Tosepan Kalnemachtiloyan, escuela indígena que preserva la lengua materna e identidad cultural

La directora, Micaela Garrido Bonilla, comparte la lucha contra la marginación en las escuelas convencionales y destaca cómo promueve la conexión con la naturaleza, la identidad indígena y el aprendizaje emocional.

Daniel Cruz Cortés | El Sol de Puebla

  · lunes 29 de enero de 2024

Tosepan Kalnemachtiloyan, una enseñanza indígena en la Sierra Norte de Puebla. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

En Cuetzalan del Progreso viven cerca de 50 mil habitantes, de los cuales el 30 por ciento tienen entre 5 y 19 años de edad. Aunque casi 70 por ciento de su población es hablante indígena, muchas escuelas en la región perpetran discriminación contra quienes no hablan castellano, lo que en varias ocasiones termina por truncar sueños y fragmentar la cultura, principalmente de menores de edad. Tosepan Kalnemachtiloyan, que se traduce al español como Escuela para todos, surgió hace 18 años como respuesta al vacío y deuda que el sistema educativo mexicano tiene con los pueblos indígenas.

Micaela Garrido Bonilla, a quien sus alumnas y alumnos llaman tamachtijkej –maestra en náhuatl–, es directora de la escuela desde hace dos años. También es una de las profesoras fundadoras del proyecto, que vio la luz en 2006.

Para ella, quien es educadora de profesión, no es ajeno el sentimiento de un niño discriminado por el hecho de ser bilingüe y hablar español y náhuatl, pues cuando era pequeña enfrentó rechazo por parte de sus propias docentes, quienes le prohibían hablar su lengua materna en las aulas.

Casa de la Mujer Indígena “Yoltika”, busca igualdad de género en Tlaola. Foto: Julio César Martínez | El Sol de Puebla

Prácticas como “enviar al rinconcito” o exigir que no se utilicen lenguajes indígenas son comunes hoy en día en diversas escuelas de Cuetzalan, en donde poco más de la mayoría de su población es hablante náhuatl, afirma la profesora.

“Hay maltrato, no sé si es por desinterés por el idioma; y también hay descuido de las emociones de los niños. Yo digo creo que el sistema le ha fallado a la niñez (...) Cuando hablaba náhuatl me callaban y me mandaban al rinconcito (...) Mi maestra de español decía, ‘Aquí nada de náhuatl’, porque pensaba que uno le decía de cosas, pero no”, comparte la docente.

En la Tosepan Kalnemachtiloyan, cuyo complejo educativo se compone de al menos cuatro edificios hechos a base de concreto, bambú y otros elementos regionales, diseñaron un modelo educativo enfocado en preservar “la lengua materna”, rescatar la identidad indígena y disminuir la deserción escolar en la Sierra Norte.

Aunque el proyecto tiene casi 20 años de existencia, fue hasta 2023 que pudieron consolidar sus propios materiales pedagógicos en náhuatl, mismos que se combinan con el marco curricular formal estipulado por el sistema educativo mexicano, para así reforzar el aprendizaje de los niños.

Para Garrido Bonilla, este proyecto es la respuesta revolucionaria a la ausencia que el Estado mexicano ha tenido por décadas en los pueblos indígenas del país. Esta brecha educativa, aunque ha disminuido en los últimos años, asegura la docente, sigue vigente.

A pesar de los retos, la escuela se erige como un faro de esperanza para la niñez serrana. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Estela Salazar Domínguez es madre de un exalumno de la Tosepan Kalnemachtiloyan, quien, por cierto, se graduará pronto como docente de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN). Ahora también es profesora en dicha escuela. Hoy en día su labor es preservar la enseñanza del náhuatl, la defensa del medio ambiente y el autocuidado en niños de preescolar y primaria.

Desde su perspectiva como habitante originaria de Cuetzalan y ahora también como profesora, el náhuatl lleva varios años sufriendo un desarraigo de sus hablantes. Esta situación, afirma, impacta en las nuevas generaciones, que son la mayoría de la población en Cuetzalan, según cifras oficiales. Dicha situación provoca que el idioma indígena pierda cobertura en la región y, eventualmente, en el país.

