Ser universitaria en el siglo XXI, va mucho más allá de ir a un aula de clases, el surgimiento de otros espacios de participación como las colectivas estudiantiles feministas aparecen como herramientas de respaldo para entender la problemática que implica ser mujer en universidades carente de protocolos de género, así como crear espacios de resistencia emocional, aseguró una de las creadoras de La Calpulli, articulación feminista estudiantil en Puebla.
En entrevista con El Sol de Puebla, Sheilah Carmona y Grecia Camacho, representantes de la colectiva, hablaron sobre la importancia de emprender acciones internas y externas con perspectiva de género con la finalidad de crear espacios que acompañen a mujeres en situación de vulnerabilidad.
Camacho, una de las fundadoras de la colectiva, recuerda que hace cuatro años atrás, cuando surge el grupo estudiantil, solo dos universidades de las más prestigiadas a nivel local, contaban con protocolos contra el acoso sexual, por lo que era importante hacer visible dicha situación.
Actualmente, seis de las siete instituciones revisadas por este portal de noticias, en las que se incluyeron las más prestigiadas a nivel local, cuentan con protocolos específicos para la atención de este delito: Ibero, Tec de Monterrey, BUAP, UPAEP, UDLAP, UVM, aunque esto no garantiza su correcta aplicación.
La articulación nace en 2017 y recibe el nombre de La Calpulli enalteciendo las lenguas originarias, con un concepto feminizado porque el artículo es masculino, pero hace referencia a los núcleos de formación de guerreros que se tenían en comunidades Nahuas. “Era la forma en que nosotras concebíamos a La Calpulli, porque era más un espacio de transformación interna y un espacio de crecimiento colectivos”, platica Grecia, sobre la colectiva, misma que ahora está integrada por más de 30 mujeres.
GIRO DE AGENDA FEMINISTA POR EFECTO DE LA PANDEMIA
Desde círculos de lectura, pasando por jornadas informativas dentro de la universidad hasta cine debate, las estudiantes de la Ibero Puebla, a través de la cultura feminista buscaban descriminalizarla; fue con el paso del tiempo que los propósitos se diversificaron.
Por su parte, Sheilah reconoce que antes de la crisis sanitaria por el coronavirus, el activismo que ejercían era de incidencia externa, organizando contingentes para las marchas, así como talleres presenciales, sin embargo, con el confinamiento obligatorio decretado por el gobierno del estado, y con ello la suspensión de actividades educativas y masivas, la agenda de La Calpulli se volvió interna.
Recuerda que una de las acciones emprendidas antes de la pandemia, fue la “jornada de las flores moradas” en el marco del ocho de marzo, en donde realizaron pláticas, talleres y conferencias con mujeres expertas en temas de sexología, violencia familiar, así como con abogadas violetas que abordaron el tema de la Ley Olimpia.
Fue en diciembre del 2019 cuando se aprobó en el congreso de la Ciudad de México la llamada “Ley Olimpia”, la cual, consiste en un conjunto de reformas realizadas a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, en las que se reconoce la violencia digital como un tipo de delito. La violencia digital definida en el artículo 7° de dicha ley, consiste en actos de acoso, hostigamiento, amenazas, vulneración de datos e información privada, así como la difusión de contenido sexual, sin el consentimiento o mediante engaños a una persona.
Ambas universitarias reconocen que desde que se estableció la emergencia sanitaria y se dio la instrucción de quédate en casa, comenzaron a ofrecer acompañamientos legales y psicológicos para aquellas mujeres que se encontraban en entornos violentos.
De acuerdo con los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (Sesnsp) de enero a diciembre de 2020, se recibieron 8 mil 380 llamadas de emergencia relacionadas con incidentes de violencia familiar.
En todo el año, la línea 911 registró 2 mil 104 llamadas de emergencia relacionadas con incidentes de violencia de pareja, 166 relacionadas con incidentes de acoso u hostigamiento sexual, 67 relacionadas con violaciones y 49 llamadas relacionadas con abuso sexual.
Las activistas coinciden en que emprender acciones de lucha desde los espacios virtuales es una tarea complicada, sin embargo, por ahora es la única forma en que pueden mantenerse en la lucha, ya que la mayoría de las integrantes son foráneas, situación que complica la presencia físicamente.
“La pandemia nos vino a cambiar el giro completo de la agenda, la mayoría de nosotras somos de Tlaxcala o de otros lugares, sin embargo, a través de las redes sociales podemos articularnos, establecer alianzas con el fin de impulsar otras causas”.
Reconocieron que el regreso a las aulas les dará la posibilidad de retomar la lucha en espacios visibles, sin embargo, aseguraron que continuarán brindando acompañamiento a las mujeres víctimas de violencia.
