Marzo de 2020 fue el último mes del año en el que los poblanos disfrutamos de la vida conocida hasta ese entonces; lo que veíamos distante terminó por alcanzarnos y devorarnos como al resto del mundo: el coronavirus llegó a la entidad.
Sumida en una ola de reclamos por inseguridad, asesinatos de estudiantes y violentos feminicidios, fue como el coronavirus tomó a una Puebla, en principio escéptica.
Aunque fue el 27 de febrero cuando se supo que el virus estaba en el país, fue hasta el 9 de marzo cuando en Puebla se confirmó el primer caso, se trató de un capacitador extranjero de VW, el resto es historia.
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A la fecha la pandemia ha cobrado la vida de casi 10 mil personas, 9 mil 922 hasta ayer para ser exactos, y contagiado a más de 74 mil.
A un año de la pandemia por Covid-19, la vida de los poblanos cambió radicalmente: el trabajo, las clases, las compras y otras actividades diarias hoy se realizan de manera virtual. Entrar a cualquier edificio público o privado requiere de protocolos sanitarios específicos y, lo más importante, las reuniones con familiares y amigos son limitadas y reducidas
El uso de cubrebocas, el gel antibacterial y el lavado de manos constante son indispensables; en los últimos 12 meses han ocurrido diferentes fenómenos, como el desabasto de productos desinfectantes y de primera necesidad en todo tipo de comercios. Las calles vacías, el cierre temporal, y luego definitivo, de negocios, así como personas de todos los sectores sin trabajo y manifestándose, exigiendo oportunidades para llevar el sustento a sus hogares.
Tristemente, se han capturado imágenes en los hospitales, en los que la gente se aprecia desolada porque algún familiar está hospitalizado y desconoce su estado de salud, o peor aún, con temor e incertidumbre por no saber si volverán a verlos. También largas filas para conseguir un tanque de oxígeno.
Los nosocomios al borde del colapso y la desesperación por no encontrar un lugar han sido constantes. Finalmente, ante los casi 10 mil decesos, personal de funerarias ha trabajado a marchas forzadas, llevando y trayendo a diario fallecidos, sin que sus familiares dieran el último adiós.
El personal médico y todos aquellos que están en la primera línea de atención han cambiado su semblante a lo largo de la contingencia sanitaria, el cansancio es evidente y, a pesar de estar lejos de sus familias, amigos y su hogar, con jornadas de trabajo avasalladoras, continúan laborando combatiendo al SARS-CoV-2, siendo los héroes en esta pandemia.
La llegada de los embarques con vacunas contra la Covid-19 trajo esperanza y también caos ante la cercanía de la tercera ola de contagios y la poca cantidad de dosis, con gente que sigue sin creer en los efectos del virus y miles de decesos.
( Con información de Bibiana Díaz, Erik Guzmán, Julio César Martínez y José Luis Bravo | El Sol de Puebla )