El proyecto pretende rescatar la identidad de las naciones náhuatl y tutunakú de la Sierra Norte de Puebla. Aunque la matrícula es baja, los alumnos, quienes reciben educación de forma gratuita, son acompañados por sus profesoras para abrazar cada aspecto de su historia y para aprender a vivir en colectividad, comparte Elena Cristina Medina, quien imparte clases a menores de primaria en esta escuela indígena.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), hasta 2020 había 49 mil 864 habitantes en Cuetzalan. Los rangos de edad con mayor densidad poblacional fueron los de 10 a 14 años, 5 a 9 años y 15 a 19 años. Todos ellos representaron 30.5 por ciento del total de habitantes del municipio.

Por otra parte, 66.8 por ciento de los habitantes de Cuetzalan del Progreso hablan al menos un lenguaje indígena, que en este caso el náhuatl es mayoría, tan sólo después del idioma tutunakú.

Datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) evidencian, además, que dicho municipio posee un alto grado de marginación, al tener al 99 por ciento de su población en algún nivel de pobreza.

Alrededor de los 217 municipios que conforman la entidad, 615 mil 622 hombres y mujeres hablan 49 de las 68 lenguas indígenas. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

¿Cómo nació Tosepan Kalnemachtiloyan?

La Tosepan Kalnemachtiloyan nació en 2006, pero se cocinó dos años atrás. Es producto del sueño de varias generaciones de cooperativistas de la Sierra Norte, quienes, luego de detectar un alarmante incremento de analfabetismo, desnutrición y pérdida de la identidad indígena, sobre todo en las poblaciones jóvenes, hilaron los orígenes del proyecto.

La profesora Garrido Bonilla explica que la institución buscó ser una opción educativa formal para sus estudiantes, pues recalca que el acceso a los marcos curriculares del sistema educativo nacional, así como las certificaciones respectivas, son derechos del alumnado.

“Sabíamos que sería un proceso largo. No puedes llegar y cambiar el pensamiento de las personas de un día para otro, pero sí había que buscar una estrategia de cómo empezar a trabajar esa parte de la buena alimentación, la escritura y la lectura. Fue un poco difícil”, reconoce la directora.

A partir de esa visión, se buscó el acompañamiento con dos pedagogas, una con especialidad en el método Montessori, quien es originaria de Guerrero, y otra en la enseñanza indígena, de Cuetzalan.

Tras varios meses de planeación junto con los directivos de la Unión de Cooperativas Tosepan, que es la organización principal de productores de la Sierra Norte, se creó la Tosepan Kalnemachtiloyan.

La idea es que este modelo de educación bilingüe se replique en Puebla y otros estados del país donde los lenguajes indígenas se han perdido frente a las prácticas colonialistas, que se destacan por forzar la sustitución de dichos idiomas por el castellano, refiere Jocelyn Espinosa, quien por 11 años ha laborado en este colegio bicultural.

La escuela no tiene hablantes totales de la lengua materna. Entonces, es importante recalcar que desde 2006 ha sido todo un reto llevar la lengua materna como tal añade Garrido Bonilla.

Además de las enseñanzas curriculares, el proyecto prioriza la vinculación de los estudiantes con el medio ambiente, la tierra, pero también con sus propias emociones y sentires.

Igualmente se incluyen actividades culturales y artísticas propias de la región, que son impartidas por un profesor con reconocimiento nacional e internacional. Todo ello sin contar que las y los estudiantes acuden, al menos un día a la semana, con vestimentas típicas.

Actualmente se imparten los niveles de primero a tercero de preescolar, primero a sexto de primaria y primero a tercero de secundaria.

Este proyecto, nacido hace 18 años, promueve la conexión con la naturaleza, la identidad indígena y el aprendizaje emocional. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Debido a la baja matrícula de la institución, que no excede los 100 alumnos –siendo los niveles preescolar y primaria los más poblados–, las docentes trabajan con grupos que separan por niveles y coincidencias entre sí.

Por ejemplo, los pequeños de primero y segundo de preescolar conviven en un mismo salón. Los de tercero de preescolar a tercero de primaria lo hacen en un aula distinta. De cuarto a sexto de primaria se agrupan en un solo salón, mientras que quienes atienden los tres grados de secundaria lo realizan en un área distinta. Es importante mencionar que en cada aula trabajan mínimo dos docentes.

A decir de Espinosa, esta división se hace bajo la visión de que los pequeños y adolescentes sean capaces de construir y trabajar conjuntamente con compañeros menores y mayores.

