La capital enfrenta una problemática que convierte el simple acto de cruzar la calle en un verdadero desafío para los peatones. Aunque las cebras peatonales están presentes en muchos puntos de la ciudad, el respeto por parte de los automovilistas es prácticamente inexistente, lo que representa un peligro latente para la seguridad de quienes transitan por las vías públicas.
Esta situación no solo afecta la movilidad de los ciudadanos, sino que también pone en riesgo sus vidas. De acuerdo con Octavio Flores Hidalgo, profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), las cebras peatonales fueron diseñadas con la finalidad de proporcionar un cruce seguro para los peatones.
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Estas franjas, generalmente blancas o de colores, están estratégicamente ubicadas en intersecciones o en lugares de alta afluencia. Sin embargo, su presencia parece carecer de sentido si no se les respeta adecuadamente. Entre las zonas más problemáticas se encuentran Analco y el Bulevar 5 de Mayo, donde la falta de atención de los automovilistas hacia las cebras es alarmante.
En particular, el cruce a la altura de la 3 Oriente del Bulevar 5 de Mayo se ha convertido en uno de los más peligrosos. Aquí, los vehículos no solo ignoran las franjas peatonales, sino que también aceleran al ver a las personas cruzar, poniendo en riesgo la integridad de quienes intentan atravesar la calle, especialmente niños, adultos mayores y personas con movilidad reducida.
Varios transeúntes han denunciado a este medio que los automovilistas no se detienen ni siquiera para dejar pasar a niños o estudiantes, contribuyendo a un ambiente de tensión constante y riesgo para la comunidad. “Nos pasamos corriendo, es un caos”, declararon algunos de los afectados.
La Red Urbana de Transporte Articulado (RUTA) tampoco muestra respeto por los espacios destinados al cruce peatonal. Los usuarios, al intentar cruzar, se ven obligados a correr para evitar un accidente, lo que genera ansiedad y presión. En algunos casos, conductores de vehículos privados han llegado a acelerar el paso al detectar a personas cruzando, forzándolos a apresurarse para evitar un impacto.
Otro punto crítico es el cruce frente a la Iglesia de San Francisco, donde el transporte público frecuentemente se detiene en las cebras peatonales, complicando aún más la libre circulación de los peatones.
Al estar cerca de una escuela, las madres y padres de familia enfrentan serios problemas para cruzar con sus hijos, quienes deben esquivar vehículos para alcanzar su destino. Esta situación no solo es incómoda, sino que representa un riesgo considerable de accidentes.
En el Bulevar 5 de Mayo, frente a Plaza Dorada, los motociclistas son otra fuente de preocupación. Muchos de ellos ignoran las cebras y su derecho de paso, contribuyendo a un ambiente caótico y peligroso en las calles. Este comportamiento imprudente no solo vulnera la seguridad de los transeúntes, sino que también aumenta la sensación de desasosiego en la comunidad.
De acuerdo con los testimonios de afectados como María del Sol Cuellar y David Farfán, la situación es crítica y refleja una cultura de desdén hacia el respeto de las normas de tránsito que protegen a los peatones. Esta escasa consideración por las cebras y la conducta temeraria de muchos conductores, incluidos los del transporte, levantan la alarma en torno a la seguridad vial.
Para otros peatones como Mariana Rodríguez y América López, es urgente que las autoridades tomen medidas para concientizar a los automovilistas sobre la importancia de respetar estas áreas y garantizar un entorno más seguro para todos. La colaboración entre los organismos de tránsito, iniciativas ciudadanas y la educación vial puede ser la clave para transformar estas calles en un lugar seguro.
El profesor Octavio Flores Hidalgo también expuso que las cebras peatonales, conocidas como cruces peatonales o pasos de cebra, son áreas diseñadas específicamente para que los peatones crucen de manera segura. Están marcadas claramente en el pavimento y suelen estar ubicadas en puntos estratégicos.
Además, enfatizó la importancia de respetarlas, ya que ofrecen un espacio seguro y ayudan a organizar el flujo de tráfico, manteniendo el orden en las calles.
Recordó que el respeto a las cebras peatonales es vital para la seguridad de todos, especialmente para grupos vulnerables como personas con discapacidad, niños y adultos mayores, quienes pueden necesitar más tiempo o atención para cruzar la calle. Cuando un automovilista ignora estas señales, las consecuencias pueden ser fatales.
No solo se pone en riesgo la seguridad de los peatones, sino que también puede generar daños a otros vehículos y objetos, lo que resulta en gastos adicionales y problemas legales para los infractores. En casos graves, el conductor podría enfrentar cargos por imprudencia o negligencia.
La sugerencia para las autoridades es que presten una atención más precisa a estos puntos críticos y que hagan cumplir el respeto hacia las cebras. Empero, Flores también cree que es fundamental promover una conciencia social que lleve a los automovilistas a detenerse y ceder el paso por respeto a los demás.
Para concluir, hizo un llamado a la acción para transformar la realidad de las calles en Puebla, donde el simple acto de cruzar la calle no debería ser un desafío, sino un derecho a la seguridad vial.
De acuerdo con el “Tabulador de infracciones” de Puebla, en el capítulo V de las normas generales de circulación para el conductor, se le impondrá multa de 10 a 15 UMA al automovilista que se detenga sobre las cebras peatonales. Asimismo, la fracción II dice que tendrán una multa de 8 a 12 UMA si no dan el paso a los peatones cuando les corresponde el paso, haya o no haya zona peatonal marcada.
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De igual modo, habrá sanción de 4 a 8 UMA para los conductores que invadan las cebras, ya sea porque se estacionaron ahí por decisión o porque les dio el semáforo en rojo cuando estaban en circulación.
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Hay que recordar que, a partir de 2024, el valor de la Unidad de Medida y Actualización (UMA) en México es de aproximadamente 103.74 pesos mexicanos, es decir, que las amonestaciones por no respetar este espacio deberían de costar más de mil pesos.