Desde 1991 Alejandro Trujeque Aldaco, habitante de Amozoc, ingresó a la obra de La Pasión de Cristo en este municipio. Nunca imaginó que años mas tarde, lograría convertirse en el rostro más representativo de Jesús en su comunidad.
Él ha interpretado este papel al menos unas 10 veces, “todas fueron diferentes y cada una tuvo algo especial”, refirió. Gracias a la emoción que logró transmitir durante su participación, motivó a más jóvenes a incorporarse esta obra, la cual este año estará conformada por al menos 70 personas, dijo Raúl Galicia, director.
Actualmente, a sus 47 años de edad, Alejandro se mostró emocionado de poder ocupar este papel el próximo Viernes Santo, aún cuando los golpes y el largo recorrido que ha padecido lo han dejado convaleciente al menos dos semanas en sus presentaciones pasadas.
“Las veces que me ha tocado participar he tenido que pedir permiso en el trabajo, pido que me junten mis días de vacaciones más los económicos para que cuando termine pueda descansar, porque hay ocasiones en las que no puedo ponerme de pie”, dijo.
Aun con ello, desde hace algunos días inició su preparación en la cabecera municipal de esta demarcación, donde miles de personas se darán cita el próximo 7 de abril para presenciar uno de los actos religiosos más representativos de la zona.
Una comunidad se formó en esta obra, describió Alejandro, pues gracias a la confianza que deposita en cada uno de sus compañeros se siente tranquilo de que los golpes no lo herirán durante el evento.
“Entre nosotros nos cuidamos, saben que debe ser algo con cuidado y como muchos dicen ‘cada quien escoge a su propio verdugo’, entonces yo prefiero elegir a quienes darán los golpes durante la obra”, detalló.
Aunque Alejandro ha participado en diversas ocasiones, aseguró que nunca llegará a sentirse digno de representar a Jesús, pues es un papel que ningún humano podrá asemejar, aunque lo intente.
“Yo lo único que puedo sentir es mucha satisfacción, es una forma de darle las gracias y también de pedirle perdón por todo lo que hacemos, soy indigno de representarlo”, señaló.
Prepararse físicamente para este momento es superficial, comentó. Para él lo más importantes es “limpiar” el alma, y caminar por las tardes para fortalecer sus piernas y que no desistan en el camino.
El papel de Jesús no solo requiere una serenidad en la actuación de su cuerpo y sus emociones, sino debe ser una reconciliación con Dios. “Es una responsabilidad”, describió.
“Es una guerra interna la que vivo, no sé cómo la sientan los demás, pero no sé explicarlo, creo que no tendría cómo, entre más se acerca el día no siento temor, sino esa guerra que se convierte en una responsabilidad”, expresó.
Todas las veces en las que ha participado termina en lágrimas, llantos que duran horas, no por los golpes o por el cansancio, sino por el sentimiento de sentir en su cuerpo, aunque sea por algunos instantes, lo que vivió Jesús hace años, relató.
Es un evento en que, al igual que su esposa e hijos (quienes siempre lo acompañan), la gente expresa gran emoción. “Antes se metían para que no me pegaran, ahora ya no se puede, pero conforme vamos avanzando en las calles veo que están llorando, es como si se transportaran en el tiempo”, señaló.
Un anhelo de la infancia
Aunque para Alejandro no lo parezca, sus diversas interpretaciones contagiaron a diversos niños a participar en esta obra. Un ejemplo de ello es Víctor Hugo Bretón, quien a sus 35 años narró que su integración a la obra fue gracia a él.
Víctor es originario de Amozoc, él se incorporó a esta presentación hace 10 años, y como en cada obra, los varones que conforman esta agrupación anhelan ser el papel principal, sin embargo, para él lo importante era estar junto a quien representó por muchos años a Jesús. “Lo hacemos con la voluntad del corazón”, dijo.
“Yo de niño le pedía permiso a mi mamá para ver la presentación en el zócalo de Amozoc, yo era de los que siempre apartaba la primera fila y me llamaba la atención la obra, pero como estaba niño y veía que eran mas grandes que yo sentía que debía esperar a crecer para poder estar ahí”, expresó.
Con el paso del tiempo, se olvidó del sueño que tenía y cayó en problemas de alcoholismo, momento en que decidió darle un giro a su vida y concentrarse en algo que lo hiciera olvidar su adicción, “me estaba matando”, compartió.
Fue ahí cuando buscó incorporarse a la obra, aunque temía ser juzgado y que no lo aceptaran por su condición. “No me sentía digno de poder participar, sentía que yo no podía ni poner un pie en la iglesia”, señaló.
Raúl Galicia, director de la obra, fue quien decidió brindarle la oportunidad de participar. Para él lo importante no es que sepan actuar o no, sino que tengan la emoción de estar ahí, de lograr transmitir con su cuerpo el evento religioso que marco la fe católica.
Por lo anterior, para Víctor estar en la obra es un privilegio con el que soñó desde la infancia y no pensó que alcanzaría. “estaba bien chiquillo y lo vi que estaba meditando (a Jesús), yo digo así porque de chiquito lo vi sentado y no sabía qué estaba haciendo, me acerqué y dije si estaba bien y ahora que nos encontramos acá para mi es una satisfacción, convivir con él y compartir el escenario”, dijo.
Ahora que logró su sueño, y tal como lo describió Alejandro, Víctor se unió a la “familia” de esta obra, pues desde su papel (romano) cuida que los golpes no sean severos y lesionen al papel de Jesús.