Inclusive, para desarrollar las actividades agrícolas y pecuarias, los alumnos forman grupos y rotan constantemente sus integrantes. Cada uno de ellos se organiza con un secretario, vocales y tesoreros. Es importante mencionar que hay ocasiones donde los más pequeños son los responsables de organizar los equipos, por lo que se enfatiza que las edades no son sinónimo de responsabilidad y madurez.

Por otra parte, la profesora hace hincapié en que es fundamental entender las diferencias en el proceso de aprendizaje entre niños, niñas y compañeros, por lo que es necesario adoptar un enfoque adaptativo y emocional. Esta técnica se deriva de la guía Montessori.

La profesora Sabina Romero Sánchez, quien trabaja con adolescentes en la Tosepan Kalnemachtiloyan, agrega que otro de los propósitos es impulsar a los niños a una cultura de colectividad, en la que las decisiones y el diálogo común sean la base de cualquier decisión.

Esto es importante, pues de manera periódica se realizan asambleas, donde alumnos y docentes hablan sobre las temáticas más importantes de la comunidad y determinan, en igualdad de condiciones, las decisiones que se tomarán conjuntamente.

Vale la pena mencionar que una de las fundadoras del proyecto es la actual secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) del gobierno federal, María Luisa Albores González, quien, pese a ser originaria de Ocosingo, Chiapas, ha formado parte de la vida cooperativista de Cuetzalan del Progreso.

Las denunciantes, aseguran que cuentan con los documentos en los que meses atrás se les dio en comodato las bodegas 8 y 10 de la Nave C de la Central de Abastos. Foto: Bibiana Diaz | El Sol de Puebla

Naturaleza y organización, pilares de la escuela

Los días en la Tosepan Kalnemachtiloyan empiezan a las 8 de la mañana. La comunidad escolar asiste diaria y puntualmente a los honores a la bandera, ceremonia cívica que se realiza en náhuatl y que encabezan los alumnos más responsables y con mayor liderazgo.

En medio del paisaje nuboso que cobija la Sierra Norte, los niños conviven con la naturaleza que los rodea. La visita a las hortalizas, armadas y cuidadas por los propios menores, es obligada cada día. Sus huertos los siembran a finales de año, para cosechar en los meses próximos y así aprovechar cada uno de los alimentos que ofrece la “Madre Tierra”.

Lo anterior se acompaña de dietas saludables todos los días. Estos alimentos son elaborados por los padres de familia y cada día se ofrecen opciones distintas, todo con sabores originarios de la región.

Cuando iniciamos con este proyecto llevábamos también lo que es la vida práctica, los papás se empezaron a organizar para dar de comer, y teníamos nutriólogas que nos apoyaban para que se diera una un menú balanceado comparte Salazar Domínguez.

De martes a viernes se cuidan los huertos y se cosechan los alimentos maduros. También se emplea la meliponicultura, se produce abono y se cuidan los pollitos. El proyecto es sostenible y ejemplifica la vocación agrícola y pecuaria de la zona, que es el principal motor económico de la misma.

Estas enseñanzas van acompañadas de los conocimientos propios de una escuela. Además de los materiales de la Secretaría de Educación Pública (SEP), como libros de texto gratuito y planes de trabajo, en esta institución trabajan con fichas pedagógicas que adaptan los temas curriculares con el día a día de la población serrana.

Es decir, las matemáticas, ciencias, literatura e historia son aprendidas también en náhuatl, con elementos cotidianos de la niñez que acude a la escuela.

“Nos sentimos bien contentas, porque desde chiquitos aquí les inculcamos sobre el cuidado de nuestra Madre Tierra. Además, no tiene mucho que sembramos, tenemos nuestra milpa y sembramos nuestras hortalizas”, comparte Medina.

La "Escuela para todos" ofrece una educación bilingüe que rescata la lengua materna náhuatl. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Todo ello se refuerza con clases y repasos diarios sobre palabras y términos en náhuatl, para que los niños que no son hablantes del idioma puedan aprender, y que quienes sí lo sean puedan reforzar su pronunciación y entendimiento del lenguaje, agrega Salazar Domínguez.

“Diario estamos repitiendo las palabras más comunes que utilizamos en náhuatl. Hay papás que también nos apoyan en esa parte. Enseñamos los contenidos basados en los planes y programas de la SEP, pero los vamos contextualizando para que los niños nos entiendan (...) Practicamos mucho nuestra lengua y tratamos de que se rescate”, comparte la profesora.

