Sin el mismo auge que tuvo en sus inicios, la actividad de los talleres familiares de confección de chamarra en San Miguel Xoxtla perdura.
Este municipio poblano no fabrica miles de prendas como lo hacía antes del cambio de siglo, debido a que el ingreso de ropa de importación al país provocó el cierre de varios negocios, pero los existentes apoyan para que lo hecho en México siga compitiendo en el mercado interno.
Antes, por las calles de esta jurisdicción, localizada a media hora de la ciudad de Puebla, existían 250 negocios enfocados a la producción de chamarras. Hoy el número se reduce a menos de 50.
Factores como la comercialización de esa prenda de vestir proveniente de China, la falta de apoyos gubernamentales y el incremento de precios en los insumos contribuyeron a que la cifra oficial de talleres en operación descendiera.
Ahora muchos ex fabricantes promueven otros giros comerciales, como la venta de tela o la maquila para empresarios foráneos. Otros más emigraron o atienden misceláneas o ejercen actividades del campo.
Sin embargo, las familias que todavía sostienen sus talleres en sus viviendas afirman que esta industria no desaparecerá, aunque han tenido que realizar cambios para sobrevivir en este terreno.
Ahora solo se elaboran chamarras por pedido, un promedio de doscientas por semana, y se ha ampliado el abanico de prendas al confeccionar, además, sudaderas, pants, camisetas, chalecos, shorts y ropa para uso industrial, así como cubrebocas.
Sus ventas las priorizan en el periodo comprendido entre julio y diciembre de cada año, pues esos son los meses con mayor oferta y demanda.
Algunos fabricantes promueven sus productos en plataformas digitales y envío por paquetería para hacer que el nombre de Xoxtla no se pierda en esta actividad.
Aunque aseguran que la jurisdicción no es la misma que fue en el año de 1970, cuando los talleres Saporo y Modelos Exclusivos fueron los pioneros de esta industria, que luego replicaron decenas de familias del municipio para abastecer la demanda de compradores de toda la República Mexicana.
Xoxtla no ha logrado exportar su confección, pero por décadas mantuvo el título de productor de chamarra y por ello creó la Feria de esta prenda de vestir, evento que perdió impulso (y desapareció) cuando varios habitantes, en lugar de vender producciones hechas en México, exhibían de importación, como actualmente sucede en el tianguis dominical instalado en su entrada principal.
HE SOBREVIVIDO CON MI TALLES TRAS REGRESAR DE ESTADOS UNIDOS
Desde su taller ubicado en una calle céntrica de este municipio, Julio Flores Rosas destaca que hace chamarras porque su papá lo enseñó cuando tenía 8 años de edad.
Este oficio, dice, le da ganancias para solventar sus gastos familiares. Fabrica chamarras, pero también chalecos y cualquier prenda que lleguen a solicitarle.
Comparte que en varias ocasiones buscó tener éxito en otros negocios, tras su regreso de Estados Unidos, pero finalizó instalando su taller “Yair y Edwin” para seguir con la tradición heredada por su familia.
Yo he sobrevivido por estarme actualizando en los modelos y hago lo que sé hacer bien, como son chamarras, chalecos y de repente overoles indica.
Refiere que su mercancía la comercializa en Ciudad de México, Nuevo León y Michoacán.
En Xoxtla existe la confección desde hace décadas, pero la industria baja por periodos, aunque luego retoma fuerza.
“Como fabricantes hemos sobrevivido y lo que le digo a los mexicanos es que apoyen lo hecho en México”, externa el fabricante.
AHORA CONFECCIONAR UNA CHAMARRA REQUIERE MÁS CREATIVIDAD: PRODUCTOR EN XOXTLA
En el taller de la familia Ortiz Flores, ubicado en otro punto del territorio de esta jurisdicción, doña Patricia platica que su vivienda es resultado de 20 años de trabajo en la producción de chamarras.
