“Regreso con bastante miedo, no sé si pueda llevar el virus a mis chiquitos”, comentó Ana, una joven madre de 27 años quien se incorporó este sábado a trabajar después de que la emergencia sanitaria por coronavirus obligó el cierre por cuatro meses su lugar de empleo: una tienda de ropa, en el Centro Histórico de Puebla.
Ana es muy precavida, lava sus manos y tiene a su alcance el gel antibacterial, porque no quiere contagiarse de Covid-19, y mantiene su fe: “Primero dios no nos va a pasar nada, pero hay que cuidarnos”, añade.
“Yo soy la única que ve a mis niños, salgo a la calle con mucho miedo. En el trabajo ya nos capacitaron para prevenir enfermarnos”.
La nueva normalidad por SARS-Cov-2 cambiará su rutina laboral, ahora, cada vez que regrese a casa tiene que sanitizarse, meter en bolsa su ropa y bañarse: “sólo así poder convivir con mis familiares”.
Durante 120 días que estuvo cerrado el negocio donde labora, la joven tuvo que dividir su sueldo –que por pandemia ya era del 50%– para poder sostener su hogar y a sus dos hijos. Cada día fue difícil y hasta con limitaciones para alimentarse, para así poder pagar la renta del sitio donde vive, entre otros servicios como energía eléctrica.
“Tuve que aguantar un poquito el hambre, pero los niños si comían. Había días que no me alcanzaban las monedas. Hubo muchas limitaciones. En un desayuno se gasta uno hasta 200 pesos, hubo muchos problemas que espero que ahora se compongan”.
El coronavirus le deja a Ana que debe de vivir al máximo el tiempo con su familia y extraña esas reuniones con su mamá para demostrarle su cariño. “Es injusto que por salir a buscar para comer te contagies, o mueras, por eso deben de mantenerse los cuidados y prevenir”
“HAY QUE SER MUY RESPONSABLES”
Isaac Sánchez Meza, de 18 años, también tuvo una reducción en su salario y trabajó con días diferidos en una zapatería, ubicada en el pasaje municipal. Para este retorno de actividades, dice que refuerzan las medidas de seguridad sanitaria, pues está consiente que el coronavirus no tiene cura.
“Hay que tener las medidas de cuidado, ahora que ya tenemos a nuestros clientes de nuevo, con este flujo. Hay que ser muy responsables de esto para que todo salga bien”.
El cubre bocas no deja ver su sonrisa, pero Isaac comenta muy optimista al mejorar sus ventas de calzado este fin de semana.
“Me siento bien, tranquilo, es bueno tener las cortinas abiertas otra vez, que la gente pueda entrar, comprar su calzado, me hace sentir bien (…) Hoy llevo como 10 clientes atendidos, cuando estaba cerrada la cortina por la pandemia eran como 3, hay una esperanza para reactivar la economía familiar”.
En los últimos cuatro meses, relató que él y su familia tuvieron que hacer algunos ajustes para sus gastos. “Mucha gente no cree en el coronavirus, mucha gente se pone a pensar hasta que alguien de su familia le toque, que no debe ser, ni se desea a nadie. Hay que cuidarnos y evitar que no nos dé, es un virus nuevo y sin cura, aún no sabemos las secuelas qué va a dejar”.