/ domingo 26 de marzo de 2023

En Yancuitlalpan piden por las lluvias pintados con aceite y tizne, conoce esta tradición

A esta festividad también se le conoce como el ritual de los "hombres de negro" y su antecedente es desde la llegada de los españoles a México

En las faldas del volcán Popocatépetl está San Pedro Yancuitlalpan, una comunidad de Puebla que, a diferencia del resto del territorio, tiene una tradición única: su carnaval de “pintados, tiznados, xinacates o judíos”. En esta fiesta los danzantes no usan coloridos trajes de satín y mosquetones cargados de pólvora, ya que cambian estos elementos por un baño de tizne y aceite, así como el uso de una cuarta y un bonete elaborado de cartón que portan con orgullo en la cabeza.

Esta festividad es también conocida como el ritual de los “hombres de negro” y su realización tiene antecedentes desde antes de la llegada de los españoles a México, cuando los pobladores rendían tributo al cerro El Teotón, que significa “dios grande, dios divino”, para pedir un buen temporal y lluvias, aunque en ese entonces empleaban el huitlacoche, un hongo comestible que crece entre los granos del maíz, para obtener la tonalidad en la piel.

No obstante, después de la conquista y el proceso de colonización, este ritual se convirtió en un acto de protesta, pues con el mestizaje nació el carnaval de trajes turcos, españoles y franceses y sus participantes trataron de opacar a los tiznados, pero pese a la opresión, resistieron.

A la fecha, esta comunidad, perteneciente al municipio de San Nicolás de los Ranchos, mantiene vivo este festejo prehispánico que por pobladores y danzantes es calificado como un “evento rudo, de protesta y reverencial”.

Aquí son más los niños y hombres que lo reviven los tres últimos fines de semana de este mes. Con el primero se festejó el cumpleaños del volcán Popocatépetl, el 12 de marzo. En el segundo, realizado el 19, los danzantes llevaron la fiesta a las dos juntas auxiliares de San Nicolás de los Ranchos: San Pedro Yancuitlalpan y Santiago Xalitzintla. Con el tercer festejo se realiza la conclusión en la cabecera local, que tendrá lugar el próximo martes 28.

En esta celebración anual, los “xinacates” desfilan por las calles de San Pedro, pero también por la cabecera municipal y Santiago Xalitzintla, que es otra comunidad de San Nicolás de los Ranchos, para pedir buen temporal, aunque en las últimas décadas piden monedas a locales y visitantes para no regalarles un abrazo. Algunos han innovado e incorporado otros colores, como rojo, azul, verde, dorado o plateado en sus cuerpos, así como el uso de máscaras para tener un mejor atuendo.

A esta festividad también se le conoce como el ritual de los "hombres de negro" y su antecedente es desde la llegada de los españoles a México. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

Se anuncian gritando mientras corren por las avenidas más céntricas y una vez que frenan sus movimientos maniobran sus cuartas para reafirmar su presencia.

También realizan rituales en la cima del Cerro El Teotón, que representa un lugar sagrado para los habitantes, pues antes de que Yancuitlalpan fuera nombrado un lugar de “tierra nueva” llevaba por nombre Santa María Teotón, según refiere un dato histórico asentado en el libro 1 de Bautizos y Nacimientos del Ex convento de San Andrés Calpan, de 1545.

El Ritual de los Hombres de Negro

Este carnaval nació entre el proceso de la conquista y la resistencia que hoy en día no acaba, porque en el pueblo de Yancuitlalpan los tiznados, judíos o xinacates simbolizan la protesta de un pueblo ortodoxo y no católico”, comenta el cronista de esta junta auxiliar, Bonifacio Cholula.

No hay trajes elegantes como sí los hay en el carnaval que organiza la cabecera de San Nicolás de los Ranchos, que es de huehue, donde esta fiesta es similar a las realizadas en San Pedro Yancuitlalpan o Huejotzingo.

Aquí los judíos reviven un ritual milenario, una expresión de aportación original y única en el país, porque la danza de los hombres de negro no es un baile, es un ritual solemne hacía la productividad de la tierra, agrega.

El integrante de la Consejo de la Crónica de Puebla expresa que, a principios del siglo pasado, el desfile de los tiznados era grotesco, porque las pasadas generaciones también se untaban estiércol en el cuerpo para ahuyentar a los danzantes de los carnavales tradicionales.

