Valentía, solidaridad y mucha paciencia es lo que necesitan las personas, ya sean mujeres u hombres, que buscan ejercer la enfermería. No se trata de una profesión cualquiera, sino de una labor en la que recae la responsabilidad del cuidado de un enfermo. En ocasiones de eso depende la vida o la muerte del paciente.
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, las enfermeras son trabajadoras que brindan un servicio de cuidados y atención importante a un ser humano.
Ante esto, entrevistadas por esta casa editorial con motivo del Día Nacional de la Enfermera, mujeres que se dedican a esta profesión coincidieron en que se trata de un trabajo que aún no es valorado en su totalidad por las capacidades con las que cuentan, pero que les deja una satisfacción inigualable cuando ven al paciente recuperado. Es así que invitan a que las nuevas generaciones de estudiantes se interesen en ser parte del sector salud.
Aunque no existen cifras oficiales del número de trabajadores de este sector en Puebla, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) informó que, a nivel nacional, durante el 2022 la institución registró un padrón propio de 114 mil 605 enfermeras y enfermeros, mientras que la publicación de 2022 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señaló que, hasta el cuarto trimestre de 2021, 620 mil individuos reportaron prestar servicios de enfermería en México, en diferentes nosocomios, clínicas y empresas.
En entrevista con El Sol de Puebla, Ana Laura Hernández Calderón, quien lleva 12 años laborando en el Hospital General de Zona 20 “La Margarita” del IMSS, refirió que para ser una enfermera se debe tener un “ángel”, ya que al trabajar con enfermos es importante tratarlos bien y querer su recuperación.
“Vengo esperando encontrar de todo, tanto pacientes muy delicados como pacientes estables. Es una situación fuerte. Muchas veces no sólo es al paciente (al que se debe cuidar), sino también a los familiares, a los que tenemos que apoyar nosotros como enfermeras”, dijo.
Mencionó que su labor no es igual diariamente, puesto que un día puede atender una mínima lesión y al siguiente una enfermedad letal, lo cual solo le deja una lección: dar gracias a Dios por la vida de las personas que se logran salvar.
Si bien a veces los internos consideran a las enfermeras como poco eficientes y malhumoradas, ella asegura que es todo lo contrario, pues su principal prioridad es el trato hacia el paciente, el cual debe ser como si fuera algún familiar, pues “esperan que un día sus allegados o integrantes de su familia reciban una buena atención”.
Los decesos marcan la carrera
Ana Laura Hernández, de 45 años de edad, añadió que no se trata de una profesión fácil, ya que quienes se dedican a este trabajo ven salir adelante a algunos pacientes y a otros irse de este mundo. Recordó que a inicios de su carrera estuvo al cuidado de los niños con cáncer y, la primera vez que murió uno de ellos, fue la situación que más la marcó, no obstante, no dudó en seguir en la enfermería, pues la pasión sigue muy presente.
“Trato de ser lo más cálida posible porque tengo un papá diabético que en cualquier momento puede estar en esta situación, y así como trato a los derechohabientes yo quisiera que así trataran a mi familia (...) La pasión sigue presente hasta la fecha, soy orgullosamente enfermera”, destacó.
Por su parte, Lorena García Sánchez, enfermera quirúrgica en la Cruz Roja, quien ha dedicado 30 años de su vida a esta labor, platicó que ella se ocupa de esterilizar los aparatos que se utilizan en una cirugía y de pasar las herramientas al momento de la intervención, pero es ahí cuando la impotencia se vuelve un factor en contra, debido a que no siempre puede ayudar a salvar una vida y esto también es parte de las situaciones que la lastiman.
Comentó que aunque es un trabajo que se realiza en equipo con los médicos, las enfermeras deben estar un paso adelante para prever lo que va a necesitar el cirujano, pero hay ocasiones en que por más que esfuerzos que se realicen no se logra un resultado favorable.
“Estamos hablando de tres décadas que llevo haciendo esto, tal vez sí a veces he sentido que son golpes, pero no me ha pasado por la cabeza alejarme de la enfermería porque es mi pasión”, opinó.
Un trabajo dividido
La profesión las ha orillado a dividir su tiempo entre el trabajo y la familia, así lo consideró María Luisa Hernández Aca, enfermera en la clínica San Gabriel, de San Pedro Cholula, quien refirió que se trata de un trabajo muy demandante y que al ser madre de familia a veces es difícil no estar en algunos momentos importantes en el crecimiento de sus hijos.
Agregó que se trata de ir adaptando su vida para no fallar en ningún ámbito, por lo que ella les comenta a sus pequeños sobre su trabajo para que puedan entenderla y al mismo tiempo no descuida sus responsabilidades en la clínica.
“Es un trabajo muy demandante, a veces podemos estar en un turno y luego nos lo cambian, entonces es ir adaptando nuestra vida personal con la vida del trabajo, que al final termina siendo una. Nos vamos adaptando en cuestión de trabajo y ser ama de casa. Nos damos nuestro tiempo”, declaró.
A sus 37 años de edad argumenta que es la mejor profesión que pudo haber escogido, pues no solo puede ayudar a quienes son de su familia cuando requieren de sus cuidados, sino también a aquellos que están en una situación difícil.
Explicó que por ello es que no quita el dedo del renglón en ser amable y muy cuidadosa al momento de laborar. En esta profesión, subrayó, se debe ser empática para crear una conexión con los enfermos.
“Yo siento que la enfermería es una profesión en la que se debe ser amable siempre, en la que hay que poner la mejor cara porque somos el primer contacto con los enfermos y si lo hacemos de mala gana el paciente no nos verá con confianza”, añadió.
Se trata de un trabajo de enseñanza
A su vez, Reyna Pérez Sánchez, enfermera desde hace dos años en la misma clínica San Gabriel, expuso que el trato con los pacientes involucra un trabajo de enseñanza, ya que se les debe dar indicaciones sobre cómo y cuándo ingerir los medicamentos. De no ser precisa se puede ocasionar una tragedia.
Expuso que no se trata de un mueble o un objeto con el que trabajan, sino de un ser humano al que lo espera su familia, por ello es que se debe ser responsable en todo momento.
“Es una profesión humanista, no podría describirla de otra forma porque es algo que tú brindas sin esperar nada cambio, que te nace hacerlo, que te motiva el día a día (...) No estamos trabajando con un papel ni con un mueble o con un objeto, son vidas que dependen de ti”, precisó.
Agregó que ella inició su trabajo durante la pandemia y fue complicado ver los casos de coronavirus. El miedo se sentía en donde fuera, pero ella al estar en el sector salud tuvo que dar lo mejor de sí misma para no desertar.
Pese a que ya han pasado casi tres años de la pandemia, aseguró que no deja de sentir ese miedo, pero esto no es un factor que la haga querer dejar de ayudar a los pacientes, sino que la ha fortalecido emocionalmente.
Indicó que todo lo que pasan las enfermeras y los enfermeros en un hospital es reconfortante cuando ven que los pacientes mejoran su estado de salud, ya que eso significa que hicieron bien su trabajo y que valió la pena dar parte de sus energías diarias.
“Hay pacientes que te agarran la mano y al finalizar sientes las gracias, sientes ese cambio, esa emoción de ellos, se siente muy feliz verlos bien”, expresó.
Finalmente, aconsejó a quienes quieran ser enfermeras o enfermeros que deben serlo por vocación, ya que se trata de “una carrera en la que normalmente se tiene que sufrir al ver a tanto paciente enfermo”, pero que deja una huella en quienes se recuperan.