/ lunes 11 de noviembre de 2024

Aumenta crisis en el cultivo de maíz y cebada en la cuenca de Libres-Oriental

Especialistas advierten una alta dependencia a las importaciones, un abandono del sector, la marginación agraria y la falta de tecnificación

En Puebla, la producción de granos, como maíz y cebada, especialmente en la cuenca de Libres-Oriental, enfrenta el riesgo de desaparecer. Esto ante la creciente dependencia que tiene el mercado local con las importaciones, principalmente de Estados Unidos, país que ofrece más alimentos a menor precio. Según especialistas, el rezago se debe al abandono del campo, cambio climático, la marginación agraria y la falta de tecnificación, entre otros factores.

Luis Andrés Cabrera Mauleón, agrónomo fitotecnista y maestro en Desarrollo Humano y Educativo por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), explica que la producción de granos en la entidad poblana se ha estancado por varios factores, principalmente por su alta dependencia a los cultivos de temporal, la escasa tecnificación y desarrollo genético de las semillas, y la carente diversificación de semillas en algunas regiones.

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Por su parte, Angelo Lemini Aramburo, experto local en granos y director de Compras de Vallpork México –cuya dependencia de maíz y cebada para nutrir al ganado porcino es alta–, explica que la insuficiencia productiva de estos granos en Puebla lleva al menos 20 años. Agrega que, de no perfilar un mejor desempeño, o bien de no diversificar los cultivos, los agricultores del estado sufrirán el eventual desplazamiento de su actividad ante importaciones.

De acuerdo con la Secretaría de Economía federal, en 2023 Puebla vendió 5.08 millones de dólares de maíz, siendo el décimo productor nacional de este alimento; pero importó, de Estados Unidos (99.2 por ciento) y Argentina, 160 millones de dólares, dando un déficit real de 155 millones de dólares. De cebada y trigo no existen datos focalizados en la entidad poblana.

Según la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), México ni siquiera figura en los primeros 20 principales exportadores de cebada.

Pese a ello, el Servicio de Información Agraria y Pesquera (SIAP) indicó que el estado de Puebla es el quinto mayor productor de este grano en todo el país. Hasta 2023, por ejemplo, cosechó 121 mil 365 toneladas de este alimento, que fue 23 por ciento mayor que en 2022.

Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) revelaron los municipios que más producen maíz en la entidad poblana, hasta 2023, son Chalchicomula de Sesma, Tlachichuca, Chignahuapan, Tepeyahualco, Nopalucan y San Nicolás Buenos Aires; mientras que en el caso de la cebada son Chignahuapan, Cuyoaco, Tepeyahualco y San Salvador El Seco.

Rendimientos por hectárea en Puebla son bajos

Según el Consejo de Granos de Estados Unidos, que se basó en reportes del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), el rendimiento generalizado de los cultivos de maíz en ese país es de 11.04 toneladas por hectárea hasta 2023. Esta cifra, enfatiza el estudio, evidenció una mejora respecto a 2022 y al promedio del último lustro.

En el caso de la cebada, el rendimiento en esa nación fue de aproximadamente 4.54 toneladas por hectárea en ese mismo año. Los estados con mayor producción son Idaho, Dakota del Norte y Montana, según el USDA.

En Puebla, según datos de la Sader, el rendimiento promedio de la producción de maíz fue de 5.67 toneladas por hectárea en 2023. Es decir, cerca de 100 por ciento menor a la que se tuvo en el país vecino, que resulta ser el principal importador de maíz a México. En cebada, la diferencia no fue tan acentuada con Estados Unidos, pues el rendimiento fue de 3.64 toneladas por hectárea en Puebla, que fue 25 por ciento más baja.

Foto: Erik Guzmán / El Sol de Puebla

Industrias eligen productos importados por bajo costo

Cabrera Mauleón, investigador de la Facultad de Ingeniería en Agronomía de la UPAEP, señala que las empresas en la región optarán, como ya lo hacen, por las opciones más accesibles del mercado para suministrar sus granos. Como la producción local es menor, los costos también se elevan. Esto deja como oferta más accesible las compras de importación, ya que, al tener mayor volumen, las empresas agrícolas de otros países abaratan sus precios.