Afirma que Yancuitlalpan es una tierra poblana donde, pese a que el santo patrono es San Pedro, las familias siguen rindiendo culto al Teotón, un cerro que es custodiado por un águila y donde hay piedras curativas y donde se piden buenas cosechas.

“Antes de la llegada de los españoles, los habitantes se pintaban de negro para pedir lluvias y después de la conquista aquí se seguía haciendo lo mismo, pero ahora como un acto de protesta que hoy sigue presente”, manifiesta.

“Xinacates”, tradición sin edad

Desde los cinco años de edad, Joaquín es xinacate. Hoy tiene 9 años y expresa que seguirá participando en este carnaval, porque le gusta.

Mientras es pintado por su progenitor, resalta que cada año sale a las calles con su bonete en la cabeza y su cuarta (lazo elaborado con hilo de maguey) para integrarse al contingente.

“Lo importante es estar pintado de negro y mi papá mi pinta con tizne y aceite”, agrega, previo a juntarse con tres de sus compañeros de escuela y vecinos para unirse a esta celebración, que en este año concluye este domingo 26 de marzo.

Xinacates”, tradición sin edad. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

Giovanni y Benito, son otros menores de edad, que platican con El Sol de Puebla, para contar sus experiencias que han acumulado por este carnaval. El primero, de 9 años de edad, dice que es feliz manejando su xicote.

“Mi tío me enseñó y me gustó y cuando sea grande no lo dejaré, es parte de mí”, añade el pequeño, que cursa el cuarto grado de primaria.

En tanto, Benito, compartió que, desde los 6 años, de sus 11, ha sido xinacate y afortunadamente no ha tenido ningún incidente, porque su cuerpo no ha sufrido quemaduras o afectaciones por la mezcla de aceite y tizne.

Me divierte que la gente se asuste cuando piensa que la vas a pintar, pero eso ayuda, porque una vez me junté 100 pesos por no darles un abrazo”, expone.

Como ellos, más niños, año con año, se suman a esta fiesta donde algunos hasta faltan a las aulas para no quedar fuera.

Que no se pierda la tradición

Juan Cholula es un jefe de familia, que, pese a sus ocupaciones laborales, se da tiempo para pintar con tizne y aceite a sus dos hijos, quienes, al igual que él, disfrutan el carnaval de los “tiznados, pintados, judíos o xinacates”.

Con delicadeza hace la mezcla que después vierte entre la piel de sus pequeños, quienes sólo portan un short en el cuerpo.

“Son tradiciones y costumbres del pueblo, ya tiene años que se llevan a cabo, yo antes salía, pero ahora lo hacen mis hijos y cuando ellos danzan, yo no lo hago, porque alguien tiene que cuidarlos y los pinto con gusto, porque no quiero que se acabe esta fiesta, hoy en día se está acabando todo, hasta el respeto, pero depende de uno inculcar lo que nos dejaron”, externa.

Suma que, a diferencia de otros carnavales en Puebla, en el de Yancuitlalpan no se necesita mucho para tener la vestimenta oficial.

“Yo uso tizne del que queda cuando se hace lumbre para echar las tortillas y un poco de aceite para que brille el cuerpo, no se necesita más, porque la cuarta o el lazo es otra cosa fácil de conseguir, al igual que el bonete, que es elaborado con cartón”, precisa.

Resume que la mayoría de los hombres de esta comunidad de San Nicolás de los Ranchos han sido judíos o tiznados, aunque esta rol es más para hombres que para mujeres.

Leyenda de los tiznados

Desde la escuela Leandro Valle, la única primaria de San Pedro Yancuitlalpan, la docente frente a grupo, Dayana Sánchez Cuevas, ventila la importancia de la celebración de los tiznados y su leyenda, que año con año es tema de estudio en las aulas.

“Es parte de la historia de este pueblo, parte del misterio, misticismo y riqueza cultural de este pueblo y por eso entre los alumnos se hace referencia a la leyenda de los hombres pintados de negro y hacemos referencia de esta cultura”, puntualiza.

Los asistentes se pintan de negro con el huitlacoche y danzaron para pedir buen temporal. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

La maestra sostiene que la leyenda en torno a esta fiesta se remonta antes de la llegada de los españoles, cuando el pueblo se había portado mal y para disculparse subió al cerro El Teotón. Los asistentes se pintaron de negro con el huitlacoche y danzaron para pedir buen temporal y al terminó de su ritual, recogieron sus pisadas y aventaron la tierra a los cuatro puntos cardinales para pedir perdón y que sus cosechas fueran prominentes.

