El boom de fraccionamientos nuevos en Cuautlancingo, un municipio que no es apto para el desarrollo inmobiliario debido a su limitada red de servicios, afecta el modo de vida de los habitantes originarios, pero también de los recién llegados residentes, quienes abonan al incremento de estas construcciones, atraídos por los cómodos precios de vivienda en la zona.
El escaso o nulo abastecimiento de agua, la pérdida de áreas agrícolas, la falta de rutas de transporte público y la inseguridad son los problemas más evidentes que surgieron tras este repentino auge, opinan especialistas en desarrollo urbano y arquitectura en Puebla.
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Esto también causa que, poco a poco, Cuautlancingo se convierta en una ciudad dormitorio, es decir, una zona en donde se concentra una población por el bajo costo de vivienda, pero que pasa más tiempo fuera de casa, que hace largos traslados a su centro de trabajo porque resulta más caro vivir cerca de este o que carece de diversos servicios en su ubicación. “No hay vida fuera de los fraccionamientos”, opina Melissa Schumacher González, especialista en Gestión Territorial y Usos de Suelo y académica de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP).
La negligencia en la autorización de cambios de uso de suelo, el interés de desarrolladores inmobiliarios de invertir en terrenos baratos y construir rápidamente en estos, así como la falta de una visión integral del territorio por parte de quienes han gobernado este municipio en los últimos 30 años, son algunas causas de este problema, sostiene.
La forma en cómo se está dando el crecimiento urbano actual está rebasando a cualquier autoridad municipal, sobre todo por la falta de articulación normativa, pues la regulación no es tan fuerte como en la ciudad de Puebla", agrega Octavio Flores Hidalgo, académico de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).
Sobre el agua y otros problemas
El escaso suministro de agua es lo que más aqueja a los ciudadanos de esta demarcación. Mientras algunos habitantes deben tener una reserva del vital líquido para continuar sus actividades, otros más, quienes habitan en fraccionamientos, gozan de albercas. El resto ha optado por adquirir el servicio de pipas de agua.
Ramón, quien vive con su esposa, tres hijos y un nieto en la Prolongación Morelos, construyó un almacenador de agua, el cual llena con una manguera cada que ‘cae’ agua en su casa. A veces, si bien le va, recibe agua una vez a la semana, otras veces debe acumular este líquido para, al menos, dos semanas.
En su casa también tiene algunas gallinas y cerdos, animales que también deben tomar agua para que no se deshidraten. Rara vez él o su familia logra bañarse directamente de la regadera, porque pocas veces se acumula lo suficiente en la cisterna para llenar el tinaco.
“Tomamos agua con las cubetas y de ahí nos bañamos a jicarazos para desperdiciar lo menos que se pueda, somos varios. (…) comprar pipas para nosotros no es opción, cada vez son más caras y vivimos al día”, narra.
En en el reporte “Diagnóstico sobre el recurso hídrico: Antecedentes y limitaciones en los 10 municipios más poblados”, publicado en noviembre de 2023 por el Instituto para la Gestión, Administración y Vinculación Municipal (Igavim), se dio a conocer que este territorio cuenta con al menos 18 zonas (en las que se incluye la cabecera municipal) donde hay mayor limitación de agua, problema provocado por la sobreexplotación de sus pozos.
Algo igual de preocupante que la falta de agua es el tratamiento de sus aguas residuales, resalta Schumacher. Con la llegada de más fraccionamientos resulta prudente cuestionar: ¿cuántos de ellos incluyen en su reglamento de construcción estas plantas de tratamiento?, insiste la académica.
De acuerdo con el mismo documento del Igavim, hasta hace tres meses Cuautlancingo no reportó ninguna planta de tratamiento, pues sus aguas residuales las vierten al Río Atoyac.
Visible carencia de servicios
Si bien es visible una diferencia entre el modo de vida de los habitantes originarios y los nuevos, la falta de visión integral del territorio los está afectando por igual. No solo en la carencia de agua, sino también en el crecimiento del comercio informal, la falta de servicios, de planeación urbana, entre otros conflictos.
Los desarrolladores inmobiliarios solo están preocupados por adquirir terrenos baratos y vender su mercancía, el ayuntamiento, por su parte, solo en autorizar este crecimiento, acusan los académicos.
“Lo menos que se piensa es en los equipamientos para servicios, por ejemplo, escuelas, un centro de abasto, de salud, y por esta omisión crece el ambulantaje, ante la ausencia y la demanda en este juego de mercado la manera irregular se va a manifestar”, sostiene el académico de la UPAEP.
Por otra parte, Cuautlancingo, que hasta hace 30 años fue una importante zona agrícola y cultural, se convierte en un lugar difícil de transitar, ya que, fuera de sus fraccionamientos, solo hay terrenos baldíos y calles vacías, o bien, un gran número de vendedores ambulantes, señala la académica de la UDLAP, quien critica que, a este paso, el municipio se está convirtiendo en una ciudad dormitorio.
“Caminar por ahí es imposible porque ni siquiera hay una visión de la banqueta, estas a lo mejor cubren el mínimo pero no se invierte en infraestructura verde, por ende también aumentan las islas de calor, para ellos (las autoridades municipales) pavimentar es cumplir, no hay una visión integral del territorio”, sentencia.
Largos y solitarios caminos
Para llegar a una tienda de abarrotes o una farmacia desde Strata Residencial, uno de los muchos fraccionamientos del municipio, se deben caminar de 15 a 20 minutos. Situación que se replica para llegar a una parada del transporte público.
