/ lunes 3 de octubre de 2022

Vivir desnutrido afecta tu estado de animo y hasta se reflejará en tu vejez

Los menores de edad son los más afectados y el padecer desnutrición alimentaria trae consecuencias que van desde talla baja hasta trastornos en el estado de ánimo

El aumento de pobreza y la recesión laboral que experimentó Puebla durante los primeros dos años de la pandemia de Covid-19, acentuó la brecha alimentaria, provocando que cientos de personas vivan en situación de desnutrición. Durante los primeros años de la emergencia sanitaria, de 2020 a 2022, de acuerdo con la Secretaría de Salud (SSA) federal, la incidencia de esta enfermedad creció 29 por ciento.

El impacto más notable ocurrió en 2021 cuando, un año después de haberse detonado el brote de SARS-CoV-2 en la entidad poblana, 2 mil 438 personas entraron al padrón de la desnutrición. Para el siguiente año, lejos de disminuir, la cifra se acrecentó otro seis por ciento.

A decir de Ericka Ileana Escalante Izeta, maestra en Ciencias de la Salud por el Instituto Nacional de Salud Pública de México y docente de la Universidad Iberoamericana Puebla, el impacto económico adverso en cientos de hogares poblanos ha derivado en la reducción de sus ingresos, lo cual ha encauzado a que su accesibilidad a alimentos nutritivos y de buena calidad sea cada vez más precaria.

Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), hasta el segundo trimestre del presente año el 49 por ciento de los poblanos vivía con un ingreso mensual inferior al costo de la canasta básica familiar, cuyo valor es de 11 mil 291 pesos. Esto colocó a Puebla en el séptimo lugar a nivel nacional con esas características.

En cuanto al número de personas con algún grado de desnutrición, del 1 de enero a la primera quincena de septiembre de 2022, fue de 2 mil 576, según la SSA federal. Y aunque los datos no están segmentados por edades, la especialista advierte que las infancias son las más afligidas por esta condición, pues la exigua cantidad de alimentos que ingieren provoca afectaciones en su crecimiento y protección inmunológica, lo que da pie a que múltiples enfermedades se desarrollen y perduren para siempre.

¿Cómo prevenir la desnutrición?. Foto: Julio César Martínez | El Sol de Puebla


“Si no recibes los [nutrientes] que necesitas en estos primeros años, pues se sacrifica tu estatura, pero además, a nivel cognoscitivo, [afecta] el desarrollo del sistema nervioso central, principalmente el cerebro, pues es lo que sucede en estos primeros años de vida (...) entonces imagínate, tu cuerpo está resistiendo, está sacrificando su talla, y no tenemos una forma de medir qué pasa a nivel neurológico”, comparte la catedrática.

Según estimaciones hechas por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), en México, uno de cada ocho niños está condenado a afrontar esta patología.

A veces no tienen ni para una comida completa, la realidad

La deficiencia alimenticia es una condición que conocen bien en Comamos y Crezcamos con Alegría, una asociación civil situada en la capital del estado que, desde hace 19 años, se enfoca en atenuar la desnutrición y el rezago educativo en niños. Desde entonces, poco más de 15 mil infantes han sido atendidos en ese lugar.

En la colonia Lomas de Castillotla se ubica una de las dos instalaciones con las que cuenta la organización. Ahí recibe al equipo de El Sol de Puebla la encargada del lugar, Rosario López, psicóloga graduada de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).

En entrevista, la especialista reconoce que, durante los dos años pasados, su lista de beneficiarios incrementó 50 por ciento, y aunque cada año reciben nuevos niños, admite que nunca antes habían experimentado un aumento tan radical en la matrícula.

La respuesta a esta situación no es secreto para nadie, insiste, pues indica que muchos menores arribaron a la asociación debido a la precariedad económica que azotó a sus hogares a causa de la pandemia de Covid-19.

“La mayoría de nuestros niños son de escasos recursos, y en todos los casos hay desnutrición (...) [Además] padecen el abandono, pues a veces los papás no están muy adentrados en la educación de sus niños, o sea, como que falta un poquito más de preocupación”, relata.

Además, aunque reciben a menores desde los tres hasta los 13 años, López destaca la llegada de varios niños de entre seis y 13 años, durante el último par de años. Esto preocupa a Rosario, pues se trata de edades escolares fundamentales, sobre todo en el desarrollo cognitivo.

Añade que, con base en su experiencia, el obstáculo más grande es la precariedad que abunda en los hogares poblanos, pues en muchas ocasiones, cada familia envía entre tres y cuatro niños cada una, pues las posibilidades de muchos padres para alimentar apropiadamente a sus hijos, es escasa.