Entonces los dioses les enviaron un águila que tenía la encomienda de cuidarlos y protegerlos, la cual puede observarse desde la cima del montículo, pero que está en forma de piedra.

De ahí, la tradición sigue presente, pese a la intención de los españoles por eliminarla, pues en México ha sido más fuerte la sabiduría ancestral que predomina ante el avance de la modernidad.

Asegura que actualmente esta fiesta provoca ausentismo escolar, ante la falta de alumnos que no llegan a las aulas, para apoderarse de las calles y revivir este ritual en honor al Teotón.

Yancuitlalpan, la primera Cholula

Recorrer esta comunidad cercana al volcán Popocatépetl, donde los huertos de nuez de castilla adornan su territorio, los habitantes expresan que Yancuitlalpan es la primera Cholula. No es San Pedro y tampoco San Andrés Cholula.

Coinciden que hay varias similitudes que afirman esta teoría, siendo una de ellas, que San Pedro Cholula, en su representación católica, tiene como santo patrono a San Pedro, al igual que sucede en esta junta auxiliar.

En Cholula, de lado poniente está la presidencia, al norte la iglesia a San Pedro y hacia el oriente está el cerrito de la Virgen de los Remedios; en Yancuitlalpan este trazo es idéntico, con la excepción de que en nuestro montículo se rinde oración a la Inmaculada Concepción.

Otra coincidencia es la cantidad de vestigios arqueológicas que en las dos tierras en mención es encontrada cuando alguien realiza excavaciones.

Entre los cerritos a las iglesias, tanto en Cholula como en Yancuitlalpan hay 300 metros de distancia, otro hecho que indican es una similitud entre ambas zonas.

Pobladores dicen que Yancuitlalpan es la primera Cholula, porque cuando recibe este nombre, éste se escribía “Yancuictlalpan” que significa sobre la tierra nueva, pero luego sólo quedó como tierra nueva y en la cual, sigue vigente una de las tradiciones de protesta que prevalece en este siglo, que es la danza de los hombres de negro.

Por ello, resaltan que en esta junta auxiliar el cerro El Teotón es el que rige las buenas cosechas y en eso, contribuyen los “tiznados, pintados, judíos y xinacates”, quienes con su danza se suman a las peticiones para que año con año llueva en Yancuitlalpan.

En las faldas del volcán Popocatépetl está San Pedro Yancuitlalpan, una comunidad de Puebla que, a diferencia del resto del territorio, tiene una tradición única: su carnaval de “pintados, tiznados, xinacates o judíos”. En esta fiesta los danzantes no usan coloridos trajes de satín y mosquetones cargados de pólvora, ya que cambian estos elementos por un baño de tizne y aceite, así como el uso de una cuarta y un bonete elaborado de cartón que portan con orgullo en la cabeza.

Esta festividad es también conocida como el ritual de los “hombres de negro” y su realización tiene antecedentes desde antes de la llegada de los españoles a México, cuando los pobladores rendían tributo al cerro El Teotón, que significa “dios grande, dios divino”, para pedir un buen temporal y lluvias, aunque en ese entonces empleaban el huitlacoche, un hongo comestible que crece entre los granos del maíz, para obtener la tonalidad en la piel.

No obstante, después de la conquista y el proceso de colonización, este ritual se convirtió en un acto de protesta, pues con el mestizaje nació el carnaval de trajes turcos, españoles y franceses y sus participantes trataron de opacar a los tiznados, pero pese a la opresión, resistieron.

A la fecha, esta comunidad, perteneciente al municipio de San Nicolás de los Ranchos, mantiene vivo este festejo prehispánico que por pobladores y danzantes es calificado como un “evento rudo, de protesta y reverencial”.

Aquí son más los niños y hombres que lo reviven los tres últimos fines de semana de este mes. Con el primero se festejó el cumpleaños del volcán Popocatépetl, el 12 de marzo. En el segundo, realizado el 19, los danzantes llevaron la fiesta a las dos juntas auxiliares de San Nicolás de los Ranchos: San Pedro Yancuitlalpan y Santiago Xalitzintla. Con el tercer festejo se realiza la conclusión en la cabecera local, que tendrá lugar el próximo martes 28.

