“No graben, váyanse”, así respondieron pobladores de la junta auxiliar Santo Tomás Chautla a la presencia de los medios de comunicación que intentaban captar imágenes del recorrido a la iglesia donde se celebró la misa para las seis personas que murieron tras caerles un alud de tierra.
Cerca de las 15:00 horas de este viernes los féretros salieron de las casas donde eran velados Eugenia Leyva Alvarado, Antonia Leyva Flores, Dulce Rosario Calbarín Merino, Fátima Muñoz Rodríguez, Gaspar Flores Leyva y Joseline Flores Ibáñez, las mujeres y menores de edad que fallecieron la noche del miércoles mientras festejaban la graduación de un joven de 15 años.
Desde el jueves y viernes hubo rezos, flores, velas, veladoras y coronas para despedir a las víctimas del derrumbe de la capa de lodo provocado por las fuertes lluvias, que se llevó una cocina donde los seis pobladores celebraban la culminación de un ciclo escolar.
Pueden quedarse, pero no tomar fotos, dijo una mujer acompañada por otros miembros de su familia quienes invitaban a la mesa al que llegaba a dar el pésame. Pipián con nopales era el platillo que servían al personal de limpia, familiares y vecinos que levantaban la mirada tratando de identificar a la reportera y fotógrafa que al lugar llegaron solicitando permiso para tomar fotos.
Nunca se está preparado para esto, dijo una maestra, quien sin pudor relató cómo a los 10 años salió de Santo Tomás Chautla para terminar la primaria en la ciudad de Puebla y no quedarse a lo mismo de siempre, pobreza y que la mujer no sea tomada en cuenta para nada.
Mientras los comensales seguían en la mesa, el personal de limpia comenzó a retirar el escombro que quedaba después de que montones de basura fueron retirados de la barranca el día anterior.
“Sacaron como 10 camiones de escombro. Ahí tiran perros, pollos, gatos muertos. Vean cómo está, ya tiraron más basura. El carro viene nomás una vez a la semana, pero hay personas que no se esperan y tiran su basura”, dijo la dueña de una tienda quejándose de que sus vecinos tiran basura y el presidente auxiliar sigue sin colocar anuncios para prohibir que arrojen desechos.
Más adelante, muy cerca de la cocina donde las seis personas fallecieron, la dueña de la vivienda desde donde se desprendió la capa de tierra, confió en que no vuelva a ocurrir una tragedia similar, pero eso no será posible si los que habitan la zona de derrumbes no son precavidos.
“Yo soy la que se le derrumbó el texcal, nunca nos había pasado nada, es la primera vez, dicen que siempre en la vida hay una primera vez, esperamos que ya no vuelva a pasar y si vuelve a pasar pues ya ni modo, ya nos tocará a nosotros”, señala.
Las horas pasaron y los amigos y familiares de las víctimas se alistaron para salir en procesión rumbo a la iglesia donde el sacerdote llevaría a cabo la misa de cuerpo presente. La banda de viento acompañaba a una centena de personas, cuando un grupo de hombres gritaba y corría diciendo ¡váyanse, no graben, no graben! al ver las cámaras de foto y video.
Los cuerpos fueron enterrados más tarde en la comunidad en la que habitan 6 mil 575 personas, según el censo de 2010 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y el rango de pobreza es de entre el 70 y 100 por ciento, de acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).