El centralismo económico y turístico que permea en la ciudad de Puebla hace que el emprendimiento sea casi una utopía para quienes habitan en las periferias. Ante esa adversidad, en la junta auxiliar de San Jerónimo Caleras, un grupo de vecinos orgullosos de su tierra emergió la cooperativa Expo Venta Calerense, que busca convertir a las y los emprendedores natos de la comunidad en empresarios formales, esto mediante el acompañamiento y la capacitación, que les permite, entre otras cosas, diversificar sus ventas. Desde su creación, en 2019, a la fecha, esta cooperativa ha captado ganancias de más de 200 mil pesos para sus socios, todos residentes de esa demarcación.
Lograr que mujeres, jóvenes, adultos mayores y hombres de la comunidad se conviertan en empresarios y dueños de su propia marca, ese fue el objetivo que Uriel Cruz, uno de los líderes de la cooperativa y el hombre responsable de iniciar esta revolución económica en San Jerónimo Caleras, se propuso hace tres años.
En entrevista con El Sol de Puebla, el también empresario relata cómo hizo para lograr uno de los compromisos que se fijó cuando era niño: alcanzar el empoderamiento de mujeres, como su madre; jóvenes, como él; y adultos mayores, como sus abuelos, para incursionar en la economía de su pueblo.
“En la zona norte desafortunadamente no contamos con ningún lugar donde un emprendedor pueda ofrecer sus productos. Siempre tenemos que irnos al Centro Histórico, a Cholula y Atlixco. Aquí nuestra ambición es poder generar un canal de economía social que no sea costoso y que la gente pueda irse sumando, y que pueda tener mayores beneficios para su negocio (...) El proyecto surge como una rebeldía, una respuesta, porque buscábamos espacios”, comparte.
Con las habilidades de un líder nato, Uriel se propuso en 2019 reunir a varios ciudadanos de la junta auxiliar, desde artesanos, cocineros y artistas, con la intención de que dieran a conocer sus productos y servicios a la comunidad. Juntarlos no fue fácil. Con volantes y trípticos convocó a varias personas y, con el permiso de la autoridad local, aglomeró en una plaza pública a 20 emprendedores. Ahí montó su primera exposición comercial.
Este evento se convirtió en una oportunidad para que muchas personas ofrecieran por primera vez sus productos, pero, sobre todo, para que descubrieran el verdadero valor de su esfuerzo. Con lo que fue un festín comercial casero, pero no improvisado, la gente “se apoderó de las calles” y acudió al evento. No sólo hubo ventas sino también actividades culturales que dieron un nuevo giro a la dinámica popular.
Ante el potencial observado en esa primera exposición, las personas que participaron se quedaron con ganas de más. Por ello, la cooperativa sigue organizando estos actos públicos, tanto en la demarcación como fuera de ella, sin embargo, no es la única forma en cómo apoya a los emprendedores.
Conmovido por la respuesta de su comunidad, Uriel se dedicó a generar lazos con los gobiernos estatal y municipal, así como universidades y organizaciones, para así promover la constante formación de emprendedores como empresarios formales.
Esto es importante puesto que la totalidad de personas que ingresó a la cooperativa desconocía la importancia de la capacitación para mejorar sus utilidades, ya que nadie tuvo preparación profesional para administrar un negocio, pues todos los involucrados son ciudadanos de a pie.
Por ello, este espacio genera alianzas fraternas y empáticas, las cuales priorizan el intercambio de saberes y el desarrollo de habilidades organizacionales. Esto conlleva al empoderamiento y resignificación de la comunidad. Estos talleres, gratuitos y permanentes, guían a los emprendedores a realizar tareas de liderazgo, venta, relación con autoridades, administración de sus recursos, etcétera.
“Desde la primera edición nos dimos cuenta que funcionaba ciudadanamente y, entonces, eso gustó mucho. De ahí nos dimos cuenta que, como ciudadanos, sí podemos organizarnos (...) Se trata de que todos hagamos equipo y que todos tengamos un beneficio desde el principio ¿Cuesta trabajo? Sí, porque muchas veces las exposiciones no generan tanto público como quisiéramos, pero sabemos todos que es un proceso”, indica Uriel Cruz.