“Las industrias van a tratar de no perder, y si es más caro lo que los productores locales le van a vender, pues ellas buscan abastecer su volumen como puedan; y si del extranjero obtienen granos más baratos, lo van a comprar. Es una situación comercial”, indica.

Y expone: “El precio internacional de los productos, como el maíz, que se conocen como commodities, está sujeto a las fuerzas invisibles del mercado, que se define por la oferta y la demanda. Esto afecta a los productores”.

El catedrático remarca que uno de los principales problemas que enfrenta la entidad poblana en la siembra de granos, como maíz y cebada, es su alta dependencia a la agricultura de temporal. Es decir, las cosechas dependen de las lluvias, lo que, en un escenario adverso de cambio climático, dificulta el éxito de las mismas.

Dependencia de lluvias agudiza incertidumbre

También apunta que las sequías y la modificación del ciclo de precipitaciones han obligado a que muchos agricultores cambien sus tiempos de siembra. Por ejemplo, deciden sembrar hasta que las lluvias empiezan a ocurrir, pero esto suele ocurrir de forma tardía, dejando a los cultivos vulnerables en los tiempos de otoño e invierno, donde las heladas afectan de forma considerable el desempeño de esta actividad.

“En un año como 2023 y 2024, y seguramente en 2025, seguiremos teniendo afectaciones por el cambio climático. Hay sequías al inicio del ciclo agrícola y no siembra la gente hasta que no haya lluvia; pero, ¿si tenemos un periodo de sequía como este año? La gente no puede estar sembrando hasta julio, porque entonces ya cosechan cuando el riesgo son las heladas. Esto nos pone mucho en jaque”, comenta el catedrático de UPAEP.

Foto: Erik Guzmán / El Sol de Puebla

Sin tecnificación del campo y altos costos de insumos

Aunado a esto, el especialista destaca que México ha sufrido un rezago histórico en la tecnificación del campo desde hace por lo menos dos décadas. Señala que los productores carecen de conocimientos para mejorar el manejo del suelo y la captación de agua; tampoco cuentan con maquinaria adecuada.

Estados Unidos y Canadá son los principales productores de granos y cereales, pero también llegan de Europa, desde Rusia y Ucrania. Todos ellos abastecen esencialmente al mercado global. Por sus grandes volúmenes de producción se aventuran a vender a todo el mundo”, precisa.

Por si esto fuera poco, Cabrera Mauleón enfatiza que el costo de fertilizantes y sustancias químicas para mejorar el rendimiento de los cultivos suele tener altos precios, muchos de los cuales dificultan a los agricultores tener un margen de ganancia amplio.

El catedrático señala que los productores poblanos se han vuelto dependientes de la compra de fertilizantes costosos, pues la política pública nacional no ha hecho el esfuerzo suficiente para desarrollar mecanismos alternativos, incluso orgánicos –como la regeneración de suelos–, para ayudar a los agricultores, para que tengan menos necesidad de comprar dichos insumos.

“Los agricultores en Puebla y México utilizan mucho fertilizante químico, y tiene sus propios costos. Entonces, los productores compran insumos con alto valor agregado, como fertilizantes o agroquímicos, pero ellos venden materia prima. Compran caro y venden barato. Eso no puede ser. Eso los saca de toda posibilidad de tener beneficios”, considera el académico.

Pocos clientes

Aunado a ello, Cabrera Mauleón señala que uno de los principales problemas en Puebla, sobre todo para los agricultores de la cuenca Libres-Oriental, es que dependen de muy pocos clientes. Es decir, su venta está sujeta a las decisiones de compra de pocas empresas.

Para el especialista, la nula diversificación de compradores de los agricultores en Puebla ha sido un error, pues prácticamente sus ganancias dependen del precio que fijen los clientes. Esto sin contar que en cualquier momento las empresas pueden elegir no comprarles.

