“El quizá no existe. Hoy sufro esta discapacidad, pero muy pronto volveré a caminar”. Esas son las palabras de Alfredo Gil Ajuria, quien es un deportista con más de 40 años de trayectoria, originario del municipio de Izúcar de Matamoros. Hoy en día carga en su espalda un dolor tan inmenso que a veces desea dejar todo en el olvido. Él ha cumplido 17 meses sin una de sus piernas, depresión oculta, pero con una fuerza inmensa, que ha mantenido hasta la fecha, ya que esto le impide realizar una de sus grandes pasiones que es el deporte.
“El profe Chabelo” como muchos lo conocen, desde muy pequeño se apasionó en el deporte, junto a sus hermanos que lo indujeron a esta actividad. Inició su carrera como profesor en la primaria en una de las instituciones más privilegiadas del municipio, la vida le estaba dando los mejores momentos, disfrutaba del deporte, de sus viajes a la Unión Americana, de los amigos y de su familia.
Nunca se imaginó que una gran lección le llegaría a su vida, y que tenía que aprender de una u otra manera. En uno de sus viajes que realizaba en el año 2016, tuvo un accidente vehicular y tras el impacto que recibió, una de sus rodillas se golpeó con unos de los asientos, sin embargo, no le dio importancia, hasta ocho meses después, que se percató que la rodilla desprendía un olor desagradable y la piel se encontraba morada.
Médicos le detectaron gangrena en la rótula de la rodilla izquierda, por lo que no hubo más remedio que cortarle la pierna, fueron meses de soledad, de depresión, de encierro total para Chabelo, pero fueron sus alumnos, quienes le dieron ánimos de salir adelante y de luchar, que esto no se termina, hasta que se termina.
“Mis alumnos me visitaron en el momento más terrible de mi vida, me dijeron: maestro, no nos hagamos tontos, usted nunca corrió con nosotros, usted daba órdenes, usted era el jefe, hoy desde su silla ruedas, lo puede volver a hacer” puntualizó Alfredo, fueron las palabras más sabias que había recibido, y empezó con su nueva rutina.
Refirió que antes del accidente, viajaba constantemente a la unión americana, con su equipo de basquetbol de Chiqui-Lakers a eventos nacionales e internacionales, adquiría uniformes para sus alumnos, pero hoy no lo puede hacer, no hay dinero suficiente, por lo que tienen que botear en lugares públicos, calles, casa en casa para poder buscar algo económico y así cubrir las necesidades de los niños en sus actividades.
Hoy tiene un gran sueño, adquirir una prótesis para su pierna, y a pesar de que oscilan entre los 80 a 100 mil pesos, ha conseguido que una empresa estadounidense le haga un 50 por ciento de descuento, por lo que ha aprovechado la situación y ha salido a las calles a pedir dinero para comprarse una.
La tristeza lo invade todavía, al ver que a los que consideraba amigos, familia y parientes cercanos, le den la espalda, y decidan apagar sus teléfonos, para no recibir ninguna llamada del “victimizado”, ha tenido la necesidad, pero con valentía, de ir al mercado a pedir caridad y así juntar lo suficiente, para que vuelva a caminar.
Tendrá la oportunidad que, en los próximos días, le tomen medidas para su prótesis y piensa que, si Dios quiere, a finales del mes llegue a la cancha de pie, sin necesidad de una silla de ruedas y con la gran meta cumplida, agradeciendo a sus padres, a sus alumnos y tutores por esta ayuda que veían incansable pero nunca imposible.
Aún le faltan cerca de 20 mil pesos, para ello están realizando diferentes actividades, rifas, kermes, viajes y todo lo posible para poder liquidar pronto y poder obtener “su rodilla postiza” y empezar nuevamente con una nueva vida que había quedado en el olvido y que hoy la desea recuperar, porque para él “la sonrisa de un niño no tiene precio”.