El único sobreviviente a la explosión de un polvorín en el municipio de Xiutetelco, se encuentra en estado grave de salud, debido a que entre el 80 y 90 por ciento de su cuerpo presenta quemaduras de segundo y tercer grado, informó la directora de Atención a la Salud estatal, Martha del Carmen Ulloa.
La funcionaria refirió en entrevista que el paciente que resultó herido debido a un accidente de pirotecnia el pasado 14 de noviembre permanece en el Hospital de Teziutlán, ya que no ha podido ser trasladado al área de quemados en el nosocomio de Traumatología y Ortopedia debido a su condición crítica.
“Su estado de salud es reservado, estamos hablando de una cuestión de quemaduras muy importantes, es reservado, sin embargo, el pronóstico es grave. Estamos dándole atención con todos los recursos con los que nosotros disponemos en la institución”, dijo.
Agregó que ya tienen espacio en la unidad médica antes mencionada, por si es que llegan a moverlo, sin embargo, se requiere que el masculino esté estable para poder llevarlo a la capital poblana.
Expuso que las quemaduras son graves, por lo que se requiere de un tratamiento multidisciplinario que va por fases, pero su pronóstico es grave, no obstante, no reveló más datos al respecto.
“Necesitamos que esté hemodinámicamente estable (..) si en un momento el paciente no tiene las condiciones metabólicas es mejor tenerlo en la unidad donde él se encuentra y si se dan las condiciones, entonces se realizaría el traslado”, declaró la directora.
Se debe recordar que el pasado 14 de noviembre se registró la explosión de un polvorín en la comunidad de Loma Bonita, del municipio de Xiutetelco, lo que dejó como resultado tres muertos y dos personas heridas, las cuales fueron trasladadas a los servicios de salud. Más tarde, uno de los internos pereció, por lo que la cifra de fallecidos aumentó a cuatro.
Según refirió en una conferencia pasada el secretario de Gobernación estatal, Javier Aquino Limón, el paciente internado es un hombre de 42 años de edad. Las víctimas mortales son: el dueño del taller, Juan Córdoba Murrieta, de 45 años de edad; así como sus hijos Ariel y Andrés, de 22 y 20 años de edad, respectivamente, y Juan Diego Córdoba Bruno.