Un menor de 16 años de edad, originario de Atlixco, se encuentra detenido en uno de los “tender age shelters” (refugios de edad tierna) instalados por el gobierno de Donald Trump para frenar la migración hacia los Estados Unidos.
El próximo viernes 24 de agosto tiene una cita, solo, ante un juez norteamericano. Y de esa audiencia dependerá su futuro inmediato. O es deportado a México o quizá algún familiar pueda “reclamarlo” para quedarse allá, en ese país del norte.
No sabe hablar inglés y únicamente tiene la asistencia o ayuda de una trabajadora social de Arizona, lugar donde está “guardado” en una de las famosas jaulas de Donald Trump.
Dos pecados pesan sobre este atlixquense. Uno: la declaración desesperada de su padre de pedir asilo político en el momento de ser detenidos por la policía intentando cruzar la frontera de manera ilegal.
Y el segundo: no tener un familiar en la Unión Americana para “pedirlo” y aspirar a quedarse ahí.
LA LLAMADA
Desde hace tres meses cada ocho días, en caso de salir las cosas bien, o cada semana y media cuando el destino sigue jugando en su contra, Jorge N. habla por teléfono con su familia.
“Estoy bien. No tengo mucha ropa. A veces no como mucho. Y sobre todo, los extraño demasiado”, alcanza a decir con tono de tristeza.
El menor de edad de 16 años, oriundo de la comunidad rural de Tejaluca, perteneciente a este municipio, está “encerrado”, dicen sus padres, en una de las famosas jaulas de Donald Trump en Arizona, Estados Unidos.
Y la incertidumbre es cosa de todos los días. Mario González González, responsable de la Oficina de Atención a los Migrantes del Ayuntamiento de Atlixco, dijo a este diario están en espera de la fecha marcada para presentarse ante un juez.
La familia no logra hasta el momento conseguir un abogado por el precio de ese servicio. Y tienen una esperanza: “El gobierno de Estados Unidos, apelando a los derechos humanos de los menores, logre ayudarlo proporcionándole algún tipo de orientación”.
Jorge dudó mucho en irse en busca del suelo y sueño gringo. “Por momentos decía no, y por momento sí. Finalmente decidieron ante la adversidad económica. Y ahí quedaron, en el intento”.
Desde mayo pasado, y tras ser atrapado junto a su padre, únicamente esperan suene el teléfono para saber si está bien. Mientras, el futuro tiene una posibilidad: “Deportado a México, concretamente al sistema DIF más cercano. Y ya de ahí, buscaremos traerlo de regreso”, explicó González.