Sin preverlo, este proyecto ayudó a decenas de familias a amortiguar los estragos ocasionados por la pandemia de Covid-19, pues gracias a la solidez que obtuvo la cooperativa en un año, las ventas, si bien recayeron, nunca acabaron por completo.
Hoy en día Expo Venta Calerense agrupa a 45 organizaciones, de las cuales el 80 por ciento están lideradas por mujeres. Todas las empresas pertenecen a personas oriundas de San Jerónimo Caleras, o bien, que llegaron y fueron adoptadas por estas tierras. El impacto económico, tan sólo en los eventos hechos de 2019 a la fecha, sobrepasa los 200 mil pesos, sin embargo, cada empresa enarbola un caso de éxito diferente.
Esta cooperativa se inscribió al programa de Profesionalización de Líderes y Lideresas de Cooperativas como Empresas de Alto Impacto, implementado por la Secretaría de Economía del gobierno estatal. Así, funcionarios capacitan a los socios de la agrupación con técnicas administrativas, operativas y gerenciales, teniendo como objetivo la prosperidad familiar y comunitaria.
Para conocer múltiples historias de hombres y mujeres que conforman este proyecto ciudadano emergente, El Sol de Puebla partió a conocer las vivencias y procesos hasta las puertas de aquellos que arriesgaron, emprendieron y hoy ven los frutos de su perseverancia, al mismo tiempo que persiguen sus sueños y generan utilidades a partir de ellos.
Con hambre de éxito y crecimiento
Originaria de la región tutunakú de Papantla, Veracruz, María Teresa Ichante Cárdenas llegó hace 27 años a la ciudad de Puebla. Con nostalgia, recuerda que su arribo a la gran metrópoli fue con unas zapatillas de plástico, un deteriorado certificado de primaria, así como su inconmensurable anhelo por “comerse al mundo” y enaltecer orgullosamente su linaje indígena.
Cuando era niña, Teresa creció admirando a sus tías –término respetuoso usado para referirse a las cocineras tradicionales tutunakú– elaborando complejos platillos y abonando a la gastronomía y tradiciones de su comunidad.
Quizás uno de los legados más profundos fue el de aprender a interactuar con el fuego, los alimentos y la tierra. No a manejarlos, a interactuar con ellos, enfatiza. Fiel a sus rituales y raíces, la mujer de 48 años de edad buscó siempre la forma de crecer a través de la cocina.
El camino nunca fue fácil pero sí palpitante, narra Teresa con gran interés, en entrevista con El Sol de Puebla. Hace dos décadas ella vendía gelatinas y, en ocasiones, realizaba banquetes para eventos. Cuando formó una familia, sus prioridades cambiaron pero sus ambiciones no.
Después, cuando empezó a trabajar en la cafetería de la escuela de uno de sus tres hijos, pasó lo que nunca imaginó. Conoció a una mujer que la inspiró y ayudó incondicionalmente a concretar sus estudios de educación básica y media superior y, ya inspirada, completó también una licenciatura, en Gastronomía. Pasó noches sin dormir y fines de semana sin descanso, pero todo valió la pena para por fin tener en sus manos su título universitario.
“Cuando tienes hambre de estudiar o tienes hambre de seguir progresando, a veces, no importa el mes, ni el día, ni el año, ni los minutos, a lo que vas, que es comerte lo que quieres aprender. Yo siempre lo he dicho, el que quiere puede”, refiere convencida.
Gracias a ello, la chef Teresa Ichante ha participado en dos ediciones de la gran fiesta culinaria que es la Cumbre Tajín, realizada cada año en su natal Papantla, cumpliendo uno de sus mayores sueños.
Sin embargo, esto fue sólo la punta del iceberg, pues todas sus experiencias la encaminaron a materializar el legado de sus antepasados y el fruto de su esfuerzo en uno de los productos más innovadores de su comunidad: el primer café hecho a base de maíz en Puebla capital.
Leal a una milenaria tradición, elabora su producto con maíz criollo sembrado por mujeres tlaxcaltecas. A propósito, refiere que su interés es mantener una estricta cadena de valor que beneficie a otras cocineras tradicionales, pues indica que éste sector ha sido estigmatizado y minimizado históricamente.
