El desbordamiento del Río Cantarranas, derivado de la lluvia que azotó al municipio de Atlixco el pasado lunes, dejó severos daños en las viviendas que se ubican en los bordes del mismo, especialmente en la colonia más cercana al caudal, Valle Sur.
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En la calle Álvaro Obregón, de esta colonia, el agua superó el nivel habitual del río e irrumpió en las viviendas que encontró a su paso. Una de ellas fue la de Mireya Calvario, quien perdió animales de granja y registró daños materiales en su hogar.
En la parte trasera de su casa tenía habilitados tres corrales, hechos con troncos, ladrillos y lámina. Sin embargo, esta parte de su casa fue la primera en recibir el impacto del agua, llevándose consigo en la corriente a dos cerdos, uno más sobrevivió.
En tanto, al interior de su casa el nivel del agua alcanzó el metro y medio de altura, lo cual quedó registrado en las manchas de lodo que tienen sus paredes un día después del siniestro. Ella y su familia perdieron todos sus muebles, la mayoría de madera, así como sus electrodomésticos (licuadora, refrigeradores, estufa, horno).
Jovani, su hijo, narra que la inundación fue tan sorpresiva que no tuvieron tiempo de rescatar ningún objeto, documento o mascota, apenas y pudieron ponerse a salvo ellos mismos. Un día después de esta inundación, pudieron rescatar la jaula en la que vivía otra mascota de su madre, un perico, el cual murió ahogado.
En esta vivienda tenían habilitada una papelería. Hoy, los peluches y regalos lucen cubiertos de lodo, así como las vitrinas y las fotocopiadoras, por el agua que las inundó, quedaron inservibles. No solo perdieron objetos personales, sino que tampoco pueden seguir con su negocio.
“A las siete de la mañana seguíamos con el agua hasta el cuello, echó abajo todos los refris, no nos dejó ni uno, tampoco tenemos colchones ya, todo se lo llevó el agua, cuando pudimos sacar toda el agua nos quedamos con lodo por toda la casa, todavía seguimos intentando limpiar, pero estamos cansados, ayer seguíamos sacando tierra a la una de la mañana”, relata.
Albergues no son opción
Frente a esta vivienda se ubica otra casa afectada. En esta, según comparte una de las residentes, el agua derribó uno de sus muros y el lodo se impregnó en la ropa de la familia. En el sitio se aprecia un enojo colectivo y un rechazo a trasladarse a algún albergue.
“Vienen las autoridades (municipales) y su única respuesta es que nos vayamos a un refugio, pero ¿Cómo vamos a dejar nuestras cosas? Mi marido apenas y puede caminar, no están fácil dejar todo e irnos”, señala.
Al igual que en la vivienda anterior, en esta montaron un negocio. Por dicha razón, se rehúsan a dejar su hogar e irse a un refugio, pues ello significaría pausar sus actividades comerciales y, en consecuencia, dejar de recibir dinero.
En la parte externa de esta casa aún se observan bultos de lodo que son retirados por los propios miembros de la familia. Al interior, dos mujeres se apresuran a preparar tortillas.
“Ayer vinieron del municipio, a decirnos que no podíamos estar así, que nos iban a traer ropa, comida, y no se cuánta cosa más, nos pidieron nuestro número y que regresarían, pero no volvieron a poner un pie aquí, si solo van a decir mentiras, preferimos que no venga nadie”, expresa.
Primer desbordamiento en años
Lucía, residente de la calle Prolongación de la 11 Sur, en la colonia San José, comparte que el pasado lunes también se desbordó parte del río en su vivienda, sin embargo, solo causó daños al exterior.
Ella, quien lleva viviendo 10 años en dicha zona, narra que es la primera vez que atestigua el desbordamiento del río que circula atrás de su casa. “En ningún año se había visto el agua de ese nivel, yo llevo 10 años acá, pero mi suegra ha vivido aquí toda su vida y es la primera vez que vemos algo así”, detalla.
No será la última lluvia en esta temporada, alerta, por lo que ella y su familia han empezado a rellenar costales con arena para colocarlos en la orilla de este caudal y así evitar que, en futuras precipitaciones, el agua logré ingresar a su casa.
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“Afortunadamente esta vez solo nos tiró unas plantas, pero a la próxima no sé si tendremos la misma suerte”, admite.
“¿Irse a un refugio no es una opción?”, cuestiona esta casa editorial. “No, primero nos iríamos con algún familiar, no es opción irnos”, responde.