“A veces no tienen ni para una comida completa (...) Muchas veces [consumen] lo poco que les puedan llevar sus papás de comida, o que puede ser alguna fritura o algo que les regalen”, relata.

Aunado a lo anterior, reconoce que, en muchos casos, la precariedad ocasiona que los alimentos que los niños reciben en ese espacio, sean o los primeros, o los únicos nutrientes que consumen en todo el día.

Aprendiendo a comer

Es la 1 de la tarde y la sede de la asociación abre sus puertas para recibir a los inquietos y curiosos niños que llegan todos los días a comer, pero también a aprender, jugar y hacer amigos.

La labor de la organización comienza por las tardes, pues enfocados en ofrecer un acompañamiento integral a los infantes, incentivan a sus familias a evitar la deserción escolar, por lo que su intención es ser un espacio que complemente el desarrollo académico, con el físico y mental.

Si empresas privadas donarán alimentos no comercializados, ayudarían mucho. Foto: Julio César Martínez | El Sol de Puebla


Su prioridad es proveer alimentos sanos, frescos y nutritivos en las zonas de alta marginación de Puebla capital. No obstante, su incidencia no se limita a ofrecer platos de comida rica y saludable únicamente, pues también ofrecen servicio médico, psicológico y acompañamiento académico. Rosario asegura que una de las principales características del déficit nutricional es precisamente el rezago educativo, derivado de los problemas que desencadena la precaria alimentación.

La encargada de preparar los variados platillos es Andrea, madre de una niña de 11 y un niño de 8, ambos beneficiarios de Comamos y Crezcamos con Alegría. Fue hace cinco años cuando ella acudió por primera vez a la asociación, como usuaria, y poco después entró a trabajar como cocinera.

La comida que elabora día con día la realiza de la mano de nutriólogos. Además, la compra de alimentos que ocupa es lograda gracias a los donativos que la gente hace de forma mensual, al “apadrinar a un niño”. Este programa altruista consiste en la donación de 250 pesos mensuales, con lo que se garantiza la ingesta alimentaria de un sólo infante durante ese periodo.

En entrevista, Andrea comparte que ser cocinera en ese lugar ha sido el honor más grande de su vida y, desde luego, el más retributivo, pues además del orgullo que siente al ver el agrado de los niños mientras comen saludable, ha aprendido sobre la importancia de cocinar platillos balanceados y, con ello, mejorar la calidad alimenticia en su hogar.

Además de las donaciones, venta de productos, rifas y otros eventos, la asociación sostiene sus operaciones gracias a las cuotas de recuperación, que pueden ir de entre 0 a 11 pesos diarios, dependiendo del nivel socioeconómico de cada familia. El ingreso de este recurso permite solventar los sueldos de los profesionales que ahí laboran.

Comer alimentos procesados como jamón o salchichas, no es alimentarse bien

La doctora Escalante Izeta reconoce que hay una serie de factores que provocan la desnutrición, los cuales no sólo son económicos, sino que también culturales.

“En las zonas rurales, el cuidado a la alimentación infantil no está tan culturalmente arraigado como, a lo mejor, en las zonas urbanas, y a los niños pues se les da menos cantidad de alimento que lo que realmente necesitan, derivando en un problema de inseguridad alimentaria”, expone.

No obstante, deduce que la crisis económica, sobre todo la que fue causada por la desocupación laboral observada en los dos años pasados, motivó el crecimiento en la incidencia de esta patología relacionada al déficit alimentario.

“Los empleos que se perdieron durante la pandemia impactan en la carencia de alimentos y la inseguridad alimentaria en los hogares (...) Tener alimentos de calidad va a depender de que las familias tengan un ingreso económico (...) Que puedan ir a la tiendita de la esquina y comprarse una Maruchan (sopa instantánea) o alimentos procesados como jamón o salchichas, no quiere decir que ya comieron”, apunta.

A todo lo anterior se le suma otra característica que puede acentuar aún más esa brecha estructural: la pertenencia a un grupo indígena. En ese sentido, indica que la discriminación se contrapone como un obstáculo más en el acceso a una alimentación sana.

“Históricamente han sido la población más afectada y más vulnerable en estos temas de alimentación, desnutrición y de inseguridad alimentaria (...) sí creo que tiene que ver con temas culturales y discriminación, perdón, pero también influyen sus costumbres y tradiciones”, asegura.

