El uso constante del cubrebocas por más de ocho horas seguidas se ha convertido en un martirio para algunos trabajadores de Volkswagen, quienes desde hace tres semanas regresaron a la planta de Cuautlancingo para reactivar la producción, en medio de más de 100 medidas sanitarias para prevenir contagios por Covid-19 en esta “nueva normalidad”.
Para Roberto, trabajador de la planta, el uso del cubrebocas desde que sale de casa hasta que termina su turno es lo más difícil de la “nueva normalidad”, pues además del calor que hace en su espacio de trabajo, al final del turno reconoce que padece dolor de cabeza y falta de aire al igual que varios de sus compañeros.
“El uso del cubrebocas yo creo que ha sido lo más difícil de andarlo trayendo todo el día, todo el turno del trabajo y con el calor y los que usamos lentes es muy difícil andarlo trayendo...desde la casa tenemos que salir ya con cubrebocas. Más que nada el uso de cubrebocas todo el turno, al final del turno sí da dolor de cabeza y falta de aire”.
Y es que quitarse el cubrebocas dentro de la planta no es opción, pues antes de reanudar actividades Volkswagen entregó un protocolo a los trabajadores que incluye sanciones para quien no cumpla estas medidas, que van desde una amonestación, a una suspensión temporal y hasta la rescisión del contrato en caso de una tercera reincidencia.
A un mes de regresar a la planta y dos semanas de reanudar la producción, ya hubo trabajadores sancionados, reconoció Roberto.
“Ya hubo sanciones a algunos compañeros que no traían hasta las gafas, es una amonestación la primera vez, la segunda vez es pasar relaciones y te pueden castigar de 8 a 12 días y ya la tercera vez que incurras en esta falta sí es rescisión del contrato”.
Pero el uso del cubrebocas sólo es una de las más de cien medidas sanitarias que implementó la empresa para regresar a laborar. Hay otras cómo medirse la temperatura corporal tres veces al día: desde que salen de casa, cuando van a comer y cuando termina su turno.
Dentro de la planta siempre hay gel y aspersores sanitizantes, pero en el comedor las medidas son más evidentes, pues va desde la sana distancia hasta el aislamiento físico a través de acrílicos que separan a los trabajadores durante la hora de comida.
“Al ingresar al comedor la distancia está marcada, hay una estación automática de aspersor de desinfectante. Uno pasa su credencial, pasa el rehilete y la comida nos la dan en desechables y agua embotellada; en las mesas todo está separado, cada quien tiene su cubículo y todo está separado”.
Sin duda, otra de las medidas que más recuerda Roberto es la aplicación de una prueba rápida de Covid-19, aunque para él estas pruebas no existen y solo fue una medida para medir las defensas de los trabajadores.
Lo cierto es que esta prueba se aplicó una sola vez a los trabajadores que se reincorporaron desde el pasado 15 de junio y no hay indicación para que esta prueba se aplique periódicamente.