“Es un producto orgánico que tiene cero cafeína, cero azúcar y es 100 por ciento de maíz criollo. El maíz que yo compro es de Tlaxcala, de cocineras tradicionales, ellas lo siembran, son compañeras. Les compro a ellas y no les regateo, porque la verdad no se vale (...) He luchado también para que sea remunerado su trabajo de ellas”, expone la emprendedora.
Hoy trabaja arduamente para convertir su café en su principal fuente de subsistencia, empero, sabe que el camino está lleno de obstáculos, afortunadamente, ella tiene experiencia en utilizar las dificultades a su favor, señala.
Con constancia, Teresa combina su empleo con las responsabilidades del hogar y su emprendimiento. Actualmente cocina en una cafetería situada en el Barrio de Santiago y, al terminar su turno, viaja casi una hora para llegar a casa en San Jerónimo Caleras y continuar su producción de café. Con ello, elabora entre 15 y 20 kilos de este alimento al mes.
Ni la hora ni el clima son impedimentos para ella. Con el incondicional apoyo de su familia, adaptó un espacio en la azotea de su casa. Ahí colocó un fogón, al cual le agradece cada vez que comienza el tostado de su maíz, pero también hay un molino casero, recipientes y filtros para evitar que las impurezas lleguen a la bebida final de los consumidores.
Actualmente tiene dos productos, la botana tradicional del Totonacapan veracruzano: una galleta de semillas como linaza, amaranto, ajonjolí y que está endulzada con panela; así como su emblemático café de maíz.
“Llego a mi casa a las siete de la noche y me dedico, como ahorita, hasta las 11 de la noche. Sí, exactamente trabajando duro”, subraya.
El tamaño de la empresa impide que haya personal contratado, sin embargo, la familia de Teresa Ichante hace todo lo posible para contribuir a su gran sueño. Su hija mayor, quien estudió Comunicación, se encarga del diseño de los paquetes, además de la interacción en redes; su hijo es el encargado de transportar los productos y montar los stands; su hija menor le ayuda a empaquetar y su esposo se encarga de la adquisición de insumos.
Gracias a la capacitación que recibe en la cooperativa y los eventos que realiza con los demás emprendedores, la chef creció sus ventas un 150 por ciento, respecto a lo que comercializaba hace un par de años. Sus clientes, fieles al sabor y la textura del café, han sido su mejor canal de publicidad y ello le ha permitido llegar a más hogares, no sólo de la junta auxiliar, sino del estado y del país.
Creciendo en familia
Otra de las empresas que prosperó junto con la de Teresa Ichante fue la de Uriel Cruz. La principal inspiración del líder de Expo Venta Calerense fue precisamente su propia compañía, Jerónimo, la primera cerveza artesanal hecha y envasada en la junta auxiliar de San Jerónimo Caleras.
Partiendo de una inversión escasa, pero con sed de éxito, Uriel invirtió recursos propios en su preparación conceptual sobre la malta y sus usos y así procedió a elaborar sus primeras botellas de cerveza en 2019.
Aunque hoy es una bebida bastante popular en la comunidad, aún le cuesta trabajo ingresar a otros mercados más consolidados como los de Cholula o los restaurantes del centro de Puebla, sin embargo, se mantiene apegado al aprendizaje y la innovación, ofreciendo diversos estilos de cerveza a sus leales clientes.
Pese a que el ramo es uno de los más competitivos, especialmente por aquellos conglomerados multinacionales, Jerónimo se ha posicionado como una de las bebidas favoritas de los calerenses debido a la inclusión de sabores tradicionales como mezcal, maíz y hasta mole.
“Jerónimo no le pelea nada a nadie y tiene una calidad excelente. Lo que nosotros queremos hacer es que, a través de la calidad, la gente local nos pueda respaldar para que después ataquemos otros puntos. Jerónimo actualmente es local, de la zona norte, todavía no damos el paso para irnos a pelear a Cholula porque queremos consolidar un grupo de gente que nos conozca y confíe en nosotros”, relata el joven empresario.
Gracias a su ejemplo, personas como Hugo Aguirre, otro de los socios de la cooperativa y dueño de la empresa Cerdo Ciego, una alternativa de cerveza artesanal que hoy también es producida en San Jerónimo Caleras, decidieron lanzarse al mercado poblano.
