Aunque en Navidad y Año Nuevo suele disminuir el trabajo para las sexoservidoras, este año se complicó más por la contingencia sanitaria a raíz del coronavirus, las mujeres que se dedican a esta actividad consideran que la baja se debe a que les exigen a los clientes usar todo el tiempo cubrebocas y por la mala economía de este 2020.
En entrevista con este medio, la representante de la Unificación de Sexoservidoras de Puebla, Lourdes Hernández “La Lulú”, compartió que son tiempos difíciles para este tipo de trabajo, ya que los clientes optan por estar con sus familiares en vez de recurrir a sus servicios. Además, la crisis económica derivada de la Covid-19, se ha sumado a que sus visitantes sean más escasos.
No quiso dar una cifra concreta, pero puso como ejemplo que, si en un día llegaban a ganar 2 mil pesos, actualmente dicha cifra pasó a 300 pesos, es decir, que no está siendo redituable su trabajo y sólo están ganando para “sobrevivir”, comer y pagar gastos vitales en su hogar.
Asimismo, cree que otro factor que ha influido para que los clientes ya no las busquen tanto, es que les piden usar el cubrebocas en todo momento y si ellos se rehúsan, no tienen relaciones sexuales. Además de este producto sanitario, les piden que se laven las manos y consigo llevan aerosol desinfectante para rosearlos y limpiar el cuarto en donde tendrán actividad sexual.
“Nosotros les pedimos que usen cubrebocas, si se los quitan, paramos y no les damos su servicio. Si ellos no llevan, se lo proporcionamos, pero les decimos que lo tienen que portar en todo momento, además de cuidarnos, así lo preferimos porque a algunos les huele muy feo la boca”, compartió.
También compartió que ellas no fueron acreedoras de las despensas que otorgó el Ayuntamiento de Puebla y desconoce a qué grupo o cómo fue el proceso para poder tenerlas. De igual modo, informó que han sido víctimas de violencia por parte de los comerciantes de la vía pública y aunque esta situación sí la han reportado con las autoridades locales, han hecho caso omiso.
“Nos dicen que nos vayamos, que la calle es suya, son groseros con palabras y acciones porque nos hablan mal y empujan, pero no hay una regulación y por eso esperamos que el próximo año las autoridades tomen cartas en el asunto para que esto no se salga de control”, concluyó.