En promedio, diariamente suceden cuatro suicidios en la entidad poblana, sin embargo, el último reporte del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) registró que únicamente se suscita uno al día, acusó Quetzalcóatl Hernández Cervantes, autor de la investigación Diagnóstico de la Mortalidad Autoinfligida en el Estado de Puebla, y coordinador del Doctorado en Investigación Psicológica de la Universidad Iberoamericana Puebla.
A su decir, la disparidad entre las cifras oficiales y el resultado que arrojó su investigación es preocupante, pues es el resultado del estigma social al que se enfrentan las víctimas y sus familiares al pasar por una de estas situaciones.
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Además, esta discrepancia puede alterar la línea de investigación que procede tras el fallecimiento, y, desde otra visión, si se otorga una cifra por debajo de la realidad, es posible que se minimice la importancia del cuidado de la salud mental, lamentó.
“La última cifra oficial de 2021 habla de 359 suicidios durante este año, en realidad, de acuerdo a las estimaciones epidemiológicas que hacen expertos en el país, esa cifra está representando una cuarta parte de lo que verdaderamente ocurre en Puebla”, dijo.
Hernández Cervantes explicó que de estas muertes, la mayor parte se registran en menores de edad (durante la secundaria, bachillerato y parte de la universidad). De acuerdo con el especialista, por cada suicidio de una mujer, cuatro son de varones.
Por lo anterior, se visibilizó otro factor que urge atender: las masculinidades. Según explicó el investigador, especialmente los hombres presentan una carencia de herramientas para expresar sus emociones, de facilidad para pedir ayuda, y de una red de apoyo o soporte emocional.
Por si fuera poco, sostuvo que las víctimas indirectas (familiares) deben enfrentarse a una serie de complicaciones tras la pérdida de un ser querido, pues deben responder ante la crítica social y la revictimización.
Hernández Cervantes hizo un llamado a la sociedad civil y autoridades a priorizar el cuidado de la salud emocional, a afrontar el reto complejo de comprender los procesos sociales que existen alrededor del suicidio para entenderlo como un fenómeno multicausal, así como a la correcta clasificación del suicidio en las cifras oficiales para evitar estigmas en contra de las víctimas y sus familias.