Asambleas y participación comunitaria

En otro punto de la escuela, los niños de primaria realizan su asamblea mensual para tomar decisiones en beneficio de su grupo. La planeación de este día corresponde a la selección de actividades agrícolas, las sugerencias de aprendizaje y la rotación de equipos.

Bajo esa visión enseñan a los pequeños de primaria a secundaria habilidades de organización y toma de decisiones en todas las etapas, principalmente en edades tempranas. El objetivo, afirma Sabina Romero Sánchez, es “formar futuros cooperativistas”.

Otro de los aspectos que agrega valor cultural y cognitivo a los alumnos es la colaboración con otras cooperativas de la región. A través de las alianzas que tienen con varias organizaciones comunitarias, los estudiantes participan en programas como cooperativismo, ecoturismo, medicina tradicional, economía solidaria y ahorro.

“Descoloniza tu comida”, tenía como meta proteger los alimentos de los pueblos indígenas de la extinción. | Foto: Cortesía | El Sol de Puebla

Impacto para la niñez serrana

Luego de haberse fundado hace 17 años, la institución ha graduado varias generaciones. Muchos de los niños que atravesaron estas aulas hoy estudian alguna licenciatura e incluso posgrado en universidades de Puebla y México.

A decir de Estela, cuyo hijo Miguel Ángel estudió en la Tosepan Kalnemachtiloyan, los niños que habitan a las afueras de la cabecera municipal de Cuetzalan tienen muy pocas oportunidades de continuar su educación superior sin un sustento lingüístico, cultural y emocional como el que se recibe en esta institución.

Tenemos pocos niños hablantes, pero nuestro sueño sigue siendo que todos los niños se gradúen hablando nuestra lengua, que es el náhuatl recalca la profesora.

El impacto del proyecto no sólo es percibido por los niños y adolescentes, pues también las propias y propios docentes emprenden un viaje de autoconocimiento y reivindicación en los saberes indígenas y culturales de sus antepasados, afirma Eunice Molina Martínez, docente de secundaria y egresada de la Escuela Normal Rural Carmen Serdán, del municipio de Teteles de Ávila Castillo.

“En la normal aprendí a tenerle amor a la tierra, y vine a fortalecerlo. La práctica y el buen trabajo lo vine a aprender aquí con los muchachos, involucrándome en todas las actividades que realizan desde la mañana. Yo creo que somos diferentes a las otras maestras, ya que nosotras estamos inmersas en estas otras actividades en su totalidad”, comparte la profesora.

Romualdo Solís Vázquez también forma parte del cuerpo docente de la Tosepan Kalnemachtiloyan. Tras concluir su formación como biólogo, volvió a Cuetzalan con el objetivo de contribuir a su pueblo mediante la aplicación de sus conocimientos.

Consciente de que el conocimiento es una herramienta de cambio y lucha, el especialista contribuye a su tierra con la formación de niñas y niños que estén listos para cuidar y defender su territorio, pues reconoce que la región se encuentra en asedio ante la devastación de recursos naturales, propiciada por el uso de suelo ilegal y la deforestación, principalmente.

El profesor, quien tiene 29 años de edad, sostiene que la institución busca materializar su ejemplo de éxito en educación bilingüe en un método de enseñanza bicultural en todo el país, que permita a niñas y niños indígenas de Puebla y México reforzar sus habilidades lingüísticas, y no esconderlas, como sucede en algunas escuelas.

“Tengo formación como biólogo. Entonces, esto de enseñar a los a los alumnos a tener ese contacto amoroso con la Madre Tierra es lo que me ha gustado mucho. Siempre estamos tratando de ejercer en los niños o de plantar en ellos semillas de conciencia”, comparte.

En el municipio de Cuetzalan, de los 49 mil 864 habitantes que se tienen registrados de acuerdo con el INEGI, el 79.8 por ciento cuenta con celular propio. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

¿A qué retos se enfrentan?

Aunque es un proyecto autosostenible, la búsqueda de recursos para solventar los gastos del colegio, así como los salarios para todo el personal, mantener la Tosepan Kalnemachtiloyan es un reto permanentemente para sus directivos.

