/ viernes 8 de mayo de 2020

Cambian el volante por la cocina a falta de empleo por el Covid-19

Desde hace más de 67 días, un grupo de 530 personas, se quedaron sin labores porque la pandemia obligó a cancelar el turismo

Debido a la falta de trabajo por la contingencia del Covid-19, conductores independientes de turismo en Puebla se han visto en la necesidad de vender desayunos y otros productos en el camellón del bulevar Norte y la 36 poniente. Esto, para llevar el sustento a sus familias, ya que aseguran que el gobierno del estado les ha negado todo tipo de ayuda.

Desde hace más de 67 días, un grupo de 530 personas, entre choferes, promotores de agencias y venta de viajes, se quedaron sin labores porque la pandemia los obligó a cancelar las salidas que tenían al interior de la república mexicana, dijo Martín Flores Suárez, conductor de autobuses de turismo y uno de los líderes que encabeza este grupo que se integra por alrededor de 30 desempleados.

“Nos acercamos al ayuntamiento y nos recibieron nuestro pliego petitorio, pero luego de mandarnos a varias Secretarías, al final nos dijeron que no nos iban a ayudar, que nos manifestáramos e hiciéramos lo que quisiéramos, porque, aunque su obligación es escucharnos, no nos iban a apoyar”, comenta.

Ante tal respuesta, él y otros conductores, además de coordinadoras de viajes, mecánicos y eléctricos, tomaron la decisión de salir a vender comida. Y es que no solo su rubro se vio afectado, sino también aquellos negocios que dependen del mismo, como los mecánicos, los tapiceros o los eléctricos, pues como toda máquina, si los autobuses no ruedan, no se descomponen y no hay trabajo para los demás.

LA VENTA

Desde hace tres días, se juntan de las 7 de la mañana a las 12 del día para ofertar productos como cocteles de fruta, cuernitos, agua embotelladas, refrescos, manzanas y cacahuates, con precios que oscilan entre los 5 y 20 pesos.

“Dentro de toda esta venta, también podemos agradecer a uno o dos dueños de turismo que se han tocado el corazón y nos han apoyado en poner el capital para poder hacerla posible”, expresa Carlos Sosa de 45 años de edad, otro conductor de autobús de turismo que también sale a las calles, puesto que tiene que mantener a su esposa y a sus tres hijos.

Al igual que Martín y Carlos, Maribel Conde es otra de las afectadas, una madre soltera de 39 años de edad que tiene a su cargo dos hijos y un nieto, pero que, a diferencia de los choferes, ella es coordinadora de viajes escolares y también sufre los estragos de la contingencia sanitaria debido a que todo lo programado para marzo y abril –por el día del niño- se canceló. “Yo ya voy para dos meses de renta que debo y no tengo otro medio de ingreso”, expresa.

Con una mesa para colocar la mercancía, un carrito para trasladar y carteles en los que explican su situación y exigen asistencia al gobernador Miguel Barbosa, los ahora vendedores salen optimistas, muy a pesar expresan sentirse temerosos al contagio, pues el contacto con las personas y el exterior, los hace más vulnerables a contraer coronavirus.

“No tememos a que las autoridades nos levanten, tenemos miedo a salir porque nos estamos exponiendo físicamente y podemos terminar infectados. Usamos cubrebocas y gel antibacterial, sin embargo, nos da miedo que, por querer sacar adelante a nuestras familias, la terminemos contagiando”, enuncia Martín.

Finalmente, todos hacen un llamado al gobierno para nuevamente pedir su ayuda, y también a la ciudadanía para pedirles su apoyo con compras o con algún tipo de donación.

Debido a la falta de trabajo por la contingencia del Covid-19, conductores independientes de turismo en Puebla se han visto en la necesidad de vender desayunos y otros productos en el camellón del bulevar Norte y la 36 poniente. Esto, para llevar el sustento a sus familias, ya que aseguran que el gobierno del estado les ha negado todo tipo de ayuda.

Desde hace más de 67 días, un grupo de 530 personas, entre choferes, promotores de agencias y venta de viajes, se quedaron sin labores porque la pandemia los obligó a cancelar las salidas que tenían al interior de la república mexicana, dijo Martín Flores Suárez, conductor de autobuses de turismo y uno de los líderes que encabeza este grupo que se integra por alrededor de 30 desempleados.

“Nos acercamos al ayuntamiento y nos recibieron nuestro pliego petitorio, pero luego de mandarnos a varias Secretarías, al final nos dijeron que no nos iban a ayudar, que nos manifestáramos e hiciéramos lo que quisiéramos, porque, aunque su obligación es escucharnos, no nos iban a apoyar”, comenta.

Ante tal respuesta, él y otros conductores, además de coordinadoras de viajes, mecánicos y eléctricos, tomaron la decisión de salir a vender comida. Y es que no solo su rubro se vio afectado, sino también aquellos negocios que dependen del mismo, como los mecánicos, los tapiceros o los eléctricos, pues como toda máquina, si los autobuses no ruedan, no se descomponen y no hay trabajo para los demás.

LA VENTA

Desde hace tres días, se juntan de las 7 de la mañana a las 12 del día para ofertar productos como cocteles de fruta, cuernitos, agua embotelladas, refrescos, manzanas y cacahuates, con precios que oscilan entre los 5 y 20 pesos.

“Dentro de toda esta venta, también podemos agradecer a uno o dos dueños de turismo que se han tocado el corazón y nos han apoyado en poner el capital para poder hacerla posible”, expresa Carlos Sosa de 45 años de edad, otro conductor de autobús de turismo que también sale a las calles, puesto que tiene que mantener a su esposa y a sus tres hijos.

Al igual que Martín y Carlos, Maribel Conde es otra de las afectadas, una madre soltera de 39 años de edad que tiene a su cargo dos hijos y un nieto, pero que, a diferencia de los choferes, ella es coordinadora de viajes escolares y también sufre los estragos de la contingencia sanitaria debido a que todo lo programado para marzo y abril –por el día del niño- se canceló. “Yo ya voy para dos meses de renta que debo y no tengo otro medio de ingreso”, expresa.

Con una mesa para colocar la mercancía, un carrito para trasladar y carteles en los que explican su situación y exigen asistencia al gobernador Miguel Barbosa, los ahora vendedores salen optimistas, muy a pesar expresan sentirse temerosos al contagio, pues el contacto con las personas y el exterior, los hace más vulnerables a contraer coronavirus.

“No tememos a que las autoridades nos levanten, tenemos miedo a salir porque nos estamos exponiendo físicamente y podemos terminar infectados. Usamos cubrebocas y gel antibacterial, sin embargo, nos da miedo que, por querer sacar adelante a nuestras familias, la terminemos contagiando”, enuncia Martín.

Finalmente, todos hacen un llamado al gobierno para nuevamente pedir su ayuda, y también a la ciudadanía para pedirles su apoyo con compras o con algún tipo de donación.

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