Según el investigador, la cervecera Heineken y Granjas Carroll, en el caso de la cebada, no son los únicos clientes potenciales de este grano. Existen productoras locales, como procesadoras de harinas, entre otros, que pueden comprar también este alimento.

“Esto pasa con cadenas productivas donde tienes un solo cliente. En el caso de la cebada, los productores prácticamente solo le venden a la industria cervecera, y si la industria cervecera ya no quiere comprar, ¿qué hace el productor? El depender de un solo cliente siempre tiene un grave riesgo”, señala.

Aunado a ello, Cabrera Mauleón enfatiza que los productores necesitan diversificar sus siembras, pues los retos climáticos actuales obligarán a los agricultores a tener más opciones de cultivos, sobre todo los que dependan de menos agua y químicos para ser cosechados.

Desde su perspectiva, en caso de no invertir en la tecnificación del campo, de cerrar las posibilidades de venta a nivel local y, sobre todo, de no diversificar los cultivos, es muy posible que la producción de granos básicos en la entidad poblana desaparezca.

Actualmente es necesario que los gobiernos federal y estatal focalicen una estrategia de compensación de precios de granos para evitar que la importación de estos alimentos acapare los mercados locales, afectando a los productores de la entidad. Esto quiere decir que las autoridades deben otorgar estímulos económicos a compradores y vendedores, para que el costo de los productos sea competitivo frente a los costos internacionales.

Sin investigación genética en México

Lemini Aramburo, especialista en la siembra de granos, asegura que en Puebla y México no existe apoyo gubernamental suficiente para desarrollar investigación en materia genética, como ocurre en Estados Unidos y algunas regiones de Europa.

“¿Por qué México y Puebla no son autosuficientes en granos? El problema es lo pulverizada que está la agricultura en nuestro país. No hay economía de escalas, si lo comparamos con Estados Unidos, donde las áreas sembradas son muy grandes y pueden ser sujetas de industrializar (...) otro tema complicado es el acceso a tecnologías y créditos”, argumenta.

Desde su perspectiva, el insuficiente desarrollo tecnológico de las semillas y los procesos de agricultura, esto con la finalidad de crear alimentos más susceptibles a las nuevas condiciones climáticas y características del suelo, ha acentuado el rezago en la producción agrícola.

Poca accesibilidad a créditos y predios

Lemini Aramburo agrega que los agricultores, muchos de los cuales son de pequeña y mediana escala, no tienen acceso a créditos agrarios ni tampoco a predios lo suficientemente grandes como para tener mayor producción. Esto sin contar que tampoco existe inversión suficiente en logística. Es decir, México no tiene la infraestructura suficiente para mover mucho producto.

Según el especialista, lo anterior ocasiona que los cultivos poblanos no tengan la misma superficie que los que se tienen en otros países, lo cual dificulta la industrialización de los agricultores, haciendo financieramente menos eficientes sus siembras. Sin contar que la gran mayoría de los costos de elaboración son absorbidos directamente por los productores, esto ante la ausencia de créditos accesibles, limitando así sus posibilidades de éxito.

Aunado a lo anterior, apunta que México tiene un atraso significativo en el desarrollo genético de semillas, principalmente porque se pretende alterar lo menos posible su origen. No obstante, argumenta que existen tecnologías capaces de mantener propiedades esenciales del grano, haciéndolas más susceptibles al cambio climático y la escasez de agua, por ejemplo.

“Aquí fallamos en la investigación y desarrollo para mejorar la productividad de nuestras variedades de semillas. Somos muy celosos en permitir que entren variedades genéticamente modificadas, pero no nos hemos preocupado ni invertido lo suficiente para desarrollar nuestras variedades y hacerlas más productivas que las de Estados Unidos”, expone.

