El pasado 25 de marzo inició la travesía de más de mil personas oriundas de países como El Salvador, Guatemala, Venezuela y Haití para llegar a los Estados Unidos.
Desde su inicio, manifestaron que su trayecto se realizaría a pie, pasando por estados como Chiapas, Oaxaca y Puebla, lugar al que llegaron el pasado sábado, recibiendo poca atención por parte de autoridades locales, observadores de derechos humanos, universidades e iglesia, aun llevando acompañamiento de la policía de los diferentes estados por lo que pasaron, la Guardia Nacional y muy de cerca el convoy del personal de migración.
Este último grupo es lo que los frenó para acudir a la iglesia de San José de los Lagos y poder recibir atención, a cambio pasaron dos noches sobre las vías del ferrocarril en los andenes de la empresa Ferrosur, con la esperanza de poder trasladarse con rumbo al norte en alguno de los vagones, ciudadanos voluntarios les ofrecieron alimento y agua, y a su vez algunos buscaron ayuda en la carretera, incluso los niños pedían ayuda. Los migrantes centroamericanos llevan días sin poder tener un baño que los ayude a mitigar las altas temperaturas.
Todos ellos tenían fecha y hora para poder dejar la entidad. Y así aconteció.
El pasado 24 de mayo, a la una de la tarde llegaron alimentos compartidos por restauranteros que se repartieron entre los vagones abarrotados por niños y mujeres que tenían horas abordo para no perder su lugar y correr peligro. Agradecidos se despidieron de quienes les compartieron comida y ropa.
Acompañados de una cruz de madera iniciaron su recorrido el cual fue interrumpido a la altura de Soltepec por personal de migración, sin que al momento se sepa más. Y es en estos momentos en los que se extraña el trabajo del padre Gustavo Rodríguez Zárate a favor de las personas migrantes.