Danza de los xinacates, la ofrenda a Don Goyo

Pobladores piden buenas cosechas al coloso de Puebla

Norma Marcial

  · lunes 5 de marzo de 2018

Foto: Erik Guzmán

Miedo, adrenalina y asombro son algunas de las emociones causadas por los "tiznados o xinacates", habitantes de San Nicolás de los Ranchos, quienes desde hace varias décadas celebran un peculiar carnaval para pedir buenas cosechas al volcán Popocatépetl.

Los participantes de esta tradición, que a decir de algunos habitantes de la zona nació en los tiempos prehispánicos, tienen una forma diferente de festejar la Semana Santa.

Desde ayer y hasta el próximo 6 de marzo, cerca de 300 habitantes de este municipio, exclusivamente del sexo masculino, rondan por el Centro Histórico, asustando tanto a lo-cales como a visitantes.

Ellos, a diferencia de los integrantes de los carnavales de otros municipios que usan trajes llamativos, solo cubren partes de sus cuerpos desnudos con combinaciones de aceites y pinturas en color negro, plateado, dorado, verde o rojo, y de esa forma caracterizan esta fiesta única en la región de Cholula.

Otros accesorios integrados a sus sencillos atuendos son cadenas, palos o chicotes que usan para anunciar su llegada a las calles de la cabecera local de San Nicolás de los Ran-chos, asentado en las faldas del volcán Popocatépetl.

Otros participantes incorporan a sus vestuarios máscaras y antifaces para cubrir sus ros-tros, como ocurrió ayer cuando uno portaba una con la cara de Andrés Manuel López Obrador, aspirante a la presidencia de México.

"Esta fiesta es para pedir buenas cosechas, pero también la usamos para hacer bromas y divertirnos un poco, porque a la gente le causa miedo vernos, y más cuando nos acerca-mos, porque los asustamos al abrazarlos, pues si lo logramos, los pintaremos", contó Os-valdo Cantero Sandre, uno de los xinacates de esta fiesta, quien a sus 18 años ya tiene arraigada esta tradición.

Al contar que por más de una década ha pintado su cuerpo en color plateado, el joven expresó que sus abuelos le heredaron esta tradición que disfruta cada año.

"Yo uso una pintura que se llama Congo en tono plata y la combino con aceite comestible, para obtener la calidad de pintado que requiere el atuendo, y quienes se pintan de negro mezclan tizne con aceite, pero lo importante de la fiesta es salir a las calles y decirle a la gente que ya estamos, que ya llegamos y que nos tienen que temer", asentó.

Refirió que aunque existe un tema económico en esta tradición, porque a quien no quiere cooperar para "el baño" se le obsequia un abrazo, tal condicionante es secundaria.

"En los tres días de Carnaval de los tiznados no sacas ni 200 pesos, pero lo importante y lo emocionante es cuando la gente escucha tus gritos o tus cadenas, palos o chicotes y se asusta", subrayó.

Por su parte, el pequeño Ángel, de nueve años, justo cuando fue captado por la lente de El Sol de Puebla al ser pintado para transformarse en uno de los "xicanates", dijo que era su cuarta ocasión de formar parte del contingente oficial.

"Me divierte espantar a quien me ve, es algo chido", asentó el menor.

Por su parte, Luis Meléndez, quien junto con su hijo de tres años disfrutaba la tradición, contó que en San Nicolás de los Ranchos los "tiznados o xinacates" seguirán engalanando el Carnaval de este municipio que ha aprendido a vivir con el Popocatépetl.