En entrevista, Hugo relata que su interacción con Expo Venta Calerense ha sido un parteaguas para mejorar sus procesos de elaboración y transformación de malta, inclusive, la capacitación que ha recibido en la cooperativa le abrió el panorama sobre los requisitos legales, así como las certificaciones necesarias para comercializar una bebida de esa índole. Esto le permitió ingresar y colocarse en uno de los mercados más competitivos en el rubro: la pintoresca villa tlaxcalteca de Val'Quirico, que es visitada por miles de personas mensualmente.
Esto es un gran paso para el emprendedor, pues en tan sólo dos años incrementó su utilidad en más de mil por ciento, pasando de ganar casi 6 mil pesos anuales con un lote de producción mínimo, a 70 mil pesos en el último año.
Por ello, la existencia de dos cerveceras en la cooperativa sólo contribuye a que ambos negocios sean más rentables, pues utilizan sus conocimientos y capacidades para retroalimentarse mutuamente, lo cual sólo hace que su éxito sea mayor.
Navegar a contracorriente
Sería irreal y mentiroso decir que cimentar un negocio es fácil, pues aunque la cooperativa y sus integrantes son un gran soporte entre todos, los contextos individuales muchas veces juegan en contra de esos sueños, señala Talina Cervantes, repostera y propietaria de Besos de Algodón, una compañía familiar dedicada a la elaboración de postres y pasteles.
Cuando la pandemia de Covid-19 impactó las vidas de millones de mexicanos, alcanzó a la familia de Talina, provocando un grave cuadro de neumonía a su esposo y padre de su hijo de 13 años.
Sin dudarlo, la mujer hizo de todo por cuidar de su marido, al punto de adquirir un préstamo por varios miles de pesos que le ayudaron a subsistir por los casi dos meses que su compañero de vida estuvo enfermo.
Cuando su pareja se recuperó y quiso volver a trabajar, debido a que el sustento familiar quedó desgastado y en números rojos, su empleador optó por despedirlo y eso sólo agravó el panorama para Talina y su familia.
Aunque ella estudió Diseño Gráfico en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), su anhelo siempre fue la repostería. Hasta antes de la pandemia, tomó un curso profesional en confitería y bollería profesional. Lastimosamente, lo suspendió a raíz de la emergencia sanitaria.
Afortunadamente, retomó sus estudios y continuó con su preparación. Convencida de sus capacidades y habilidades, Talina trabajó incansablemente para elaborar diversos productos y ofrecerlos, en primera instancia, a conocidos y familiares, dado que salir a la calle no era una opción, debido a que el encierro masivo estaba en su mayor auge.
Tras cientos de intentos, encontró la “fórmula secreta” que dejó a todos asombrados, comparte. Una vez ganada la aprobación popular, invirtió en la compra de insumos y un pequeño refrigerador en el que traslada sus productos a diversos sitios, manteniendo su frescura. Pese a la emoción, el desasosiego y el agobio consumían a la mujer, puesto que las deudas no disminuyeron y su estabilidad emocional quedó afectada.
“Me tardé casi un año en sacarla (su primera paleta helada) porque hacíamos pruebas y pruebas, hasta que quedó con la consistencia y el sabor que queríamos. Entonces, ha sido ir puliendo ese trabajo, o funcionaba o funcionaba, no podía echarme para atrás (...) No es fácil emprender y más cuando emprendimos en pandemia, todo el mundo estaba guardado, entonces era complicado porque no teníamos punto de venta (...) Era luchar a contracorriente”, comparte.
Primero la venta de puerta en puerta fue su aliada, sin embargo, poco a poco se dio a conocer más entre los vecinos de la colonia Lomas Coyopotrero, en donde habita, pero así tampoco ganaba lo suficiente como para considerarlo un negocio rentable. Esto cambió cuando conoció a Uriel Cruz, quien la invitó a unirse a Expo Venta Calerense.
Con ayuda de los eventos, la capacitación y la retroalimentación entre vecinos, Talina expandió sus ventas en un 100 por ciento y, finalmente, comenzó a ver utilidades. Aunque aún debe altas sumas de dinero, su negocio hoy le permite sostener a su familia.
Su ambición es grande y hoy persigue innovar su catálogo de alimentos, pues está convencida de que Besos de Algodón será una compañía de alto valor social muy pronto. Inclusive proyecta que su marca será utilizada, a forma de franquicia, por otras familias que atraviesen contextos económicos adversos tal como ella lo hizo.
