Isidra Gómez vive en Tehuacán. Ella se levanta a las 3 de la mañana para acompañar a su hija y a su nieto a la terminal de autobuses y alcanzar el camión AU de las 3:30, que les cobra 110 pesos por persona. Su nieto lleva tres meses viniendo al Hospital para el Niño Poblano (HNP) hasta la ciudad de Puebla.
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A pesar de que ha acudido con múltiples especialistas dentro del nosocomio aún no detectan de que padece, solamente sospechan que está enfermo de los ganglios. Al momento de esta entrevista la familia esperaba que, a través de una biopsia que estaba por ser practicada, por fin se supiera de su padecimiento.
El Hospital para el Niño Poblano está lleno de historias como la de Isidra Gómez y su familia. Las personas de los municipios fuera de la capital del estado no cuentan con los servicios de salud necesarios en sus comunidades de origen para atender los diferentes casos médicos.
Esto representa un problema para las familias que buscan tratar los padecimientos de sus menores, ya que tienen que viajar durante horas y hacer fuertes gastos económicos solo para tener acceso a un tratamiento especializado y digno.
De la Sierra Negra al HNP
Ese es el caso de la señora Apolonia, quien acude al hospital sola, con Irving, su hijo de siete años, que está enfermo de los tubos digestivos y escupe sangre. Ellos viajan desde la Sierra Negra del estado cada quince días para que puedan atender al infante. Para llegar a Puebla transborda cuatro transportes diferentes y gasta 600 pesos solamente en esto, además de que su recorrido tarda ocho horas.
Mi hija gasta, gasta en pasajes, cuando se nos hace noche pues tenemos que agarrar un taxi y pues cuando traemos (dinero) nos echamos un taco y cuando no pues esperamos a que lleguemos a nuestra casa o nos echamos un taco acá en el albergue señala la abuela del paciente, Iker Alexander.
Alexander y su familia llevan tres meses acudiendo al Hospital para el Niño Poblano. Ellos transbordan en transportes desde Tlachichuca. Como el familiar del menor señaló, “mi nieto tiene un problema de su cabeza, no se le desarrolló su cerebro del lado izquierdo”. Por lo que acuden de manera constante a la ciudad de Puebla a recibir la atención por parte de los especialistas.
Jorge Pérez Minero es un padre de San Martín Texmelucan que viaja junto con su esposa y su hija, Zareth. Esto para realizar estudios a la menor y descartar cualquier tipo de enfermedad. “Ella es la paciente de planta (dice señalando a su hija), llevamos dos años viniendo. De recién nacida la atendieron porque ella tiene síndrome de Kasabach-Merritt y síndrome de Down y prácticamente desde nacida ellos están llevando el control, a los dos días de nacida aquí nos atendieron”, recuerda Pérez.
Muchas de las familias que acuden al servicio médico tienen que quedarse por más de un día. Al no poder tener acceso a un hotel u otro tipo de hospedaje privado, se ven obligados a hacer uso del albergue que ofrece el hospital.
Ocupan el albergue hasta por una semana
Maribel Ortega Pérez, una madre de Tepexi de Rodríguez, cuenta que a los dos meses de edad su hija María Julieta fue diagnosticada con agenesia del cuerpo calloso y crisis convulsivas y desde entonces acuden de manera constante al hospital. Debido a la complejidad de la enfermedad de la menor han tenido que hospedarse en el albergue hasta una semana para que Julieta pueda recibir el tratamiento que merece.
Los poblanos no son los únicos que acuden al Hospital para el Niño Poblano a tratar a sus menores, sino que también familias de otras partes del país vienen en busca de atención y cuidado para sus hijos.
“Allá no hay los especialistas que necesita”, señala Magdalena, una joven mamá que viene desde Guerrero con su hijo de tres años, Anderson, quien padece de hipospadia.
Estas son apenas unas breves historias del largo peregrinar que realizan personas de escasos recursos del estado y de otros rincones del país al HNP, un nosocomio de buen prestigio médico, en busca de una esperanza de alivio para los más pequeños de las familias.