Atlixco, Pue. Muertos en las afueras del hospital, enfermos de Covid-19 clavándose tijeras en el pecho para no sufrir más de coronavirus, granaderos contra tianguistas, 137 fallecimientos por la pandemia según dados federales y el regreso al confinamiento en casa por mínimo dos semanas. Así es el trágico camino del Covid-19 en Atlixco de abril a diciembre.
EL COMIENZO
Entre la segunda y la tercera semana del tercer mes del 2020, los atlixquences cayeron en la red de la pandemia. El martes 21 de marzo resultó el adiós de casi todo: escuelas y parte del trabajo. Entonces el ruidoso y turístico Atlixco dobló manteles, guardó sillas y dejó de servir a visitantes. Esto como consecuencia de las órdenes de los tres niveles de gobierno. Así, el municipio entró a la inercia mundial.
Primero escuelas, luego oficinas gubernamentales, centros de concentración masiva como tiendas grandes, bancos, cines, mercados, tianguis, unidades deportivas. El encierro total. Y no sólo eso, en la transición de finales de marzo a mayo, cubiertos y protegidos a piedra y lodo en casa, a los atlixquences también les impidieron el uso del coche. El hoy no circula llegó como parte de los regaños oficiales frente a la aún movilidad en el centro de la mancha urbana en plena pandemia escalando cifras. Para ese entonces sólo funcionaban los negocios considerados esenciales.
La primera estampa en Atlixco de estar ya en el mapa mundial de la Covid-19 fue aquel sábado de marzo cuando decenas de hombres enfundados en trajes blancos y mascarillas anti gases fumigaron el zócalo de la ciudad, las unidades deportivas y las unidades habitacionales. Acompañados de tractores, la mancha urbana dibujó estelas profundas de humo blanco extendidas a muchos rincones. Convirtiéndose en el primer municipio en instalar filtros y desinfección de espacios públicos. Señal inequívoca para quedarse en casa, los atlixquences comenzaron a mirar y condenar desde las redes sociales a quienes cometían la osadía de caminar en la vía pública.
PARÁLISIS Y NOMBRES
Entre la crisis sanitaria, en Atlixco surgió la frase para dar paso a una disputa: “entre la necesidad y la necedad”. Sobre todo, en el ánimo de los tianguistas de la región quienes usaron esa bandera para seguir en las calles.
Quizá ese fue, el mercado, el campo de batalla más evidente ya con la Covid-19 asentada aquí. Fue necesaria la intervención de la policía estatal y los granaderos para calmar los ánimos entre el Ayuntamiento y los vendedores.
De mayo a julio quedó en evidencia la parálisis casi total en la ciudad, sobre todo la económica: negocios, unos 15 de familias conocidas, no sólo cerrados, también a punto de quebrar y bolsillo al borde del colapso.
El peor de los temores por el Coronavirus quedó estampado frente a los atlixquences. En personas conocidas, en sus familiares. El cerco comenzó a reducirse. En un lapso de 20 días, los nombres de los muertos por Covid 19 se hicieron más evidentes en Atlixco. Rebasado por las circunstancias, la discriminación no fue obstáculo para conocerse los detalles:
Rey Rodríguez, dueño de Funerales Puebla, Álvaro Morales, priísta distinguido, Salvador Zavala, beisbolista y médico de profesión y en los últimos días Andrea Medellín, directora emérita de la Universidad Interamericana para el Desarrollo (UNID). Y muchos más guardados aparentemente en el anonimato. Sin olvidar a los radicados en los Estados Unidos y arrasados por la pandemia. Atlixco encabezó la lista de municipios poblanos con mayor número de muertes. Unas 25 en total.
APERTURA
El peso de los bolsillos vacíos de los sectores productivos de Atlixco comenzó a hacer estragos. Contra la voluntad oficial, y aparentemente de manera discreta, los negocios locales retomaron actividades. Ya en agosto y muchos no pudieron más. Pero un sábado la Dirección Estatal de Protección Civil soltó un manotazo y clausuró al menos seis o siete establecimientos en cuestión de horas.
Para evitar la confrontación, las autoridades estatales y los sectores productivos de Atlixco necesariamente se sentaron a dialogar. Y anunciaron paulatinamente la vuelta de las actividades económicas.
Para agilizar el regreso, los dueños de los negocios en el centro de la ciudad alcanzaron una capacidad de organización casi inédita. Y las llamaron calles seguras. Colgaron mensajes, regalaron cubrebocas y gel. Mostraron disposición poco a poco diluida con la estabilidad de los números y casos de Covid-19.
Sin embargo, ya con el segundo semestre avanzado, la mayoría de los eventos turísticos, culturales e históricos no se llevaron a cabo: Atlixcayotontli, Atlixcáyolt, Feria de la Cecina, Todos Santos. Menos la iluminación navideña en las calles.
Pensando en un regreso a los tiempos de antes de la Covid-19, los atlixquences comenzaron a dar rienda suelta a la llamada nueva realidad y a sus necesidades. “Avisados estábamos del regreso de nuestros temores de confinamiento, volvimos a retar al destino con una pregunta: ¿hasta cuándo?”, lamentó la semana pasada Rogelio Flores Mejía, el regidor de Seguridad Pública y Protección Civil. Agregó: “Llegará el 2021 pensando en algo: dijeron esto pasaría pronto. Pero la realidad es otra, a pesar de los últimos alientos generados por la vacuna”.
Mientras, las historias volvieron a tomar fuerza: autos- tentados con tijeras de enfermos de Covid-19 con final lúgubre, muertos afuera del hospital del IMSS con síntomas de la pandemia, más de 137 muertos, 740 casos confirmados y 218 casos sospechosos. Y el regreso al confinamiento a la vuelta de la esquina.