En esta celebración anual, los “xinacates” desfilan por las calles de San Pedro, pero también por la cabecera municipal y Santiago Xalitzintla, que es otra comunidad de San Nicolás de los Ranchos, para pedir buen temporal, aunque en las últimas décadas piden monedas a locales y visitantes para no regalarles un abrazo. Algunos han innovado e incorporado otros colores, como rojo, azul, verde, dorado o plateado en sus cuerpos, así como el uso de máscaras para tener un mejor atuendo.

A esta festividad también se le conoce como el ritual de los "hombres de negro" y su antecedente es desde la llegada de los españoles a México. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

Se anuncian gritando mientras corren por las avenidas más céntricas y una vez que frenan sus movimientos maniobran sus cuartas para reafirmar su presencia.

También realizan rituales en la cima del Cerro El Teotón, que representa un lugar sagrado para los habitantes, pues antes de que Yancuitlalpan fuera nombrado un lugar de “tierra nueva” llevaba por nombre Santa María Teotón, según refiere un dato histórico asentado en el libro 1 de Bautizos y Nacimientos del Ex convento de San Andrés Calpan, de 1545.

El Ritual de los Hombres de Negro

Este carnaval nació entre el proceso de la conquista y la resistencia que hoy en día no acaba, porque en el pueblo de Yancuitlalpan los tiznados, judíos o xinacates simbolizan la protesta de un pueblo ortodoxo y no católico”, comenta el cronista de esta junta auxiliar, Bonifacio Cholula.

No hay trajes elegantes como sí los hay en el carnaval que organiza la cabecera de San Nicolás de los Ranchos, que es de huehue, donde esta fiesta es similar a las realizadas en San Pedro Yancuitlalpan o Huejotzingo.

Aquí los judíos reviven un ritual milenario, una expresión de aportación original y única en el país, porque la danza de los hombres de negro no es un baile, es un ritual solemne hacía la productividad de la tierra, agrega.

El integrante de la Consejo de la Crónica de Puebla expresa que, a principios del siglo pasado, el desfile de los tiznados era grotesco, porque las pasadas generaciones también se untaban estiércol en el cuerpo para ahuyentar a los danzantes de los carnavales tradicionales.

Afirma que Yancuitlalpan es una tierra poblana donde, pese a que el santo patrono es San Pedro, las familias siguen rindiendo culto al Teotón, un cerro que es custodiado por un águila y donde hay piedras curativas y donde se piden buenas cosechas.

“Antes de la llegada de los españoles, los habitantes se pintaban de negro para pedir lluvias y después de la conquista aquí se seguía haciendo lo mismo, pero ahora como un acto de protesta que hoy sigue presente”, manifiesta.

“Xinacates”, tradición sin edad

Desde los cinco años de edad, Joaquín es xinacate. Hoy tiene 9 años y expresa que seguirá participando en este carnaval, porque le gusta.

Mientras es pintado por su progenitor, resalta que cada año sale a las calles con su bonete en la cabeza y su cuarta (lazo elaborado con hilo de maguey) para integrarse al contingente.

“Lo importante es estar pintado de negro y mi papá mi pinta con tizne y aceite”, agrega, previo a juntarse con tres de sus compañeros de escuela y vecinos para unirse a esta celebración, que en este año concluye este domingo 26 de marzo.

Xinacates”, tradición sin edad. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

Giovanni y Benito, son otros menores de edad, que platican con El Sol de Puebla, para contar sus experiencias que han acumulado por este carnaval. El primero, de 9 años de edad, dice que es feliz manejando su xicote.

“Mi tío me enseñó y me gustó y cuando sea grande no lo dejaré, es parte de mí”, añade el pequeño, que cursa el cuarto grado de primaria.

En tanto, Benito, compartió que, desde los 6 años, de sus 11, ha sido xinacate y afortunadamente no ha tenido ningún incidente, porque su cuerpo no ha sufrido quemaduras o afectaciones por la mezcla de aceite y tizne.

Me divierte que la gente se asuste cuando piensa que la vas a pintar, pero eso ayuda, porque una vez me junté 100 pesos por no darles un abrazo”, expone.

Como ellos, más niños, año con año, se suman a esta fiesta donde algunos hasta faltan a las aulas para no quedar fuera.

Que no se pierda la tradición

Juan Cholula es un jefe de familia, que, pese a sus ocupaciones laborales, se da tiempo para pintar con tizne y aceite a sus dos hijos, quienes, al igual que él, disfrutan el carnaval de los “tiznados, pintados, judíos o xinacates”.

Con delicadeza hace la mezcla que después vierte entre la piel de sus pequeños, quienes sólo portan un short en el cuerpo.