¿Cuáles son las principales consecuencias de la desnutrición?. Foto: Julio César Martínez | El Sol de Puebla

Desiertos alimentarios

Aunado a lo anterior, la investigadora de la Ibero Puebla ubica que las políticas agroalimentarias en la entidad han sido históricamente insuficientes, pues muchas de ellas se han enfocado en incentivar la producción agrícola.

La cuestión es que no se construyen redes de suministro, que promuevan la accesibilidad de alimentos nutritivos, especialmente a quienes viven en desnutrición.

“Otro problema estructural tiene que ver con el campo. No es solamente que tengas alimentos ultra procesados de fácil acceso en cada tiendita que encuentras tanto en zonas rurales, como urbanas, sino que también estamos teniendo problemas con el acceso a los alimentos frescos”, señala.

Una de las condiciones más comunes en Puebla, es que precisamente las poblaciones más marginadas cuentan con muy pocas opciones para adquirir productos alimenticios de calidad. A esta condición se le conoce como desiertos alimentarios.

“Un desierto alimentario es cuando una población no tiene [una elección] cercana para conseguir alimentos frescos, como son frutas, verduras, cárnicos de buena calidad o lácteos (...) Podrías pensar que en una zona urbana marginada fácilmente se podría ir al mercado a comprar verduras y frutas, pero resulta que estos mercados suelen estar lejanos a la zona donde habitan las personas”, consigna.

Esto no sólo encarece el costo de los productos, sino que también reduce aún más las posibilidades de que una familia pueda mejorar sus condiciones de alimentación en el futuro cercano.

¿Cuáles son las principales consecuencias de la desnutrición?

Por su parte, Víctor Manuel Caballero Solano, maestro en Salud Pública por la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) y docente de la Facultad de Medicina de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), comenta que existen tres tipos de desnutrición: leve, moderada y severa. En cada uno, existen daños que, si bien, pueden solucionarse con prontitud, hay otros que pueden persistir hasta la madurez.

“Es importante que sean alimentados, desde que son recién nacidos con lactancia, y hasta los ocho años de edad, durante la etapa en la que el niño está en la primaria. Es muy importante que no tenga carencias alimentarias y, por carencias quiero decir menos comida o comida de mala calidad (...) Si un niño no se alimenta correctamente, va a tener irremediablemente desde problemas cognitivos [hasta] de desarrollo”, comenta en entrevista.

En el ámbito fisiológico, las infancias que atraviesan sus primeros años de vida sin los nutrientes necesarios para su crecimiento, se vuelven sensibles a producir alteraciones desfavorables en su organismo. Una de las más comunes es la reducción de talla. Muchas veces, cuando un niño alcanza su adolescencia con una baja estatura, se debe a que tuvo problemas de alimentación, pues no siempre influyen los rasgos genéticos.

Asimismo, tanto el sistema muscular como la masa ósea se debilitan y esto puede generar heridas irreparables que se agravan generalmente durante la vejez.

“Una enfermedad que inicia en la infancia se puede hacer crónica cuando un pequeñito crece con desnutrición, pues conlleva una lesión, vamos, una cicatriz orgánica en su organismo, [porque] no creció adecuadamente, sus huesos no crecieron, su hígado no tiene forma adecuada, tiene un cerebro con limitaciones y esto ya no se revierte, esa es una condición delicada y grave”, subraya.

Y agrega: “Un adulto mayor desnutrido se expone a tener úlceras (...) y porque no tiene masa muscular adecuada se infecta fácilmente, lo que puede llevar a tener neumonías. La desnutrición nos lleva a cualquier tipo de enfermedad”.

Andrea trabajao en Comamos y Crezcamos con Alegría en Puebla. Foto: Julio César Martínez | El Sol de Puebla


En el caso específico de las niñas, el aprovechamiento nutricional deficiente puede derivar en el retardamiento del proceso de menstruación.

Desnutrición y sus efectos

Aunque las afectaciones físicas son las más perceptibles, Caballero Solano refiere que existen varias condiciones relacionadas a la mente y su funcionamiento, las cuales son provocadas por la desnutrición. Desde trastornos alimenticios, hasta deficiencias para concentrarse.

“Estar mal alimentado provoca tener una capacidad cognitiva inadecuada y hay pérdida de su energía (...) Podemos tener adolescentes que crecieron en extrema pobreza y que por supuesto llegaron a la adolescencia con carencias alimentarias y vitamínicas importantes en la adultez. Así vamos a tener un adulto con graves problemas de integración social y aislamiento”, asegura.