Por otra parte, enfatiza que los costos internacionales de los granos son fijados por los mercados estadounidenses y europeos con base a su propia producción. Esta situación orilla a los productores locales a tener que abaratar sus cosechas para ser competitivos.

Necesario frenar dependencia global de granos

Lemini Aramburo considera que la dependencia a los granos importados es cada vez mayor en nuestro país. Enfatiza que imponer aranceles a los alimentos de importación no es opción, pues incluso la suficiencia alimentaria de México depende en buena medida de esos granos.

“Ha crecido la dependencia de granos importados en México. El consumo sigue subiendo, pero la producción se ha visto estancada a lo largo de los años. Esto es algo que gradualmente se va complicando más”, subraya.

En ese sentido, el experto remarca que es necesario invertir en el desarrollo de tecnologías y mejores variedades genéticas de semillas, pues de lo contrario nunca se alcanzará la soberanía alimentaria en el país. No obstante, considero que es necesario dirigir la inversión hacia productores con campos de entre 20 a 50 hectáreas, pues son los que tendrán mejor desempeño.

Finalmente, Lemini Aramburo advierte que, de no alcanzar los niveles de producción que exige el mercado global, los agricultores locales serán desplazados por los alimentos de importación. Esto obligará a los trabajadores del campo a tener que adaptar sus cultivos inevitablemente.

En Puebla, la producción de granos, como maíz y cebada, especialmente en la cuenca de Libres-Oriental, enfrenta el riesgo de desaparecer. Esto ante la creciente dependencia que tiene el mercado local con las importaciones, principalmente de Estados Unidos, país que ofrece más alimentos a menor precio. Según especialistas, el rezago se debe al abandono del campo, cambio climático, la marginación agraria y la falta de tecnificación, entre otros factores.

Luis Andrés Cabrera Mauleón, agrónomo fitotecnista y maestro en Desarrollo Humano y Educativo por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), explica que la producción de granos en la entidad poblana se ha estancado por varios factores, principalmente por su alta dependencia a los cultivos de temporal, la escasa tecnificación y desarrollo genético de las semillas, y la carente diversificación de semillas en algunas regiones.

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Por su parte, Angelo Lemini Aramburo, experto local en granos y director de Compras de Vallpork México –cuya dependencia de maíz y cebada para nutrir al ganado porcino es alta–, explica que la insuficiencia productiva de estos granos en Puebla lleva al menos 20 años. Agrega que, de no perfilar un mejor desempeño, o bien de no diversificar los cultivos, los agricultores del estado sufrirán el eventual desplazamiento de su actividad ante importaciones.

De acuerdo con la Secretaría de Economía federal, en 2023 Puebla vendió 5.08 millones de dólares de maíz, siendo el décimo productor nacional de este alimento; pero importó, de Estados Unidos (99.2 por ciento) y Argentina, 160 millones de dólares, dando un déficit real de 155 millones de dólares. De cebada y trigo no existen datos focalizados en la entidad poblana.

Según la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), México ni siquiera figura en los primeros 20 principales exportadores de cebada.

Pese a ello, el Servicio de Información Agraria y Pesquera (SIAP) indicó que el estado de Puebla es el quinto mayor productor de este grano en todo el país. Hasta 2023, por ejemplo, cosechó 121 mil 365 toneladas de este alimento, que fue 23 por ciento mayor que en 2022.

Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) revelaron los municipios que más producen maíz en la entidad poblana, hasta 2023, son Chalchicomula de Sesma, Tlachichuca, Chignahuapan, Tepeyahualco, Nopalucan y San Nicolás Buenos Aires; mientras que en el caso de la cebada son Chignahuapan, Cuyoaco, Tepeyahualco y San Salvador El Seco.

Rendimientos por hectárea en Puebla son bajos

Según el Consejo de Granos de Estados Unidos, que se basó en reportes del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), el rendimiento generalizado de los cultivos de maíz en ese país es de 11.04 toneladas por hectárea hasta 2023. Esta cifra, enfatiza el estudio, evidenció una mejora respecto a 2022 y al promedio del último lustro.

