Con la bandera a media asta, pintas de jóvenes encapuchados en mobiliario urbanos y comercios y una serie de reflexiones desde la visión del politólogo Manuel Díaz Cid, se conmemoró el 50 aniversario de la masacre de estudiantes del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco.
Por la mañana, en el Zócalo capitalino, la presidenta municipal electa de Puebla, Claudia Rivera Vivanco; la diputada local, Nora Escamilla, y el diputado federal, Guillermo Aréchiga, todos emanados de la coalición “Juntos Haremos Historia”, rindieron homenaje a los jóvenes muertos y desaparecidos en la Plaza de las Tres Culturas por orden del entonces presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz.
Acompañados por Armando Domínguez, miembro de la Brigada 68, el grupo de jóvenes atacados en aquel año, Rivera Vivanco se comprometió a eliminar el nombre del expresidente de calles y escuelas de Puebla capital y aseguró que hasta la fecha es una herida abierta que inspira a promover la transformación social y combatir el autoritarismo en el presente y futuro, mientras que la diputada Nora Escamilla resaltó que el movimiento estudiantil de aquel año marcó una pauta en la historia de la lucha social en México y que continúa alimentando el deseo de un mejor país.
MANIFESTACIÓN ESTUDIANTIL
Más tarde, jóvenes de diferentes escuelas y facultades de la BUAP iniciaron una manifestación en Ciudad Universitaria, que se hizo presente por todo el campus y se prolongó hasta el zócalo capitalino.
En las calles, los universitarios condenaron el homicidio de los estudiantes de 1968 así como la reciente desaparición hace cuatro años de los 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, los feminicidios y actos de represión que hasta la fecha se ejecutan contra jóvenes y líderes sociales. Entre ellos también se manifestó el Contingente Feminista a favor de la legalización del aborto.
A la par, un grupo anónimo de alrededor de 10 jóvenes, todos encapuchados, tomaron la delantera del contingente estudiantil y vandalizaron mobiliario urbano como paraderos y ciclovías, además de tiendas de conveniencia, comercios y algunos bancos, desde las inmediaciones de Ciudad Universitaria y hasta el Centro Histórico , especialmente en la Fiscalía General del Estado (FGE) y los paraderos en construcción y carril confinado de la línea 3 de la Red Urbana de Transporte Articulado (RUTA) ubicados a lo largo del Bulevar 5 de Mayo.
Todos, concluyeron su manifestación con un mitin en el Zócalo capitalino.
ENTRE EL MITO Y LA REVOLUCIÓN
Mientras que en la UPAEP, los académicos Jorge Arrazola, Juan Carlos Canales y René Valdivieso, abordaron la masacre de estudiantes de 1969 a partir del libro “México 1968” del maestro recién fallecido, Manuel Díaz Cid.
En sus exposiciones, argumentaron acerca de la trascendencia del movimiento, los dos primeros considerando que se trata de un mito que no obstante, reveló el autoritarismo de la época, mientras que el último, subrayó que su causa es en la actualidad tan vigente como hace 50 años.
Y es que a decir de Arrazola, el atentado a los universitarios sí fue un parteaguas en la lucha social aunque sus efectos políticos no fueron tan rápidos como se esperaba en aquellos años y tampoco fue un movimiento exclusivo, pues hubo muchos similares en otros países del mundo.
Mientras que Juan Carlos Canales consideró que el movimiento universitario contribuyó a la construcción de un imaginario social que si bien no precisaba la realidad sí reveló el autoritarismo y la importancia de la lucha por la libertad y la justicia.
Finalmente, René Valdivieso subrayó que en la actualidad, igual que en el 1968, los movimientos sociales han sido incentivados por el presidencialismo y el autoritarismo que aunque en aquellos años se expresaba de otro modo, hoy en día se aprecia en casos como “la estafa maestra” y la “Casa blanca”, por mencionar dos casos.