“Va a ser una empresa tan rentable que un día vamos a dar trabajo a nuestra gente. Lo sabemos”, asevera con determinación.
Rezago y violencia familiar
De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), San Jerónimo Caleras se encuentra en un estado de rezago económico alto y, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), es una de las zonas más densamente pobladas de la capital poblana.
A decir de Erika Rubí Romano, socia de Expo Venta Calerense y coordinadora de programas sociales en la cooperativa, la demarcación vive un alto grado de violencia familiar y de género, delincuencia y pobreza, lo cual provoca, entre otras cosas, la migración de sus habitantes hacia otros estados de la República, principalmente Estado de México y, aunque en menor medida, a Estados Unidos.
Uno de los principales objetivos tras la articulación ciudadana ha sido incidir positivamente en la comunidad, pues quienes lideran la cooperativa saben que el progreso económico no será si no existen condiciones de bienestar social.
Romano detalla que ella fue víctima de violencia física cometida por su ex pareja durante varios años, por eso hoy busca generar redes de apoyo con otras mujeres del barrio que viven situaciones similares a la suya y así empoderarlas para capitalizar sus saberes. Desde su trinchera logró que el Ayuntamiento de Puebla usará su programa Contigo Mujer, para capacitar a las mujeres calerenses sobre administración de negocios, etcétera.
“Ellas mismas pueden empezar un negocio, un emprendimiento. Precisamente hablando de violencia intrafamiliar, muchas veces, por la dependencia económica, no tomamos decisiones fundamentales en nuestra vida. Yo, por ejemplo, fui un caso de ello. Entonces, a través de estos talleres buscamos que las mujeres encuentren esa fortaleza, y que, partiendo de un emprendimiento, puedan cimentar una empresa”, precisa.
Aunado a ello, realizan convocatorias permanentes para invitar a las infancias de la zona a formar parte de cursos y talleres recreativos, con la intención de potencializar sus habilidades artísticas y disminuir la incidencia de delictividad de jóvenes en la demarcación.
Gracias al acompañamiento emocional profesional, además del apoyo de sus compañeros en la cooperativa, Erika debutó como artesana textil y hoy produce diversas figuras elaboradas a base de estambre, llamadas amigurumis, que son peluches hechos a mano con patrones muy particulares. Esta tradición la heredó de su abuela y aunque siempre cosió algunas prendas para ella y su familia nunca pensó en explotarla más allá de eso.
Además de la formación que recibe para mejorar constantemente en sus creaciones, aprendió, gracias a cursos donados por instituciones como la Universidad Iberoamericana Puebla, a organizar sus finanzas y tratar su pasatiempo favorito como un negocio, que hoy le permite sanar y cuidar de su hijo.
Gracias a la exposición que obtuvo al formar parte de la cooperativa, profesionalizó su canal de venta, pero también generó las herramientas para crear una lista de clientes frecuentes, espacio por el cual tiene contacto con sus compradores más leales, a quienes les hace desde peluches pequeños hasta collares, pulseras y prendas de vestir.
Como forma de retribuir a la cooperativa y a sus integrantes, la artesana textil empezará próximamente a implementar cursos de tejido a las mujeres de la comunidad, no sólo como un espacio terapéutico, sino también como una oportunidad para potencializar la creatividad de sus vecinas, conocidas y amigas.
Cuidado de la naturaleza
Acompañada de los talleres y actividades sociales, Expo Venta Calerense busca generar conciencia medioambiental en los habitantes de San Jerónimo Caleras. Aunque los problemas de basura y contaminación persisten en esta zona de la capital poblana, la articulación social atrae a los vecinos a participar en acciones a favor de su entorno.
Con campañas permanentes de limpia de espacios públicos, retiro de hierbas de juegos en parques y otros espacios recreativos, además de estrategias de reforestación con flora frutal, los activistas poblanos hacen que poco a poco la comunidad se involucre en la preservación ecológica.
Inspirada por estos actos, Elizabeth Calderón, vecina calerense, se lanzó al mercado con su marca Eco Mamis, una empresa de pañales de tela con materiales cómodos, poco contaminantes y con diseños creativos y originales.