Esto comparte Diana Villanueva, quien llegó a vivir a esta zona hace seis meses, cuando decidió dejar de compartir la renta de un departamento de 12 mil pesos en Lomas de Angelópolis y encontró una opción económica en este municipio.
Actualmente paga cuatro mil 100 pesos de renta al mes por un departamento completo en este fraccionamiento que le ofrece, además de un área común con otros vecinos (donde hay juegos y una alberca), un espacio con dos cuartos, un baño, sala, comedor y cocina.
No conoce hospitales o clínicas cercanas por si algún día requiere atención médica, tampoco hay varias rutas de transporte público, solo dos, pero estas solo llegan a la cabecera municipal, o bien, a la Central de Autobuses de Puebla (Capu), pero ninguna la deja directo en su centro de trabajo.
“Cuando vivía en mi otra casa iba y regresaba en una combi a las ocho o nueve de la noche, pero ahora me da más miedo y prefiero no regresar tan tarde (…) es difícil vivir más lejos y hacer más tiempo de traslado, me ahorro más dinero de renta pero sí me pongo a pensar que, sin coche, es muy difícil vivir aquí”, lamenta.
¿Qué es una ciudad dormitorio?
¿Por qué puede ser esta una ciudad dormitorio? La demanda de vivienda motiva la expansión inmobiliaria que, en este municipio, no tiene una regulación estricta como en otros, por ejemplo, Puebla capital, explica Flores. Ante esto, crece la oferta de casas y departamentos que tienen más espacio y presumen ser más baratos que aquellos que están cerca de la ciudad, lo que resulta atractivo para aquellos que prefieren pagar un precio cómodo de vivienda, aunque su traslado al trabajo u otros sitios sea mayor.
Además, al ser un lugar en el que no hay una amplia variedad de servicios u otras amenidades, los nuevos residentes pasan más tiempo fuera de este territorio o dentro de casa, en otros puntos del área metropolitana.
Aunque podría parecer un fenómeno inofensivo, incluso sin importancia, estar en una ciudad dormitorio es vivir en una población amurallada, donde ya no hay sensibilidad por los problemas comunitarios, donde hay pérdida de tradiciones y de la memoria histórica del sitio.
No se construye comunidad y al no hacerlo se genera el fenómeno de rechazo y de anomia (problema social en el que la población deja de cumplir las normas) donde ya no importan las condiciones de vida del otro, mientras tú estés bien, advierte.
Es lo contrario a ser una ciudadanía, se fragmenta la población y cambia el comportamiento de un territorio. Asimismo, se pierde el sentido de identidad y de pertenencia a un territorio y, en consecuencia, las costumbres y tradiciones corren el riesgo de perderse.
El Sol de Puebla contactó a Damián Flores, enlace de Comunicación Social del ayuntamiento de Cuautlancingo, para solicitar una entrevista con el titular de la Dirección de Desarrollo Urbano municipal y conocer las estrategias que se pusieron en marcha, durante esta administración, para regular el crecimiento inmobiliario, sin embargo, no hubo respuesta de su parte.
La creciente inseguridad
“Al día asaltan por lo menos dos camiones”, alerta Óscar, de 34 años, quien vive en Sanctorum desde su niñez. “No queda otra más que cuidarse porque sino cómo te trasladas de un lado a otro?”, expresa.
Su testimonio no está lejos de la realidad. Con datos de la Fiscalía General del Estado de Puebla (FGE) se sabe que en 2023 Cuautlancingo se ubicó como el tercer municipio poblano con más denuncias por robos en transporte público. No solo eso, en los últimos tres años incrementó la incidencia delictiva en el territorio, con hasta dos mil 332 denuncias durante el mismo año.
Garantizar la seguridad en todos los espacios es una de las mayores deudas de las autoridades municipales, no solo en el transporte público, agrega Schumacher.
“No se está dimensionando el problemón que es gestionar un municipio con tantos espacios privados”, advierte. Aunque la inseguridad parece no ser un problema relacionado con el crecimiento de fraccionamientos, sí lo es, y afecta directamente a los nuevos residentes, quienes no pueden reclamar al ayuntamiento por algún delito porque ellos están en un espacio con régimen de condominio, y, en consecuencia, el servicio de seguridad privada que contratan es el responsable.
El reto es para todos
El reto para esta y las siguientes administraciones de Cuautlancingo, así como para el gobierno del estado, es dar continuidad a los proyectos del mejoramiento de infraestructura en el municipio y que estos no se pierdan cada que hay una nueva gestión. Especialmente, que no den privilegio al crecimiento inmobiliario, recomiendan los académicos.
Además, poner en marcha acciones para regular la sobreexplotación de pozos de agua y priorizar el abastecimiento en zonas donde se ha descuidado este servicio, así como la construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales.
La ciudadanía también tiene una tarea importante. Es necesario que los habitantes originarios se involucren en la toma de decisiones de sus autoridades y no permitan aquello que les afecta. Un ejemplo de esto es San Andrés Cholula, en donde la población de siete pueblos logró frenar el Plan de Desarrollo Urbano que permitía el crecimiento urbano desmedido, agrega Melissa.
Finalmente, para los nuevos residentes su labor es convertirse en verdaderos habitantes, no solo estar en el territorio, sino también involucrarse con aquello que sucede afuera de los fraccionamientos, tomar acciones e interesarse por una mejor calidad de vida para ellos, pero también para su comunidad.