Resalta que su progenitor fue uno de los fundadores de este tipo de confección en Xoxtla. Su nombre era Serapio y formó también la primera agrupación del gremio que se reunió con el expresidente de México, Carlos Salinas de Gortari, ya que éste se interesó en el auge de la industria.
También puntualiza que su papá empleó por temporadas a internos del Centro de Reinserción Social de San Miguel (ubicado en la ciudad de Puebla) para hacer chalecos, pues hace tres décadas la entrega de pedidos era mayor a las mil piezas por semana, contrarias a las 200 que ahora se crean.
"Yo aprendí el oficio de mi padre. Luego que me casé y (junto con) mi esposo Gaspar Ortiz, durante el tiempo que vivió, seguimos con este trabajo que pasa de generación en generación y pues ahora son mis cuatro hijos, Miguel Ángel, Jonathan, Giovanni y Alán Jesús los que continúan con esta herencia", precisa.
Desde su área de corte de tela, subraya que en este trabajo debe emplearse la palabra innovar, porque es sinónimo de continuidad en el mercado. No basta realizar una prenda en el corte tradicional, ahora se necesita más creatividad, jugar con el tipo de tela y color.
Sostiene que en su taller familiar se elabora chamarra de mezclilla y pants, aunque hay temporadas en donde se amplía la producción e incluso se requiere contratar a personal de manera temporal.
Sobre el costo de las telas, resume que éste aumenta cada año y se debe enfrentar, así como los registrados en accesorios adicionales como los cierres, hilos y botones.
Pide a los consumidores comprar lo que se produce en México, ya que lo hecho en China es más barato y de menos calidad.
Una chamarra de Xoxtla es duradera, a diferencia de la china, que se descose o se hace fea si la metes a la lavadora ejemplifica.
LA CHAMARRA DE XOXTLA SE VENDÍA MÁS HACE AÑOS
En otra vivienda de este municipio, uno de los fundadores de los primeros talleres en Xoxtla, quien pidió se protegiera su identidad, contó que lleva 32 años confeccionando chamarra y asevera ser de los pocos que lo hacen.
“En 1970 comienza la confección, diez años después en Xoxtla había más talleres que tiendas y antes de que finalizara el siglo el municipio no se daba abasto para cubrir los pedidos y eso que éramos más 200 familias dedicadas a esto”, recuerda con cierto tono nostálgico.
Atribuye que la corrupción en el país desplomó la producción de chamarra porque dejaron que la ropa de contrabando e ilegal se exhibiera en el mercado nacional.
Fue rentable porque hacíamos chamarras de mezclilla, gabardina, piel de tiburón, de tela timberland o materiales repelentes al agua. Ahora se usa la felpa (…) ya no es lo mismo, antes la chamarra de Xoxtla se vendía más y las primeras tenían un precio de 13 a 14 pesos manifiesta.
En la actualidad los compradores eligen prendas con muchos adornos, pero no evalúan la calidad. En este municipio hacíamos abrigos de lana, que ahora poco se fabrican o son desplazados por ropa de importación, remata.
DE FABRICANTE A VENDEDOR DE TELA
En la entrada principal de Xoxtla se aprecia una notoria hilera de locales que ofertan tela a locales y visitantes. Es otra actividad que da soporte a la economía local.
En el negocio “Importex”, Miguel Juárez expresa que su familia cerró su taller de confección para dedicarse a la venta de tela, al arrojar más ganancias.
“Mi familia fabricaba chamarras, pero dejó el oficio por experimentar el negocio de la tela y ahora vendemos tela importada de China, pero también la que se hace en el país, aunque la mayoría es de fuera”, expone.
De Tlaxcala, Veracruz y Ciudad de México, así como del municipio, son los clientes que llegan a Xoxtla a surtirse de chamarras y otras prendas de vestir.
El comerciante añade que este gremio también sufre descalabros, siendo el más reciente las bajas ventas originadas por la contingencia sanitaria por coronavirus. Varios tuvieron que cerrar por la pandemia, lo que sumó una variable adicional al descenso del negocio, que ya se padecía.