Del mismo modo, indica que la desnutrición también puede originarse desde diferentes tipos de abuso, es decir, no necesariamente surge a raíz de una carencia económica, sino más bien del trauma que generan ciertos momentos de la vida y que pueden derivar en el desarrollo de trastornos como es el caso de la anorexia.

“Muchos de ellos están ligados al abuso de cualquier tipo, sexual, psicológico o bullying, que les impacta en su forma de comer y los lleva a una desnutrición severa”, apunta.

¿Cómo prevenir la desnutrición?

De acuerdo con el docente de la UPAEP, la obligación principal del cuidado de los niños recae en los padres de familia, sin embargo, ante los contextos adversos que impiden un correcto desarrollo, el Estado debe intervenir de inmediato, pues la inacción provoca agravios para las generaciones más jóvenes, lo cual repercute en el futuro.

“Los niños son el futuro del país, y tiene que ver reflejado si eso es realmente lo que creemos. Si confiamos en que México debe ser un país fuerte, hay que invertir en los niños y en los jóvenes, es ahí donde hay que poner los mayores recursos (...) Para invertir en el bienestar y la salud de nuestros niños estarán estaremos invirtiendo en la estabilidad y desarrollo de nuestro país no creo que hay es clave”, refiere.

Agrega que otras estrategias, como pueden ser, el reforzamiento del suministro alimenticio, pero también de promover una alimentación sana, sobre todo en escuelas, son fundamentales. A eso se le suma la escasa difusión sobre la preparación de alimentos sanos.

“[Deberíamos] tener un programa social, que no regale dinero, sino que ofrezca alimentos saludables a la población, me refiero a comedores comunitarios o lugares de muy bajo costo o incluso gratuitos, que existen muchos, y que son de grupos voluntarios pero que no son suficientes (...) Tendríamos que generar políticas públicas que permitieran informar, orientar, educar y administrar o distribuir alimentos a la población”, abona.

Lastimosamente, el especialista advierte que las cosas empeorarán antes de mejorar, pues las condiciones inflacionarias actuales provocarán el encarecimiento de muchos productos, así como el aumento delictivo.

“Veo con preocupación (los próximos años) porque sí, este tema y otros, se van a complicar. Estamos en una situación en México en donde incluso la violencia (...) impacta en la alimentación. Entonces las condiciones sociales que hoy tenemos son la falta de tranquilidad y de paz, la falta de apoyo y programas sociales para la alimentación y la salud (...) Veo un panorama en donde podemos ver que nuestra población se puede ver mucho más afectada en temas de salud”, menciona.

Desnutrición y carencia alimentaria en Puebla. Foto: Julio César Martínez | El Sol de Puebla

Empresas privadas pueden donar alimentos no comercializados

Los dos catedráticos previamente consultados concurrieron en que deben generarse políticas públicas que reduzcan el desperdicio de alimentos, pues se necesitan mecanismos obligatorios para que las empresas dedicadas a la venta de comida otorguen sus productos no comercializados y que estén en buen estado a organizaciones como Comamos y Crezcamos con Alegría A.C. Según la FAO, en México se desperdician alrededor de 20 millones toneladas de alimentos cada año.

Un empresario que ya hace lo propio es Enrique Romero, dueño del establecimiento Rincón de Tacotlán, un restaurante de comida vegana que comparte los principios de evitar el desperdicio, pero también las responsabilidades que tienen los lugares enfocados en la venta de alimentos.

Desde hace poco más de dos años, formó una red de restaurantes –todos veganos y vegetarianos–, con los que promueve la solidaridad con personas que afrontan problemas de desnutrición. Esa iniciativa se llama Alimentos por la Vida, y aunque fue intermitente durante la pandemia de Covid-19, asegura que el proyecto ya será recuperado de forma permanente.

Su inquietud surge luego de que, como empresario que se beneficia con la venta de alimentos, reconoció que existe una gran responsabilidad hacia los usuarios, especialmente en casos como el suyo, en los cuales se comercializan alimentos considerados “casuales”, tal es el caso de taquerías, etcétera.

Por ejemplo, en su caso, pese a vender gran variedad de tacos, la totalidad de sus insumos son de origen vegetal y, a su vez, se enfoca en que los productos que utilice sean lo menos dañinos para la salud de las personas –además de asequibles–.

“Esta cocina en particular lo que intentamos hacer es lo que hacían nuestros antepasados. Ellos mezclaban carbohidratos con leguminosas”, asegura en entrevista.

