Depender de un “perrhijo” representaría algún trastorno afectivo: investigador

Carolina Vega

  · domingo 4 de junio de 2017

¿No puedes vivir sin tu ‘perrhijo’? Cuidado. Elinvestigador Jorge Navarro Campos, del Centro de Estudios de laFamilia y Sociedad (CEFAS) de la UPAEP, advierte que la excesivadependencia hacia esta mascota podría esconder anomalías en lamanera que percibimos las relaciones afectivas.

La mitad de tu quincena se diluye entre croquetas gourmet, citasal veterinario y accesorios para el pelo de tu perro, no soportasque otros canes le gruñan y te niegas a viajar sin él. Tratar ala mascota como un bebé podría ser sólo una muestra de empatíaanimal o encubrir algo más.

“-El dueño de un ‘perrhijo’- puede tener, no es un juicionecesario, una percepción equivocada de las relaciones humanas, dela calidad de las relaciones humanas”, explicó ayer en rueda deprensa. “Está bien tener un perrito pero no es comparable laexperiencia de la paternidad con la experiencia de una mascota, pormuy bonita que sea la mascota”.

Sustituir la relación paternofilial por el amor a una mascotaes una tendencia que se enmarca, añadió, en la crisis que vive lafamilia tradicional, aquella formada por los padres, los hijos y,en ocasiones, los abuelos.

“Podemos hablar claramente de un contexto de crisis de familiapero esta crisis está enmarcada claramente en un contexto decrisis social, se nos están volviendo líquidos los referentesfundamentales, están cambiando, no es bueno o malo, simplementeestán cambiando”, apuntó.

Pareja más perro igual a familia feliz es una ecuación ligadamuchas veces a la generación Millennial, aquella que nació en ladécada de 1980 o años posteriores. “Este fenómeno estásurgiendo apenas como un fenómeno generacional, los fenómenosgeneracionales necesitan tiempo para ser observados, para conocersi es una moda o es algo que va a quedar”, afirmó. “Es normalque una generación no repita mecánicamente los modelos de vida delas generaciones anteriores”.

El especialista de la UPAEP –siglas de la Universidad PopularAutónoma del estado de Puebla-, y, por cierto, orgulloso dueño deun perro, precisó que la relación entre tener un ‘perrhijo’ ysufrir distorsiones en la forma en que entendemos el vínculoafectivo con los demás no es incuestionable.

“Yo pertenezco a otra generación y debo ser muy precavido enno prejuzgar con mis parámetros lo que esta generación estáintentando, no está mal porque no hacen lo que yo haría, hay quever en su propia dinámica qué es lo que se está poniendo enjuego”, concedió.