El próximo año se constituirá formalmente el primer Consejo Poblano de la Vid, que encabeza el enólogo Miguel Hernández, quien en 2015 inició con la industria vinícola en el estado, y la cual promete crecer 471 por ciento en los próximos dos años.
Será en 2020 cuando las primeras plantaciones lleguen al 100 por ciento de su capacidad, con un volumen de producción que daría hasta ocho toneladas por hectárea. Este año la vendimia ofreció alrededor de 150 kilogramos por hectárea, compartió.
Hernández, sin embargo, tiene pronósticos positivos para la viticultura del estado de Puebla y su proyecto lo ha dividido en tres etapas, que consisten, primero, en el reforzamiento de los productores de uva con equipo y más plantas para llegar al 100 por ciento de su capacidad, ya que las 12 parcelas existentes se encuentran entre el 50 y el 75 por ciento.
En la segunda etapa, continuó, se busca ofrecer una capacitación más minuciosa y la tercera es llegar a 200 hectáreas sembradas. Mientras tanto, se realiza el análisis correspondiente para abrir en 2019 la primera ruta del vino, que será turística.
Actualmente la superficie sembrada de uva en el estado se encuentra en los municipios de Santa Rita Tlahuapan, San Felipe Teotlalcingo, San Salvador El Verde, Calpan, Huejotzingo, San Jerónimo Tecuanipan, San Andrés Cholula, Tochtepec y Tepeyahualco.
Puebla estuvo en el año 2017 entre los 10 estados más importantes en producción de uva, con un volumen registrado de cuatro toneladas, de acuerdo con cifras definitivas del Servicio Nacional de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP). Cabe destacar que Sonora, Zacatecas, Aguascalientes y Baja California fueron los cinco productores más importantes del país, pues concentraron el 99.4 por ciento del volumen nacional, aunque existe uva en Guanajuato, Coahuila, San Luis Potosí, Durango y Baja California Sur.
“Ha sido complejo, están ya los productores que han iniciado conmigo desde el principio, que por causas naturales del clima, incluso de los programas, no han podido llenar sus parcelas; y, por otro lado, está un poco la incertidumbre de cómo vamos a poder llegar a las metas”, resaltó el enólogo en entrevista.
La idea de las 200 hectáreas, dijo, no solo es alcanzar un número global sino que el estado necesita esa cantidad mínima para que sea una industria y se proteja al productor debido a que toda la fruta se debe adquirir, independientemente de si el clima favoreció o no. Ayer por la mañana se llevó a cabo una reunión con quienes integrarán el próximo Consejo Poblano de la Vid, en donde se definieron estas y otras metas futuras para la industria vinícola poblana.