Finalmente, es importante destacar que esta casa editorial consultó a la Secretaría de Salud del gobierno estatal sobre el número exacto de menores edad que viven con desnutrición, así como los programas diseñados para aminorar esta crisis, sin embargo, hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta favorable.

El aumento de pobreza y la recesión laboral que experimentó Puebla durante los primeros dos años de la pandemia de Covid-19, acentuó la brecha alimentaria, provocando que cientos de personas vivan en situación de desnutrición. Durante los primeros años de la emergencia sanitaria, de 2020 a 2022, de acuerdo con la Secretaría de Salud (SSA) federal, la incidencia de esta enfermedad creció 29 por ciento.

El impacto más notable ocurrió en 2021 cuando, un año después de haberse detonado el brote de SARS-CoV-2 en la entidad poblana, 2 mil 438 personas entraron al padrón de la desnutrición. Para el siguiente año, lejos de disminuir, la cifra se acrecentó otro seis por ciento.

A decir de Ericka Ileana Escalante Izeta, maestra en Ciencias de la Salud por el Instituto Nacional de Salud Pública de México y docente de la Universidad Iberoamericana Puebla, el impacto económico adverso en cientos de hogares poblanos ha derivado en la reducción de sus ingresos, lo cual ha encauzado a que su accesibilidad a alimentos nutritivos y de buena calidad sea cada vez más precaria.

Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), hasta el segundo trimestre del presente año el 49 por ciento de los poblanos vivía con un ingreso mensual inferior al costo de la canasta básica familiar, cuyo valor es de 11 mil 291 pesos. Esto colocó a Puebla en el séptimo lugar a nivel nacional con esas características.

En cuanto al número de personas con algún grado de desnutrición, del 1 de enero a la primera quincena de septiembre de 2022, fue de 2 mil 576, según la SSA federal. Y aunque los datos no están segmentados por edades, la especialista advierte que las infancias son las más afligidas por esta condición, pues la exigua cantidad de alimentos que ingieren provoca afectaciones en su crecimiento y protección inmunológica, lo que da pie a que múltiples enfermedades se desarrollen y perduren para siempre.

¿Cómo prevenir la desnutrición?. Foto: Julio César Martínez | El Sol de Puebla


“Si no recibes los [nutrientes] que necesitas en estos primeros años, pues se sacrifica tu estatura, pero además, a nivel cognoscitivo, [afecta] el desarrollo del sistema nervioso central, principalmente el cerebro, pues es lo que sucede en estos primeros años de vida (...) entonces imagínate, tu cuerpo está resistiendo, está sacrificando su talla, y no tenemos una forma de medir qué pasa a nivel neurológico”, comparte la catedrática.

Según estimaciones hechas por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), en México, uno de cada ocho niños está condenado a afrontar esta patología.

A veces no tienen ni para una comida completa, la realidad

La deficiencia alimenticia es una condición que conocen bien en Comamos y Crezcamos con Alegría, una asociación civil situada en la capital del estado que, desde hace 19 años, se enfoca en atenuar la desnutrición y el rezago educativo en niños. Desde entonces, poco más de 15 mil infantes han sido atendidos en ese lugar.

En la colonia Lomas de Castillotla se ubica una de las dos instalaciones con las que cuenta la organización. Ahí recibe al equipo de El Sol de Puebla la encargada del lugar, Rosario López, psicóloga graduada de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).

En entrevista, la especialista reconoce que, durante los dos años pasados, su lista de beneficiarios incrementó 50 por ciento, y aunque cada año reciben nuevos niños, admite que nunca antes habían experimentado un aumento tan radical en la matrícula.

La respuesta a esta situación no es secreto para nadie, insiste, pues indica que muchos menores arribaron a la asociación debido a la precariedad económica que azotó a sus hogares a causa de la pandemia de Covid-19.

“La mayoría de nuestros niños son de escasos recursos, y en todos los casos hay desnutrición (...) [Además] padecen el abandono, pues a veces los papás no están muy adentrados en la educación de sus niños, o sea, como que falta un poquito más de preocupación”, relata.

Además, aunque reciben a menores desde los tres hasta los 13 años, López destaca la llegada de varios niños de entre seis y 13 años, durante el último par de años. Esto preocupa a Rosario, pues se trata de edades escolares fundamentales, sobre todo en el desarrollo cognitivo.

Añade que, con base en su experiencia, el obstáculo más grande es la precariedad que abunda en los hogares poblanos, pues en muchas ocasiones, cada familia envía entre tres y cuatro niños cada una, pues las posibilidades de muchos padres para alimentar apropiadamente a sus hijos, es escasa.