“Son tradiciones y costumbres del pueblo, ya tiene años que se llevan a cabo, yo antes salía, pero ahora lo hacen mis hijos y cuando ellos danzan, yo no lo hago, porque alguien tiene que cuidarlos y los pinto con gusto, porque no quiero que se acabe esta fiesta, hoy en día se está acabando todo, hasta el respeto, pero depende de uno inculcar lo que nos dejaron”, externa.

Suma que, a diferencia de otros carnavales en Puebla, en el de Yancuitlalpan no se necesita mucho para tener la vestimenta oficial.

“Yo uso tizne del que queda cuando se hace lumbre para echar las tortillas y un poco de aceite para que brille el cuerpo, no se necesita más, porque la cuarta o el lazo es otra cosa fácil de conseguir, al igual que el bonete, que es elaborado con cartón”, precisa.

Resume que la mayoría de los hombres de esta comunidad de San Nicolás de los Ranchos han sido judíos o tiznados, aunque esta rol es más para hombres que para mujeres.

Leyenda de los tiznados

Desde la escuela Leandro Valle, la única primaria de San Pedro Yancuitlalpan, la docente frente a grupo, Dayana Sánchez Cuevas, ventila la importancia de la celebración de los tiznados y su leyenda, que año con año es tema de estudio en las aulas.

“Es parte de la historia de este pueblo, parte del misterio, misticismo y riqueza cultural de este pueblo y por eso entre los alumnos se hace referencia a la leyenda de los hombres pintados de negro y hacemos referencia de esta cultura”, puntualiza.

Los asistentes se pintan de negro con el huitlacoche y danzaron para pedir buen temporal. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

La maestra sostiene que la leyenda en torno a esta fiesta se remonta antes de la llegada de los españoles, cuando el pueblo se había portado mal y para disculparse subió al cerro El Teotón. Los asistentes se pintaron de negro con el huitlacoche y danzaron para pedir buen temporal y al terminó de su ritual, recogieron sus pisadas y aventaron la tierra a los cuatro puntos cardinales para pedir perdón y que sus cosechas fueran prominentes.

Entonces los dioses les enviaron un águila que tenía la encomienda de cuidarlos y protegerlos, la cual puede observarse desde la cima del montículo, pero que está en forma de piedra.

De ahí, la tradición sigue presente, pese a la intención de los españoles por eliminarla, pues en México ha sido más fuerte la sabiduría ancestral que predomina ante el avance de la modernidad.

Asegura que actualmente esta fiesta provoca ausentismo escolar, ante la falta de alumnos que no llegan a las aulas, para apoderarse de las calles y revivir este ritual en honor al Teotón.

Yancuitlalpan, la primera Cholula

Recorrer esta comunidad cercana al volcán Popocatépetl, donde los huertos de nuez de castilla adornan su territorio, los habitantes expresan que Yancuitlalpan es la primera Cholula. No es San Pedro y tampoco San Andrés Cholula.

Coinciden que hay varias similitudes que afirman esta teoría, siendo una de ellas, que San Pedro Cholula, en su representación católica, tiene como santo patrono a San Pedro, al igual que sucede en esta junta auxiliar.

En Cholula, de lado poniente está la presidencia, al norte la iglesia a San Pedro y hacia el oriente está el cerrito de la Virgen de los Remedios; en Yancuitlalpan este trazo es idéntico, con la excepción de que en nuestro montículo se rinde oración a la Inmaculada Concepción.

Otra coincidencia es la cantidad de vestigios arqueológicas que en las dos tierras en mención es encontrada cuando alguien realiza excavaciones.

Entre los cerritos a las iglesias, tanto en Cholula como en Yancuitlalpan hay 300 metros de distancia, otro hecho que indican es una similitud entre ambas zonas.

Pobladores dicen que Yancuitlalpan es la primera Cholula, porque cuando recibe este nombre, éste se escribía “Yancuictlalpan” que significa sobre la tierra nueva, pero luego sólo quedó como tierra nueva y en la cual, sigue vigente una de las tradiciones de protesta que prevalece en este siglo, que es la danza de los hombres de negro.

Por ello, resaltan que en esta junta auxiliar el cerro El Teotón es el que rige las buenas cosechas y en eso, contribuyen los “tiznados, pintados, judíos y xinacates”, quienes con su danza se suman a las peticiones para que año con año llueva en Yancuitlalpan.

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