Comunicóloga de profesión, Liz, como es conocida por sus clientes, logró cautivar a decenas de madres y padres de familia que tienen infantes recién nacidos en casa, a través de su empresa, la cual nació del deseo por aminorar la huella ecológica generada por los pañales desechables. Además, creó un canal en la red social YouTube, a través del cual promueve consejos de maternidad y técnicas para el cuidado de las prendas que vende.
Aunque hoy su producto estrella le permite percibir ganancias que le proveen de un sustento fijo, reconoce que esta actividad surgió solamente ante la inquietud que tuvo por enseñarle a su hija a cuidar del planeta y a generar acciones para que las futuras generaciones tengan espacios menos contaminados.
“Yo los animo a que evolucionemos, tomemos conciencia. Busquemos una mejor calidad de vida, seamos la generación que puso el ejemplo. Sería muy padre que nuestros hijos nos recordarán como la generación que puso el ejemplo”, relata.
Además, refiere que los llamados “productos ecológicos” se han popularizado como objetos vinculados a personas con un poder adquisitivo alto y eso ha provocado que sean costosos. Por ello, con el afán de acercar este estilo de vida a su comunidad y demostrar que este tipo de mercancía no se encuentra solamente en centros comerciales, empezó a vender artículos como cepillos de dientes de madera, toallas, pasta de dientes y shampoo sin químicos, además de vasos reutilizables, entre otros.
En la actualidad, su captación de ventas es tal que ya recibe varios encargos anticipados para el siguiente año. Pese a que hoy trabaja desde casa, en un taller que adaptó en su sala, asegura que su deseo es poder contratar a más personas en el mediano y largo plazo para poder aumentar los alcances de estos productos, que son menos nocivos para el ambiente.
Dulces tradiciones
Al igual que Elizabeth Calderón, el matrimonio conformado por María Esther Magaña y Alexis Ramírez, ambos residentes de San Jerónimo Caleras, buscó confeccionar un producto pensado en su familia, específicamente en sus tres hijas. Así nació la marca Miel y Miel.
De familia apícola, Esther aprendió sobre los beneficios de la miel desde que era niña. Las abejas son para ella un vínculo directo con la fuente de la vida, pues refiere que estos insectos hacen más que solo producir un alimento hecho para endulzar bebidas y platillos, pues, según indica, las propiedades completas de la miel en la salud son aún desconocidas.
Consciente de ello, y a propósito de la pandemia de Covid-19 y de la pérdida de sus empleos, la pareja quiso proteger las defensas de sus hijas con vitaminas, sin embargo, al paso del tiempo las pequeñas ya no querían tomar esas pastillas, pues las consideraban medicamentos.
Ante este escenario, común para quienes tienen niños pequeños, los angustiados padres encontraron la forma de proteger la salud de sus niñas sin tener que comprometer su protección inmunológica, y lo hicieron a través de la miel. Sin embargo, para hacerlo más dinámico y fuera de lo común, elaboraron dulces como gomitas y chocolates a base de ese producto.
“Combinamos la miel con frutos como zarzamora, frambuesa y cereza. Es un proceso completamente artesanal. También nos dedicamos a hacer gomitas a base de miel con propóleo, menta y limón ¿Por qué dulces? Porque nosotros tenemos tres niñas, entonces, nuestra necesidad era que nuestras hijas no se enfermaran y, para no darles tanto medicamento, elegimos una opción natural”, comenta Alexis Ramírez.
La miel que utilizan proviene de los campos apícolas del padre de Esther, en Tehuacán, garantizando así una producción orgánica y fresca. Esto les permite ofrecer más de 30 formas de consumo de este alimento y también la elaboración de artículos de cuidado de la piel.
Aunque empezaron en 2020 vendiendo en un carrito en la calle, las enseñanzas obtenidas en Expo Venta Calerense les permitieron abrir su primera tienda física en Puebla, específicamente en el Mercado Venustiano Carranza, recinto en el cual ofrecen sus productos. No obstante, se promocionan también a través de redes sociales.
“Gracias a la cooperativa nos unimos como equipo, o sea, realmente está padre porque haces comunión con las personas. Hay personas que elaboran helados, que elaboran postres y te dicen ‘a ver tu producto’, ‘lo puedo usar para esto’, ‘a ver, véndeme tu producto’, ‘oye, yo quiero bolsas de las que tú vendes’, o sea, es la parte de cómo nos ayudamos en conjunto”, reconoce.
