVIR DEL ARTE?
El maestro Bayro afirma que esto ha sido posible gracias alhambre, a mucha disciplina, a su tozudez y al apoyo de suscoleccionistas. Narra que recibió un dinero de su familia paravenir a estudiar a México, pero ha hecho su carrera con muchotrabajo; como extranjero y como joven, tuvo que esforzarse y hacermuchas exposiciones. En la Ciudad de México exponía cinco vecesal año, movía mucha obra y conocía gente. A veces lo sacaban apatadas de las galerías, entonces iba a otras y fue muypersistente, hasta que la gente lo comenzó a tomar en serio.
Añade que él ve su carrera como una actividad profesional,trata de ordenarse, de tener economía sana y afirma que todo sebasa en la confianza que la gente le tiene, pues utiliza losmejores materiales y no le toma el pelo a nadie.
“Por ejemplo, hay gente que me dice que vio un cuadro enalgún lugar y me piden hacerles uno igual, ¡no, imposible!,porque hay que respetar a la gente que te apoya. Ese tipo decosas son los pequeños ladrillos que hacen que uno vayaconstruyendo su carrera”.
Al preguntarle quiénes son sus coleccionistas, por razones deseguridad prefiere mantener los nombres en privado, pero comentaque son muy buenos amigos, que siempre le apoyan, los respeta entodo momento y agradece su respaldo.
A sus alumnos –da clases cada 15 días en su estudio—y aotros jóvenes que quieran dedicarse a la plástica les recomiendaleer el libro “El arte de vivir del arte”, de FelipeEhrenberg.
¿QUÉ LE GUSTA DE MÉXICO?Además del parecido con su país, la comida y lacalidad de vida que se tiene en Puebla, algo que le agrada es queaquí el arte es una industria, pues hay muchísima gente que vivede eso, y no solamente los artistas sino las personas alrededor deellos, como marqueros, joyeros, fundidores, papeleros.
“Esto es fantástico porque ni en Europa, ni enEstados Unidos se da ese fenómeno, sobre todo para la gente jovenque está emergiendo; en otros países es mucho más duro, losartistas tienen que tener dos o tres trabajos para más o menoshacer algo”, afirma Bayro.
HABLA DE SU OBRA
Bayro asegura que al planear sus obras lo hace por temas quedesarrolla: grupos de gente, mujeres, hombres, espacio, naturalezamuerta. De vez en cuando le hacen algún encargo, pero siempre debeexistir el efecto sorpresa: “es mi paleta y nada de que ‘misofá es verde, ponle por favor tantito verde al cuadro…’, esal revés, primero el cuadro y luego te compras el sofá”, diceen tono de broma.
En sus pinturas y esculturas siempre está presente el rostrocaracterístico de Bayro; el artista recuerda que éste surgiógracias al consejo de Francisco Corsas, quien desde que comenzabasu carrera le dijo que si quería ser artista debía tener unlenguaje personal desde el principio. Comenzó a trabajar en ello,definió una paleta y sus personajes, y gracias a ellos es que lagente ya identifica un Bayro.
Acerca de la nariz “chueca” característica de sus obras,dice que no es que esté chueca, “es que es un frente y un perfilal mismo tiempo; son los mismos pies, las mismas manos que serepiten; incluso cambio la izquierda a la derecha y la derecha a laizquierda, los brazos tienen dos codos (…), es un universo que hetratado de que sea personal”, explica.
¿CUÁLES SON SU OBRA Y EXPOSICIÓN MÁSIMPORTANTES?
Sin duda una de sus obras emblemáticas es “El Hombre azul”,ubicada en el Paseo de San Francisco, aquí en la ciudad de Puebla,y que recientemente cumplió 10 años. El artista la ha promovidopor varios medios, por internet, ha logrado que se incluya enlibros de texto gratuitos y hasta en la Lotería Nacional.
¿Qué representa el hombre azul?
“Es el inmigrante, como yo; como los primeros pobladores quellegaron a Puebla y se instalaron en esa zona (de Analco); son lostrabajadores, los artesanos, que con nada más que con sus manostransforman el material, generan una economía y sobreviven; es elpersonaje del mundo, sin partido político, sin religión, ninacionalidad, un emigrante”.
En cuanto a exposiciones, dice que varias han sido increíblespero uno de sus proyectos más completos estuvo en el CentroCultural Universitario de la BUAP cuando se inauguró su escultura“La pareja del trompo” (23 de abril de 2013), acompañada poruna muestra de 99 piezas. La obra de Bayro seincluye al lado de artistas de la talla de José Guadalupe Posada,Rufino Tamayo, Juan O’Gorman, Remedios Varo, Juan Soriano,Francisco Toledo y Carlos Mérida, por mencionar algunos, en ellibro “Maestros de la Imaginación”, de Lupina Lara, que seacaba de presentar el 18 de octubre, que consta de 10 milejemplares distribuidos en todo el país, con una recopilación deltalento de 100 importantes Maestros de los siglos XX y XXI.Acerca de su presencia en este libro afirma sentirse muy afortunadoy considera que no es una sorpresa para él, porque es laconsecuencia de muchos años de trabajo. “Tengo laresponsabilidad de seguir trabajando y empujando mi obra; asícuando en algunos siglos alguien diga: ‘¿quién es Bayro?’,ahí están los registros y eso es lo más importante”.