“A veces no tienen ni para una comida completa (...) Muchas veces [consumen] lo poco que les puedan llevar sus papás de comida, o que puede ser alguna fritura o algo que les regalen”, relata.

Aunado a lo anterior, reconoce que, en muchos casos, la precariedad ocasiona que los alimentos que los niños reciben en ese espacio, sean o los primeros, o los únicos nutrientes que consumen en todo el día.

Aprendiendo a comer

Es la 1 de la tarde y la sede de la asociación abre sus puertas para recibir a los inquietos y curiosos niños que llegan todos los días a comer, pero también a aprender, jugar y hacer amigos.

La labor de la organización comienza por las tardes, pues enfocados en ofrecer un acompañamiento integral a los infantes, incentivan a sus familias a evitar la deserción escolar, por lo que su intención es ser un espacio que complemente el desarrollo académico, con el físico y mental.

Si empresas privadas donarán alimentos no comercializados, ayudarían mucho. Foto: Julio César Martínez | El Sol de Puebla


Su prioridad es proveer alimentos sanos, frescos y nutritivos en las zonas de alta marginación de Puebla capital. No obstante, su incidencia no se limita a ofrecer platos de comida rica y saludable únicamente, pues también ofrecen servicio médico, psicológico y acompañamiento académico. Rosario asegura que una de las principales características del déficit nutricional es precisamente el rezago educativo, derivado de los problemas que desencadena la precaria alimentación.

La encargada de preparar los variados platillos es Andrea, madre de una niña de 11 y un niño de 8, ambos beneficiarios de Comamos y Crezcamos con Alegría. Fue hace cinco años cuando ella acudió por primera vez a la asociación, como usuaria, y poco después entró a trabajar como cocinera.

La comida que elabora día con día la realiza de la mano de nutriólogos. Además, la compra de alimentos que ocupa es lograda gracias a los donativos que la gente hace de forma mensual, al “apadrinar a un niño”. Este programa altruista consiste en la donación de 250 pesos mensuales, con lo que se garantiza la ingesta alimentaria de un sólo infante durante ese periodo.

En entrevista, Andrea comparte que ser cocinera en ese lugar ha sido el honor más grande de su vida y, desde luego, el más retributivo, pues además del orgullo que siente al ver el agrado de los niños mientras comen saludable, ha aprendido sobre la importancia de cocinar platillos balanceados y, con ello, mejorar la calidad alimenticia en su hogar.

Además de las donaciones, venta de productos, rifas y otros eventos, la asociación sostiene sus operaciones gracias a las cuotas de recuperación, que pueden ir de entre 0 a 11 pesos diarios, dependiendo del nivel socioeconómico de cada familia. El ingreso de este recurso permite solventar los sueldos de los profesionales que ahí laboran.

Comer alimentos procesados como jamón o salchichas, no es alimentarse bien

La doctora Escalante Izeta reconoce que hay una serie de factores que provocan la desnutrición, los cuales no sólo son económicos, sino que también culturales.

“En las zonas rurales, el cuidado a la alimentación infantil no está tan culturalmente arraigado como, a lo mejor, en las zonas urbanas, y a los niños pues se les da menos cantidad de alimento que lo que realmente necesitan, derivando en un problema de inseguridad alimentaria”, expone.

No obstante, deduce que la crisis económica, sobre todo la que fue causada por la desocupación laboral observada en los dos años pasados, motivó el crecimiento en la incidencia de esta patología relacionada al déficit alimentario.

“Los empleos que se perdieron durante la pandemia impactan en la carencia de alimentos y la inseguridad alimentaria en los hogares (...) Tener alimentos de calidad va a depender de que las familias tengan un ingreso económico (...) Que puedan ir a la tiendita de la esquina y comprarse una Maruchan (sopa instantánea) o alimentos procesados como jamón o salchichas, no quiere decir que ya comieron”, apunta.

A todo lo anterior se le suma otra característica que puede acentuar aún más esa brecha estructural: la pertenencia a un grupo indígena. En ese sentido, indica que la discriminación se contrapone como un obstáculo más en el acceso a una alimentación sana.

“Históricamente han sido la población más afectada y más vulnerable en estos temas de alimentación, desnutrición y de inseguridad alimentaria (...) sí creo que tiene que ver con temas culturales y discriminación, perdón, pero también influyen sus costumbres y tradiciones”, asegura.

¿Cuáles son las principales consecuencias de la desnutrición?. Foto: Julio César Martínez | El Sol de Puebla

Desiertos alimentarios

Aunado a lo anterior, la investigadora de la Ibero Puebla ubica que las políticas agroalimentarias en la entidad han sido históricamente insuficientes, pues muchas de ellas se han enfocado en incentivar la producción agrícola.