Sin embargo, el emprendedor calerense señala que “no todo es miel sobre hojuelas”, pues admite que el proceso no ha sido sencillo, esencialmente porque su producto incursiona en un campo muy competitivo, pues hay opciones muy similares en el mercado que hacen que Miel y Miel sea la última elección de muchos compradores, principalmente porque las otras marcas son más conocidas, dice.
“Hemos tenido complicaciones, no todo es miel sobre hojuelas. Hemos tenido altas y bajas donde decimos ‘ya queremos desertar’, porque la misma competencia te hace dudar de ti mismo, pero la base de esto es la constancia. Si no eres constante y si no entiendes que en un negocio va a haber días que sí vendas y días que no, realmente te podría decir que a lo mejor y no estás hecho para esto”, opina.
Aunque hoy la subsistencia de su marca requiere de un ingreso adicional, es decir, Alexis necesita trabajar externamente mientras María atiende el negocio la mayor parte del día, el empresario prevé que eso acabará pronto, pues anhela que su capacidad de venta sea suficiente para que Miel y Miel se vuelva en su principal fuente de ingresos, así como el patrimonio que heredará a sus tres hijas.
Esta experiencia es muy parecida a la de Francisco Muñoz, quien fundó la marca Rompope de la Abuelita, que tiene como objetivo mantener vigente la fórmula y receta de su abuela para fabricar una de las bebidas más populares de los últimos meses del año.
Tras recibir a esta casa editorial, el empresario calerense cuenta que, en 2018, su abuela tuvo un accidente que le impidió continuar la elaboración de su aclamado rompope. Esta situación afectó gravemente la salud emocional de la mujer, razón por la cual su nieto le propuso retomar la venta del producto, no sólo en su colonia, sino en toda la junta auxiliar.
A raíz de una capacitación recibida en Expo Venta Calerense, Francisco descubrió que la bebida de su abuela necesitaba un logo que compartiera a los clientes la esencia del producto. Por ello, contrató a un diseñador gráfico para que hiciera una representación animada del rostro de su abuela.
Cuando el nieto le enseñó la propuesta a la mujer, ella se mostró insegura, pues le parecía incómodo que su figura “terminara en la basura”, sin embargo, aceptó la propuesta debido a que reconoció que el logo representaba fielmente los valores de la tradición.
Gracias a esta acción, la identidad de la marca se consolidó mejor entre los fieles consumidores, ocasionando que la bebida no sea solicitada únicamente durante noviembre y diciembre, sino durante todo el año.
Una actividad millonaria en el mundo
Consciente de que aún falta mucho por hacer, Uriel Cruz se muestra orgulloso de lo que se ha logrado con Expo Venta Calerense. Aunque la modestia es una cualidad que lo caracteriza, el reconocimiento popular hace que sea inevitable conocer el profundo agradecimiento que la ciudadanía le tiene, pues con su liderazgo ha generado grandes cambios para varias familias.
En poco tiempo, esta cooperativa permitirá que cualquier persona interesada en apoyar el comercio local y la inclusión financiera de la sociedad pueda aportar con inversión directa a la totalidad de empresas. Es decir, además de la compra de artículos, las personas podrán asociarse con la agrupación para así obtener beneficios mutuos, dado que el capital será inyectado directamente a las compañías.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Economía, que es encabezada por Olivia Salomón Vibaldo, compartidos a El Sol de Puebla, este programa gubernamental ha logrado impactar positivamente en la vida de 468 personas directamente y, de forma indirecta, en las vidas de 22 mil 658 personas. Asimismo, se ha canalizado acompañamiento y formación empresarial a 93 cooperativas en todo el estado.
Igualmente dio a conocer que, en el estado de Puebla había 484 cooperativas hasta 2021, las cuales están dedicadas principalmente al comercio de alimentos y bebidas, cajas de ahorro y préstamo, comercios en general y producción alimentaria.
Por último, la Alianza Cooperativa Internacional (COOP, por sus siglas en inglés), detecta que a nivel global existen 3 millones de organizaciones de esta índole y ellas son responsables de generar 2 mil 400 millones de dólares anuales en todo el planeta.