Los enfermeros están capacitados para desempeñar su labor, sin embargo, debido a la violencia de género que permanece dentro y fuera de los hospitales, así como los estereotipos machistas, en Puebla persiste desconfianza y rechazo hacia ellos, tanto de pacientes como de colegas mujeres, lo que limita muchas veces su ejercicio profesional en áreas médicas, como ginecobstetricia, pediatría y neonatología, donde hay trato directo con mujeres.
Esta aversión es padecida desde la etapa formativa, pues varios de los hombres que eligen esta carrera son educados a partir de concepciones erróneas sobre los roles de género, lo que ocasiona que las nuevas generaciones de especialistas repliquen estas conductas, comparte Alfredo Herrera Hernández, quien desde hace tres años labora como enfermero en la Cruz Roja.
Para Laura Nohemí Brasil Rodríguez del Castillo, líder de la Red Sector Salud por Puebla y representante de la Unión Nacional de Enfermería Mexicana (UNEM), esta problemática se genera debido a la incidencia de casos de violencia física contra mujeres a nivel social, lo que se traslada al escenario médico. Agrega que, pese a ello, los profesionales de la salud hacen su trabajo de la mejor manera.
A propósito del Día de la Enfermera y Enfermero en México, que se conmemora este 6 de enero, Rodríguez del Castillo subraya que las áreas donde hay un trato directo con los órganos reproductivos de las mujeres y menores de edad es donde más se presenta la desconfianza hacia los enfermeros.
Desde revisiones en el embarazo, parto, problemas hormonales, atención a recién nacidos, hasta cuidados en las niñas y niños, es donde se acentúa la resistencia a la inclusión de enfermeros. Esto más allá de una exclusión, puede perjudicar una correcta atención.
Según la UNEM, en Puebla hay 13 mil 500 personas que se dedican a la enfermería en los sectores público y privado. De ellas, 20 por ciento, es decir, 2 mil 700, son hombres.
Rodríguez del Castillo asegura que, si bien la cifra es menor en comparación con las mujeres, su presencia en la rama va creciendo con el tiempo, aunque persisten los obstáculos al momento de ejercer su trabajo.
“La sociedad tiene que confiar, porque lejos de ser una debilidad es una fortaleza para el gremio de enfermería. A veces es más fácil inmovilizar a un paciente o simplemente por su condición masculina ayudan en otros aspectos. Un hombre es 100 por ciento confiable, y podemos fortalecer la enfermería a través de ellos”, indica.
Remarca que es imperativo entender que cualquier especialista, independientemente de su género o sexo, puede desempeñarse en la enfermería sin problema alguno, puesto que es una profesión mixta desde su origen. Recalca que el objetivo es ayudar al prójimo y darle los cuidados necesarios.
Así, comparte que el reto que enfrentan los enfermeros es el de generar un cambio en la percepción de la gente hacia ellos, puesto que ese estereotipo debe acabar, y solo podrá pasar a través de la atención que brinde cada uno desde la institución médica donde labora.
“Los hombres no son bien recibidos por la sociedad, pero ya son más aceptados y cada vez se integran más en la carrera. Son muy profesionales, por supuesto, porque esta carrera es mixta”, expone.
Minimizan su labor
Víctor Acevedo Bracamontes y Alfredo Herrera Hernández, quienes se desempeñan como enfermeros en la Cruz Roja en Puebla desde hace tres años, opinan que estas limitaciones se presentan en la formación educativa y en el ámbito laboral, pues, aseguran, los estereotipos sobre la enfermería dictan que cualquier tipo de cuidado, aun cuando es profesional, debe ser empleado por mujeres.
Cuando Víctor se formó en la universidad le enseñaron que la atención ginecológica no era para los hombres, a pesar de que nada de eso está escrito en ningún libro sobre la materia.
El enfermero narra que sus docentes, en su mayoría mujeres con amplias trayectorias en el rubro, le impedían, al igual que a otros hombres, el acceso a las prácticas referentes al cuidado e investigación de la anatomía femenina, pese a que este tipo de aprendizajes son fundamentales para el ejercicio profesional.
“En la universidad todavía me tocó maestras que sí tenían esas ideas de que por ser hombre no podía entrar a ciertas áreas o incluso hacer ciertas cosas, fue algo que la verdad si me causó inquietud”, dijo.
Al igual que él, a otros compañeros, ya en el campo profesional y en diversas instituciones, les han limitado su derecho a ejercer sus conocimientos a causa del rechazo y estereotipos machistas que perduran en el campo médico, apunta.
Por ejemplo, Alfredo Herrera, quien labora en los servicios neonatales intensivos de la Cruz Roja, comparte que ejercer la enfermería le ha costado críticas, pues le han dicho que la profesión es solo para mujeres, y a los hombres “les toca ser doctores”.
