“¿Qué vamos a hacer el 19 de septiembre si vuelve a temblar?”, eso se preguntan pobladores de Contla, comunidad en la que la Congregación de Religiosas del Verbo Encarnado, sin apoyo gubernamental o de otras instituciones, reunió recursos para construir 10 viviendas a familias que perdieron todo su patrimonio hace 11 meses.
El 80 por ciento de las viviendas tuvo pérdidas totales o parciales, según relató el párroco de la región, Gerardo Pérez Alfaro, quien tiene a su cargo ocho capillas pero admite que los principales daños estuvieron en Contla.
Mucho se habla de las pérdidas materiales en las zonas afectadas el día del terremoto pero poco se menciona sobre las secuelas emocionales. Don Guillermo, de 70 años de edad, estaba solo aquel 19 de septiembre y tras ver cómo se derrumbó su casa en cuestión de segundos entró en shock al grado de perder el habla y parte de la movilidad del cuerpo.
María de Carmen Robredo, directora del Colegio Central de la congregación de religiosas, fue la luz en la vida de una decena de familias que cayeron en depresión después del desastre. Resulta que se propuso ayudar a algunas comunidades para salir adelante luego de conocer la destrucción de la zona.
Así fue como comenzó su faena. Lo más difícil fue decidir en qué localidad instalarse y elegir, entre tanta tragedia, a quién ayudar. Con el apoyo de estudiantes y otras religiosas comenzó a recorrer diferentes localidades, las cuales fueron un total de ocho, hasta dar con Contla, donde la dimensión del desastre la sorprendió.
El principal criterio para elegir a los beneficiarios fue ver que las casas de personas de la tercera edad, quienes viven solas, se derrumbaron por completo y casi sin pensarlo se aventuró a ayudar a reconstruir 10 viviendas, con base en las necesidades de cada uno de sus habitantes.
Fue sin ayuda de algún orden de gobierno o alguna otra institución que comenzó, junto con la congregación que dirige, a tocar puertas de las casas de familiares, amigos, conocidos y también empresas y colegios para reunir los recursos necesarios y cumplir con lo que prometió a los afectados.
Con la colaboración de empresas de materiales para construcción y ferreterías, tan solo por decir algo, así como con el apoyo de estudiantes de la Universidad Iberoamericana, quienes elaboraron los planos de las viviendas, a unos meses del terremoto comenzaron las labores de reconstrucción.
Don Guillermo, "Yemo", como lo conocen todos, al perder su casa también dejó de hablar. El 25 de marzo de este año donde antes estaba un corral de animales de granja levantaron dos habitaciones y un baño con un diseño moderno y con el apoyo de gente que ni siquiera conoce el lugar, pero estuvo consciente del desastre.
Al ver su casa levantada de nuevo don Yemo comenzó a recuperarse del trauma y para sorpresa de conocidos y familiares, seis meses después del sismo, volvió a hablar. Aún le cuesta trabajo comunicarse con los demás, lo hace con temor, pero se aprecia con buen ánimo por su nueva vivienda.
María de Carmen Robredo se ha mantenido atenta a la recuperación del municipio; no quiso comprometerse con más familias pues sintió que en un momento ya estaba siendo rebasada por el trabajo y especialmente conseguir los recursos fue complicado, pues la gestión la hizo tocando puertas y de boca en boca.
NO QUIERO QUE LLEGUE EL 19-S
Todavía con lágrimas en los ojos y como hubiera sido ayer, Casilda Torres Segura recuerda que el día del terremoto recién había entrado a su casa cuando sintió un mareo y salió inmediatamente sin saber qué pasaba. Para su sorpresa frente a sus ojos su casa se vino abajo en cuestión de segundos.
Al otro extremo su esposo había bajado del caballo y el animal entró en pánico, comportándose salvajemente, mientras que sus hijas estaban en la escuela. Todo fue desconcertante. En un principio Casilda creyó que todo se trataba de una película, así pasaron unos tres días antes de que la madre de familia se diera cuenta de que todo había sido realidad y poco a poco asimiló que 25 años de su vida se perdieron en un instante y se quedó sin casa y sin esperanzas.
Fue la directora de la congregación religiosa quien se acercó a ella, tras darse cuenta de la pérdida, para garantizarle que tendría una casa y pedirle que dejara de preocuparse. Ahora Casilda y su familia tienen un nuevo hogar, más grande que el anterior y el cual comienzan a amueblar con las donaciones que otras personas le han hecho a la familia de cuatro integrantes.
El miedo que sintió Casilda el 19 de septiembre no lo ha olvidado. De hecho, a poco menos de 40 días de que se cumpla el primer aniversario se pregunta “¿Qué vamos a hacer si vuelve a temblar?”.
Parece un cuestionamiento sin sentido, pero otros hombres y mujeres que tuvieron la mala experiencia de ver cómo se perdió su patrimonio en un instante tienen el mismo temor, quisieran que la fecha se elimine del calendario y pronuncian entre susurros el miedo que todavía tienen.
TODAVÍA FALTA ENTREGAR DOS CASAS
De acuerdo con la información de la directora del colegio, siete de los proyectos prometidos fueron entregados en Contla, uno más en Tzicatlán, donde todavía trabajan en la construcción de otra vivienda, y una última en la cabecera municipal, que es Teotlalco, la cual estará lista en tres semanas, aproximadamente, a pesar de que tiene un avance del 33 por ciento.
La superiora, los pobladores y el párroco apelan a la buena voluntad de "los héroes del mundo", quienes los apoyaron personal, económica y moralmente en los momentos más difíciles después del terremoto.
Con la entrega de las ocho casas, entre octubre del 2017 y agosto de este año, se han ocupado alrededor de 2 millones de pesos, es decir, en promedio cada casa tuvo un valor de 250 mil pesos y todas ellas se realizaron conforme a los gustos de cada uno de los beneficiados.
Luego del temblor del 19 de febrero de este año, relató la religiosa, lo primero que hizo fue llamar al párroco del lugar con la intención de saber si algunas de las nuevas viviendas, que en ese tiempo eran pocas, habían sufrido daños y al escuchar un “no” por respuesta se tranquilizó.
Y es que de acuerdo a su explicación fueron los propios estudiantes de arquitectura quienes diseñaron las viviendas a fin de que no sufrieran afectaciones, toda vez que la zona se considera de alto riesgo durante un temblor.
Su padre, Juan Robredo Gómez, de más de 90 años de edad, y su hermano, Felipe, se han mantenido atentos de la recuperación del lugar. Personalmente supervisaron la edificación de las casas y en estos 11 meses han llegado a amar a la comunidad y a su gente tanto como si hubieran nacido allí.
LA CAPILLA TAMBIÉN FUE DEMOLIDA
Nuestra Señora de Guadalupe es el nombre de la capilla de Contla que sufrió graves daños estructurales y debido a que no se trataba de un edificio protegido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) fue demolida.
Se estima que se requiere de una inversión de 740 mil pesos para volver a levantar la capilla y a pesar de que ya cuentan con al menos el 50 por ciento del recurso en especie, pues ya tienen material, todavía esperan las donaciones de algunos voluntarios; sin embargo, el sacerdote expuso que la prioridad fueron las viviendas.
Las historias en la comunidad son interminables; los daños, indescriptibles; el ambiente aún se aprecia tenso y los recuerdos así como el miedo por la tragedia poco a poco se van disolviendo, pero conforme se acerca la fecha del primer aniversario los corazones palpitan con intensidad en el pecho de sus pobladores y la incertidumbre crece.