Opiniones encontradas sobre los efectos sociales de la posible legalización de la siembra, cosecha y comercio de la marihuana expresaron Alberto Curiel Tejeda, coordinador de la Maestría en Derechos Humanos de la Universidad Iberoamericana Puebla, y Ricardo Fernández Fuentes, especialista en Derecho Constitucional de la UPAEP, pues mientras que el primero consideró que podría reducirse la violencia, el segundo estimó que la incentivará a mediano o largo plazo.
A dos semanas de la iniciativa presentada por la senadora por el partido morena, Olga Sánchez Cordero, para permitir la producción y comercialización limitada de la cannabis, Curiel Tejeda consideró que además de que favorecería el uso de esta planta con fines terapéuticos, podría reducir la violencia e inseguridad que se producen por su venta clandestina.
Y es que dijo que ante la posibilidad de que los consumidores puedan sembrar y cultivar su propia marihuana, se acabaría el narcotráfico, “sí favorecería porque a los cárteles ya no les convendría vender, comercializar, y se acabaría la venta ilegal”, completó.
Además, estimó, la legalización del comercio de la marihuana podría favorecer las finanzas públicas, pues la venta de ésta tendría impuestos, que igual que pasa con otros productos similares, como el alcohol y el tabaco, tienen fuertes gravámenes.
En contraste, Fernández Fuentes estimó que la propuesta de la también futura secretaria de Gobernación federal no acabará con la violencia e inseguridad sino que la recrudecerá a mediano o largo plazo, pues no regularía la adquisición de semillas, los terrenos de cultivo y además, favorecería el consumo a futuro de drogas más fuertes y peligrosas.
En entrevista con El Sol de Puebla refirió que de aprobarse la propuesta, la controversia cambiará de identificar al productor o consumidor a los proveedores y comercializadores en gran escala de la cannabis, los que indicó, seguirán siendo las bandas dedicadas al narcotráfico, de modo que no erradicaría la clandestinidad ni irregularidad de este negocio.
Pero sobre todo, advirtió, contribuiría a un clima de mayor inseguridad, violencia y peligrosidad a futuro, pues la marihuana suele ser la droga inicial entre adolescentes y jóvenes, quienes a medida que crecen cambian al consumo de drogas más fuertes y al fortalecimiento de los grupos delictivos que se dedican al comercio de ellas.
Y también, previó, el incremento que puede producir en el consumo de la cannabis llevará con el tiempo a aumentar su demanda, lo que podría derivar “en legitimar la producción más adelante”.
Finalmente, ambos coincidieron en advertir que el uso irresponsable o excesivo de la marihuana puede producir que sus consumidores reacciones violentamente y desarrollen adicciones cuyos tratamientos podrían convertirse en una importante carga para las finanzas públicas.