Cuando atiende a los pacientes le dicen “doctor”, porque piensan que, por ser varón, no es el enfermero, y aunque les comenta lo contrario la gente a veces rechaza su labor.
“En el ámbito social me ha tocado en varias ocasiones en las que me dicen que soy el médico, aun viéndome que soy el enfermero, como que les cuesta aceptar que soy enfermero y no tengo un rango más alto. Y aparte me han inferiorizado, al cuestionarme porque elegí esa carrera para mujeres, cuando pude haber sido doctor para que estuviera al mando”, declara.
Pacientes se resisten a ser atendidos por hombres
Otra de las muestras de que el machismo interfiere en la atención de pacientes, asegura Alfredo Herrera, es cuando llega el momento de realizar valoraciones esenciales a otros hombres, como son revisión de signos vitales o curaciones.
A la mayoría de varones que llega a los hospitales no le gusta atenderse con enfermeros, dice el especialista, quien asegura que muchos de ellos ponen resistencia a la hora de realizar el trabajo, lo que en varias ocasiones altera los procedimientos médicos y puede incluso complicar la salud del paciente.
“Las pacientes como tal no me han expresado que no quieren que yo las atienda verbalmente, pero sí se nota la diferencia en comparación con una mujer (...) El hombre no deja que lo atienda otro hombre, pero existen pocas ocasiones en que sí les da confianza”, puntualiza.
Lo anterior ha desencadenado un sentimiento difícil de procesar, comparte Alfredo, pero opina que es una situación que lo ha fortalecido profesionalmente. Además, destaca que ello le ha permitido dejar de replicar prácticas machistas que perduran a nivel social, y en particular en el mundo médico.
“Ante los señalamientos de la sociedad sobre por qué elegí esa carrera la verdad es que no me hice menos, si no lo tomé como un empuje para poder demostrar que la parte masculina también puede ejercer cuidados, porque eso es lo que a veces muchas veces asociamos con un sexo femenino, pero también en este ámbito el sexo contrario podemos mostrar que somos capaces de ejercer cuidado hacia las personas. A la enfermería la catalogan mucho para la mujer, entonces en el ámbito social sí ha habido ocasiones en las qué es tenido alguna que otra discusión al respecto de eso”, cuenta.
Crear lazos de confianza para mejorar la atención
Jonathan Herrera Moreno, quien desde hace 14 años es enfermero intensivista en el Hospital General de Zona número 20 “La Margarita”, perteneciente al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Puebla, comparte que, para evitar complicaciones en el ejercicio profesional, en cada paciente debe crearse un lazo de confianza. Esto, sin embargo, no es aprendido en las aulas, remarca.
La experiencia de ejercer varios años ante estereotipos, muchos de ellos derivados de la violencia de género contra las mujeres, le enseñó que, además de la atención profesional, debe establecer con sus pacientes un vínculo de confianza que beneficie la revisión médica.
“Anteriormente era más personal femenino y que laboraba en los hospitales, pero ahora ya es mixto. Tienes que crear ese vínculo de confianza con los pacientes para que ellos se sientan seguros de que les estás dando una buena atención y vean que estás haciendo bien tu trabajo”, señala.
Como profesional, Herrera Moreno menciona que la mejor satisfacción para él es cuando, a través de sus conocimientos, un paciente mejora su salud y se muestra agradecido con quien lo atendió. Asegura que la enfermería es su vocación y pasión, al punto de que, a veces, pasa más tiempo en el hospital que en su casa.
“Definitivamente creo que pasamos más tiempo en el hospital que en familia, ahora sí que cuando me toca descansar aprovecho al máximo estar con mis familiares y aquí lo damos todo definitivamente. Pero lo que más nos marca como enfermeros es que un paciente salga de aquí y salga agradecido por lo que haces”, comparte.
Para concluir, los entrevistados por este diario afirman que se debe reforzar la información respecto a que no existen labores definidas para hombres o mujeres, es decir, combatir las narrativas que fijan erróneamente que existen roles de género para estas tareas, debido a que ambos sexos pueden ejercer este trabajo, pues para ello se preparan y se actualizan en cuanto a la atención médica.
“Yo invito a que los que están estudiando enfermería se preparen, los que nos dedicamos a esto nos encanta la mala vida, porque es una carrera que no te va a dejar estar con tus seres queridos los días importantes. Un hospital trabaja las 24 horas, los 365 días del año, entonces es una carrera que te demanda mucho pero también tiene mucha satisfacción cuando ves que los pacientes mejoran”, finaliza Victor Acevedo.