A primera vista, es uno más de los hoteles que hay en Puebla, pero si te asomas a ver los detalles, te podrás dar cuenta que es un sitio histórico, en el que antaño, decenas de trabajadores formaban una factoría de aguas minerales y bebidas de sabores que durante el siglo XIX eran degustados por los antiguos poblanos, quienes todavía veían correr el río San Francisco.
Se trata del hotel boutique La Purificadora, que tomó el nombre remontándose a la historia de la casa “J. E. Latisnere”, que fue fundada en 1884 por un francés del mismo nombre, la cual se convirtió en una fábrica de aguas minerales. Después, al cambiar de dueños, el inmueble se denominó Embotelladora La Superior.
Algunas de sus paredes y acabados revelan secretos del pasado; ver desgastes con grabados originales o estructuras tubulares transportan al visitante a otra época. Sin embargo, se aprecia un contraste que llama la atención: arquitectura moderna con detalles que tienen hoteles internacionales.
A la entrada de La Purificadora hay una pequeña colección de garrafas antiguas, lo que da un estilo vintage al lugar. El hotel no solo es de acceso para quien puede pagar desde 185 dólares por noche más impuestos (unos 4 mil pesos), sino que cualquier persona puede acceder para tomar un café, unos tragos o degustar algo en su restaurante, con carta actualizada.
“RENOVARTE O MORIR”
Manuel Otazo, gerente general de La Purificadora, recuerda que el Grupo Habita adquirió la propiedad y durante mayo de 2007 lo transformó en un hotel boutique. La obra que representa este diseño, fue trabajo del finado arquitecto Ricardo Legorreta, quien incrustó conceptos de modernidad en el edificio que por años había permanecido abandonado.
Una cascada artificial integrada a las escaleras, piso de piedra, espacios abiertos, una chimenea, olor a madera y rosas rojas, son elementos de este lugar ubicado en San Francisco, zona contigua al Centro Histórico de Puebla.
Entre la decoración en colores púrpura, blanco y negro, el administrativo explica que será difícil hacer una ampliación o modificación al diseño, debido a que se busca salvaguardar la intervención que hizo Legorreta. Sin embargo, reconoce que por el aumento de la oferta hotelera, por los efectos políticos y económicos, por el sismo de 2017 y otros factores, es importante que el hotel boutique implemente nuevas estrategias para la atracción de clientes.
Este hotel, que es vecino de los jardines de San Francisco y desde el que se aprecia la parroquia colonial del mismo nombre, abre sus puertas del restaurante, del spa o del rooftop. Se planea que para próximas fechas, el hotel pueda ofrecer tours gastronómicos o turísticos que estén incluidos en los paquetes que pagan los clientes; también se continuará con las catas de vino y con las amenidades que tienen disponibles, como el gimnasio, la piscina y el jacuzzi.
Este hotel está incluido dentro del programa Tesoros de México. Lo mismo es una empresa que oferta servicios al cliente, que una gota de la historia mexicana.
Dicho programa existe para reconocer a los hoteles y restaurantes en los que tanto visitantes nacionales como extranjeros pueden vivir la mexicanidad, por la cultura, tradición y autenticidad; esto, teniendo como marco la arquitectura y la decoración, que mezclan modernidad y lo antiguo.
Otazo explica que este lugar genera 60 empleos directos y hasta 180 indirectos aproximadamente.
Con 26 habitaciones que dan servicio personalizado, el hotel también se da la oportunidad de hacer altruismo, pues separa todos los desechos, para entregar los que pueden reciclarse a la fundación Todos los Colores, que apoya a personas con VIH.
