La migración de menores poblanos a Estados Unidos, sin acompañamiento, no es un hecho aislado ni reciente. De acuerdo con el Boletín Mensual de Estadísticas Migratorias del gobierno federal, tan solo en los últimos cinco años, de enero de 2019 a diciembre de 2023, un total de tres mil 688 menores de edad que viajaban solos, y que son originarios de Puebla, fueron devueltos de Estados Unidos a México. De estos, 67 eran menores de 11 años.
A decir de Anayuri Güemes Cruz, doctora en Ciencias Antropológicas y académica de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), que las infancias migren sin acompañamiento refleja una desesperación social por no encontrar condiciones de vida óptimas en su entorno, que posiblemente esté atravesado por signos de pobreza, violencia, entre otros factores.
Además, da cuenta del incumplimiento y del fracaso del Estado por garantizar que estas niñas, niños y adolescentes puedan gozar plenamente de sus derechos en su lugar de origen, orillándolos a tomar decisiones que los ponen en peligro.
“Lo que nos demuestra es que no se han garantizado estos derechos a las infancias, que sí están en el papel, pero que en realidad no hay un ejercicio real, no se ha logrado que todas las infancias estén protegidas”, señala.
El riesgo de migrar solos en la niñez es tan alto que, la muerte no es el peor escenario para los menores de edad. Al viajar solas, las infancias son vulnerables a ser víctimas de distintos tipos de explotación, siendo la sexual la más común, aunado a la captación de grupos de crimen organizado, entre otros.
Es constante la migración de niños poblanos sin compañía
Según el documento federal, el flujo migratorio de menores poblanos sin acompañamiento se ha mantenido constante en los últimos años, siendo el 2022 el año que reportó mayor número de casos, con un total de mil 69.
De enero a diciembre de 2019, el número de niñas y niños que viajaron solos a Estados Unidos desde Puebla fue de 555, 11 de ellos fueron menores de 11 años de edad. En tanto que, en el mismo periodo del 2020, se registraron 468, con 11 casos menores de 11 años.
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En 2021 la cifra aumentó a 866 casos, con 850 personas menores de 18 años y 16 menores de 11 años que fueron devueltos a México. En contraste, el año con más casos, 2022, se reportaron mil 69 casos, donde solo 10 fueron menores de 11 años de edad.
Finalmente, en 2023 hubo una ligera disminución en esta cifra, pues durante ese año fueron devueltos 730 menores poblanos que viajaban solos a Estados Unidos.
Menores migran para no repetir su realidad
Si migrar no es seguro para un adulto, mucho menos lo es para un menor de edad. Poner en riesgo la integridad de las infancias para que no sean víctimas de la realidad de sus familias, es condenarlos a situaciones aún más peligrosas, advierte la especialista.
Sin embargo, juzgar a los adultos desde una posición de privilegios y adjudicarles la culpa de este flujo migratorio tampoco es justo. Hay condiciones desfavorables que rebasan, incluso, la capacidad de los mismos por resolverlo, obligando a uno de los actores más vulnerables de las familias a salir de sus hogares por la búsqueda de mejores condiciones de vida.
Muchas veces esas condiciones tan crudas, llenas de violencia y otro tipo de cosas, hace que ya sean niños y niñas quienes tengan que trasladarse y pasar por todas estas distintas situaciones (…) un factor que es la violencia, puede estar presente hace que ciertas generaciones de padres quieran que sus hijos no tengan esas condiciones, que no estén presentes y que no tengan que estar viviendo esa misma realidad explica.
Según el mismo documento del gobierno federal, el número de infancias que migraron solas y que fueron devueltos a su lugar de origen rebasan a aquellos que iban en compañía de un adulto, ya que en el mismo periodo fueron deportados mil 353 menores de 17 años.
El Estado indirectamente motiva la migración
La pobreza es la condición más aguda que motiva la migración, pero existen otros escenarios que van más allá de una cuestión económica que orillan a este fenómeno, detalla la académica.
Si bien la estructura familiar es donde se acentúan estas condiciones y donde surge el proceso migratorio, el Estado también está vinculado con esta articulación, toda vez que no ha sido capaz de garantizar a las infancias el goce de sus derechos y su protección, sino también porque no ha logrado brindar las condiciones de trabajo, salud y otros, para que las familias no migren.
“Si el Estado no garantiza el acceso a un trabajo y un salario digno entonces hay otra serie de cosas que se desencadenan, no es que directamente el Estado sea responsable de que las infancias migren, sino es una articulación más compleja”, agrega.
Así, es ir más allá que solamente pensar que el Estado no está haciendo su trabajo, sino que la relación entre el Estado y el individuo es mucho más compleja, porque no se está garantizando de forma equitativa las garantías que todos deberían de tener.
Difícil control de la migración infantil
Detener el flujo migratorio de las infancias sin compañía es difícil, casi imposible. Lo que tendría que hacer Puebla, desde su gobierno, es generar un diagnóstico de las razones por las que su población migra, sugiere Güemez.
Esto porque no todas las experiencias de migración son forzadas, sino que también existen algunas que son motivadas por expectativas de vida, lo que no necesariamente está relacionado con condiciones de violencia y otros problemas.
En esto, el Estado se tiene que hacer responsable y ver dónde están estas potenciales formas de migración, porque son casos que no avisan, que se enteran cuando ya han pasado una serie de sucesos terribles advierte.
Además, la vigilancia entre todos los estados del país es fundamental, ya que estos casos también evidencian que no hubo una protección desde que el menor salió de Puebla ni cuando pisó un territorio distinto. “Tiene que haber una forma en la que los estados garanticen un mínimo de dignidad para las personas”, concluye.