La cuestión es que no se construyen redes de suministro, que promuevan la accesibilidad de alimentos nutritivos, especialmente a quienes viven en desnutrición.

“Otro problema estructural tiene que ver con el campo. No es solamente que tengas alimentos ultra procesados de fácil acceso en cada tiendita que encuentras tanto en zonas rurales, como urbanas, sino que también estamos teniendo problemas con el acceso a los alimentos frescos”, señala.

Una de las condiciones más comunes en Puebla, es que precisamente las poblaciones más marginadas cuentan con muy pocas opciones para adquirir productos alimenticios de calidad. A esta condición se le conoce como desiertos alimentarios.

“Un desierto alimentario es cuando una población no tiene [una elección] cercana para conseguir alimentos frescos, como son frutas, verduras, cárnicos de buena calidad o lácteos (...) Podrías pensar que en una zona urbana marginada fácilmente se podría ir al mercado a comprar verduras y frutas, pero resulta que estos mercados suelen estar lejanos a la zona donde habitan las personas”, consigna.

Esto no sólo encarece el costo de los productos, sino que también reduce aún más las posibilidades de que una familia pueda mejorar sus condiciones de alimentación en el futuro cercano.

¿Cuáles son las principales consecuencias de la desnutrición?

Por su parte, Víctor Manuel Caballero Solano, maestro en Salud Pública por la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) y docente de la Facultad de Medicina de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), comenta que existen tres tipos de desnutrición: leve, moderada y severa. En cada uno, existen daños que, si bien, pueden solucionarse con prontitud, hay otros que pueden persistir hasta la madurez.

“Es importante que sean alimentados, desde que son recién nacidos con lactancia, y hasta los ocho años de edad, durante la etapa en la que el niño está en la primaria. Es muy importante que no tenga carencias alimentarias y, por carencias quiero decir menos comida o comida de mala calidad (...) Si un niño no se alimenta correctamente, va a tener irremediablemente desde problemas cognitivos [hasta] de desarrollo”, comenta en entrevista.

En el ámbito fisiológico, las infancias que atraviesan sus primeros años de vida sin los nutrientes necesarios para su crecimiento, se vuelven sensibles a producir alteraciones desfavorables en su organismo. Una de las más comunes es la reducción de talla. Muchas veces, cuando un niño alcanza su adolescencia con una baja estatura, se debe a que tuvo problemas de alimentación, pues no siempre influyen los rasgos genéticos.

Asimismo, tanto el sistema muscular como la masa ósea se debilitan y esto puede generar heridas irreparables que se agravan generalmente durante la vejez.

“Una enfermedad que inicia en la infancia se puede hacer crónica cuando un pequeñito crece con desnutrición, pues conlleva una lesión, vamos, una cicatriz orgánica en su organismo, [porque] no creció adecuadamente, sus huesos no crecieron, su hígado no tiene forma adecuada, tiene un cerebro con limitaciones y esto ya no se revierte, esa es una condición delicada y grave”, subraya.

Y agrega: “Un adulto mayor desnutrido se expone a tener úlceras (...) y porque no tiene masa muscular adecuada se infecta fácilmente, lo que puede llevar a tener neumonías. La desnutrición nos lleva a cualquier tipo de enfermedad”.

Andrea trabajao en Comamos y Crezcamos con Alegría en Puebla. Foto: Julio César Martínez | El Sol de Puebla


En el caso específico de las niñas, el aprovechamiento nutricional deficiente puede derivar en el retardamiento del proceso de menstruación.

Desnutrición y sus efectos

Aunque las afectaciones físicas son las más perceptibles, Caballero Solano refiere que existen varias condiciones relacionadas a la mente y su funcionamiento, las cuales son provocadas por la desnutrición. Desde trastornos alimenticios, hasta deficiencias para concentrarse.

“Estar mal alimentado provoca tener una capacidad cognitiva inadecuada y hay pérdida de su energía (...) Podemos tener adolescentes que crecieron en extrema pobreza y que por supuesto llegaron a la adolescencia con carencias alimentarias y vitamínicas importantes en la adultez. Así vamos a tener un adulto con graves problemas de integración social y aislamiento”, asegura.

Del mismo modo, indica que la desnutrición también puede originarse desde diferentes tipos de abuso, es decir, no necesariamente surge a raíz de una carencia económica, sino más bien del trauma que generan ciertos momentos de la vida y que pueden derivar en el desarrollo de trastornos como es el caso de la anorexia.

