Los panteones de las juntas auxiliares de Puebla están llenos de contrastes, se pueden ver músicos, gente rezando, familias enteras arreglando lápidas y otras compartiendo su comida para esperar a sus fieles difuntos.
Estos días, los panteones se pintan de color naranja por el cempasúchil y el olor del incienso llena todas las calles; aunque llega la nostalgia por los seres queridos que ya se fueron, entre los visitantes existe la esperanza de que, por algunas horas, las almas de los familiares que ya fallecieron visitarán otra vez la tierra.
En San Miguel Canoa se encuentra el panteón de Los Remedios, se puede observar a los vecinos que van con sus palas para retirar la hierba mala, colocan sus flores de cempasúchil y terciopelo, también llevan otros arreglos florales para hacer vistosa la lápida de sus familiares. El primero de noviembre no hay músicos, las señoras de la tercera edad mencionan que este día es para rezar y dar gracias por la visita de las almas.
Heriberto Gabriel García y Alejandra Monarca Zepeda son una pareja de abuelitos que cada año van a visitar a la mamá y al hermano de Alejandra, su mamá se llamaba Guadalupe Zepeda y les inculcó a todos sus hijos la tradición de ir al panteón en estas fechas. El primero de noviembre acostumbra llevar veladoras para iluminar el camino de sus familiares y el 2 de noviembre “Día de Muertos” a las 7 de la mañana llegan al panteón porque suelen ofrecer una misa.
De igual modo, José Pérez Romero cada año va a arreglar la tumba de su padre y de su abuelo para que todos los familiares que acuden al panteón “vean bonita” la lápida. Su papá se llamaba Gregorio y su abuelo Juan y aunque ya pasaron más de 20 años desde su partida “aún duele su ausencia”.
En el panteón de la junta auxiliar de San Baltazar Campeche se realiza una gran celebración, incluso ponen una feria. Esta festividad mexicana se convierte en una fuente económica para los vecinos, ya que aprovechan para acarrear agua, vender comida, y no faltan los músicos que ponen ambiente para esperar a los que ya se fueron.
La señora Catalina Vásquez es organillera, y cada año acude a este cementerio, las canciones que más le solicitan son La hielera, Dios nunca muere y Las mañanitas. Aprovecha estos días para ganarse unos centavitos y ayudar a su familia.
Asimismo, José Martín Rodríguez es un guitarrista de esta colonia que busca ganarse la vida tocando, y estos días deleita a los vivos y no vivos con canciones como Amor Eterno, Cruz de Olvido, Mi cariñito y Tres regalos. Ya van 10 años consecutivos que asiste al panteón.
Lo mismo ocurre en el panteón de San Francisco Totimehuacán, los colonos aprovechan para vender rehiletes, pintar caras de catrinas, colocar toros mecánicos y vender micheladas.
“Los olvidados”
No obstante, hay muertitos que ya no son visitados por sus familiares y estos sucede frecuentemente en el cementerio del panteón de La Resurrección en donde la mitad de sus ataúdes se pueden ver olvidadas. Sin embargo, en la entrada del panteón se organizará un baile en honor al Día de Muertos.