La profesora Garrido Bonilla comenta que por varios años buscaron obtener su registro ante la Secretaría de Educación Pública (SEP), bajo la certeza de que deseaban a la escuela como institución oficial, con capacidad de certificar a sus egresados.

Aunque en su momento obtuvieron su clave de centro de trabajo, tiempo después se las revocaron, debido a que la institución contaba con horarios extendidos, que no se ajustaban a la norma oficial.

La directora explica que actualmente las horas de trabajo, tanto para menores de primaria como de secundaria, son de 8 de la mañana a 3 de la tarde. Esto, además de garantizar la cobertura de los aprendizajes, ayuda a que los padres de familia que deben laborar por las mañanas tengan la certeza de que sus hijos estarán en la institución.

La dependencia exigía a los directivos que los niños estuvieran en el colegio hasta el mediodía, pues fuera de ese horario los menores no serían responsabilidad de ninguna autoridad. Esta situación, sin embargo, era incompatible con los objetivos de la institución, remarca Garrido Bonilla. Por negarse a esa disposición, la SEP estatal revocó su clave de centro de trabajo.

Tosepan Kalnemachtiloyan, conocida como "Escuela para todos", enfrenta la discriminación lingüística en Cuetzalan del Progreso. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Ante ese contexto, se buscaron alternativas para seguir ofreciendo servicios de calidad a sus alumnos. Fue así como se materializó un convenio con el Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe).

Dicha institución, que depende de la SEP federal, otorga servicios de educación comunitaria para niños y adolescentes que residen en zonas de alta y muy alta marginación del país, como es el caso de Cuetzalan. A partir de este modelo, todos los menores de la Tosepan Kalnemachtiloyan que concluyen satisfactoriamente sus años escolares son graduados con certificados oficiales, que tienen la misma validez que los de cualquier otro colegio.

Pese a ello, la búsqueda de recursos prevalece como un reto para los directivos, enfatiza Garrido Bonilla. Aunque en la actualidad se obtiene dinero a través de las cuotas de los socios de la cooperativa, también varias organizaciones nacionales e internacionales han puesto el ojo sobre esta revolucionaria escuela en la Sierra Norte, lo que ha permitido detonar varios proyectos con ayuda de estímulos privados.

Además, por si esto fuera poco, las vivencias del colegio han sido reconocidas por investigadores de todo el mundo. Inclusive, fue objeto de inspiración de Iván Zamora Méndez, sociólogo por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) de la Ciudad de México y artista visual, para elaborar el cortometraje denominado Escuela de todos (Kalnemachtiloyan), que fue proyectado en el internacionalmente conocido Festival Ambulante.

Por otra parte, en años recientes comenzaron a recibir estudiantes de todo el país mediante un programa de servicio social. Mediante dicha dinámica, la institución ha realizado intercambios culturales y profesionales con alumnos universitarios. De hecho, la materialización de sus materiales didácticos en náhuatl se dio a partir de esta forma.

“Para la solvencia ha sido bastante difícil, porque si no nos reconocen como maestros de la SEP, entonces, ¿cómo vivimos?, ¿qué hemos hecho? Pues vincular proyectos. Ese es el modo de tener en pie esta escuela, y ha sido un tema muy difícil, porque hemos tenido años muy difíciles. Aquí entra mucho el compromiso que uno trae”, argumenta la directora.

A casi 20 años de existencia, el proyecto educativo retoma con fuerza su objetivo de seguir empoderando a la niñez serrana y disminuir las brechas de desigualdad que atañen a la región, muchas de las cuales son causadas por el colonialismo que se extiende a nuestros tiempos y llega hasta las aulas mexicanas.

Con convicción y orgullo, la profesora Reynalda Salgado Diego, quien pasó de ser líder en su comunidad a docente de secundaria, finaliza resaltando que la Tosepan Kalnemachtiloyan se convirtió en un importante referente de conocimiento y esperanza para Cuetzalan.

Asegura que sus egresados, especialmente quienes ya concluyeron sus estudios superiores, vuelven al municipio con ansias de retornar a su pueblo la inversión, tanto en recursos económicos como en esfuerzo físico, que realizaron para que pudieran impulsar su educación y abrazar su identidad indígena.

La profesora destaca que los aprendizajes no se obtienen solo en el aula, sino también en las vivencias comunitarias. Por ello, remarca que la escuela busca que los egresados retornen tiempo después a sus pueblos para aplicar y compartir sus conocimientos.