“Muchos de ellos están ligados al abuso de cualquier tipo, sexual, psicológico o bullying, que les impacta en su forma de comer y los lleva a una desnutrición severa”, apunta.

¿Cómo prevenir la desnutrición?

De acuerdo con el docente de la UPAEP, la obligación principal del cuidado de los niños recae en los padres de familia, sin embargo, ante los contextos adversos que impiden un correcto desarrollo, el Estado debe intervenir de inmediato, pues la inacción provoca agravios para las generaciones más jóvenes, lo cual repercute en el futuro.

“Los niños son el futuro del país, y tiene que ver reflejado si eso es realmente lo que creemos. Si confiamos en que México debe ser un país fuerte, hay que invertir en los niños y en los jóvenes, es ahí donde hay que poner los mayores recursos (...) Para invertir en el bienestar y la salud de nuestros niños estarán estaremos invirtiendo en la estabilidad y desarrollo de nuestro país no creo que hay es clave”, refiere.

Agrega que otras estrategias, como pueden ser, el reforzamiento del suministro alimenticio, pero también de promover una alimentación sana, sobre todo en escuelas, son fundamentales. A eso se le suma la escasa difusión sobre la preparación de alimentos sanos.

“[Deberíamos] tener un programa social, que no regale dinero, sino que ofrezca alimentos saludables a la población, me refiero a comedores comunitarios o lugares de muy bajo costo o incluso gratuitos, que existen muchos, y que son de grupos voluntarios pero que no son suficientes (...) Tendríamos que generar políticas públicas que permitieran informar, orientar, educar y administrar o distribuir alimentos a la población”, abona.

Lastimosamente, el especialista advierte que las cosas empeorarán antes de mejorar, pues las condiciones inflacionarias actuales provocarán el encarecimiento de muchos productos, así como el aumento delictivo.

“Veo con preocupación (los próximos años) porque sí, este tema y otros, se van a complicar. Estamos en una situación en México en donde incluso la violencia (...) impacta en la alimentación. Entonces las condiciones sociales que hoy tenemos son la falta de tranquilidad y de paz, la falta de apoyo y programas sociales para la alimentación y la salud (...) Veo un panorama en donde podemos ver que nuestra población se puede ver mucho más afectada en temas de salud”, menciona.

Desnutrición y carencia alimentaria en Puebla. Foto: Julio César Martínez | El Sol de Puebla

Empresas privadas pueden donar alimentos no comercializados

Los dos catedráticos previamente consultados concurrieron en que deben generarse políticas públicas que reduzcan el desperdicio de alimentos, pues se necesitan mecanismos obligatorios para que las empresas dedicadas a la venta de comida otorguen sus productos no comercializados y que estén en buen estado a organizaciones como Comamos y Crezcamos con Alegría A.C. Según la FAO, en México se desperdician alrededor de 20 millones toneladas de alimentos cada año.

Un empresario que ya hace lo propio es Enrique Romero, dueño del establecimiento Rincón de Tacotlán, un restaurante de comida vegana que comparte los principios de evitar el desperdicio, pero también las responsabilidades que tienen los lugares enfocados en la venta de alimentos.

Desde hace poco más de dos años, formó una red de restaurantes –todos veganos y vegetarianos–, con los que promueve la solidaridad con personas que afrontan problemas de desnutrición. Esa iniciativa se llama Alimentos por la Vida, y aunque fue intermitente durante la pandemia de Covid-19, asegura que el proyecto ya será recuperado de forma permanente.

Su inquietud surge luego de que, como empresario que se beneficia con la venta de alimentos, reconoció que existe una gran responsabilidad hacia los usuarios, especialmente en casos como el suyo, en los cuales se comercializan alimentos considerados “casuales”, tal es el caso de taquerías, etcétera.

Por ejemplo, en su caso, pese a vender gran variedad de tacos, la totalidad de sus insumos son de origen vegetal y, a su vez, se enfoca en que los productos que utilice sean lo menos dañinos para la salud de las personas –además de asequibles–.

“Esta cocina en particular lo que intentamos hacer es lo que hacían nuestros antepasados. Ellos mezclaban carbohidratos con leguminosas”, asegura en entrevista.

Finalmente, es importante destacar que esta casa editorial consultó a la Secretaría de Salud del gobierno estatal sobre el número exacto de menores edad que viven con desnutrición, así como los programas diseñados para aminorar esta crisis, sin embargo, hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta favorable.

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