En el caso de la cebada, el rendimiento en esa nación fue de aproximadamente 4.54 toneladas por hectárea en ese mismo año. Los estados con mayor producción son Idaho, Dakota del Norte y Montana, según el USDA.

En Puebla, según datos de la Sader, el rendimiento promedio de la producción de maíz fue de 5.67 toneladas por hectárea en 2023. Es decir, cerca de 100 por ciento menor a la que se tuvo en el país vecino, que resulta ser el principal importador de maíz a México. En cebada, la diferencia no fue tan acentuada con Estados Unidos, pues el rendimiento fue de 3.64 toneladas por hectárea en Puebla, que fue 25 por ciento más baja.

Foto: Erik Guzmán / El Sol de Puebla

Industrias eligen productos importados por bajo costo

Cabrera Mauleón, investigador de la Facultad de Ingeniería en Agronomía de la UPAEP, señala que las empresas en la región optarán, como ya lo hacen, por las opciones más accesibles del mercado para suministrar sus granos. Como la producción local es menor, los costos también se elevan. Esto deja como oferta más accesible las compras de importación, ya que, al tener mayor volumen, las empresas agrícolas de otros países abaratan sus precios.

“Las industrias van a tratar de no perder, y si es más caro lo que los productores locales le van a vender, pues ellas buscan abastecer su volumen como puedan; y si del extranjero obtienen granos más baratos, lo van a comprar. Es una situación comercial”, indica.

Y expone: “El precio internacional de los productos, como el maíz, que se conocen como commodities, está sujeto a las fuerzas invisibles del mercado, que se define por la oferta y la demanda. Esto afecta a los productores”.

El catedrático remarca que uno de los principales problemas que enfrenta la entidad poblana en la siembra de granos, como maíz y cebada, es su alta dependencia a la agricultura de temporal. Es decir, las cosechas dependen de las lluvias, lo que, en un escenario adverso de cambio climático, dificulta el éxito de las mismas.

Dependencia de lluvias agudiza incertidumbre

También apunta que las sequías y la modificación del ciclo de precipitaciones han obligado a que muchos agricultores cambien sus tiempos de siembra. Por ejemplo, deciden sembrar hasta que las lluvias empiezan a ocurrir, pero esto suele ocurrir de forma tardía, dejando a los cultivos vulnerables en los tiempos de otoño e invierno, donde las heladas afectan de forma considerable el desempeño de esta actividad.

“En un año como 2023 y 2024, y seguramente en 2025, seguiremos teniendo afectaciones por el cambio climático. Hay sequías al inicio del ciclo agrícola y no siembra la gente hasta que no haya lluvia; pero, ¿si tenemos un periodo de sequía como este año? La gente no puede estar sembrando hasta julio, porque entonces ya cosechan cuando el riesgo son las heladas. Esto nos pone mucho en jaque”, comenta el catedrático de UPAEP.

Foto: Erik Guzmán / El Sol de Puebla

Sin tecnificación del campo y altos costos de insumos

Aunado a esto, el especialista destaca que México ha sufrido un rezago histórico en la tecnificación del campo desde hace por lo menos dos décadas. Señala que los productores carecen de conocimientos para mejorar el manejo del suelo y la captación de agua; tampoco cuentan con maquinaria adecuada.

Estados Unidos y Canadá son los principales productores de granos y cereales, pero también llegan de Europa, desde Rusia y Ucrania. Todos ellos abastecen esencialmente al mercado global. Por sus grandes volúmenes de producción se aventuran a vender a todo el mundo”, precisa.

Por si esto fuera poco, Cabrera Mauleón enfatiza que el costo de fertilizantes y sustancias químicas para mejorar el rendimiento de los cultivos suele tener altos precios, muchos de los cuales dificultan a los agricultores tener un margen de ganancia amplio.

El catedrático señala que los productores poblanos se han vuelto dependientes de la compra de fertilizantes costosos, pues la política pública nacional no ha hecho el esfuerzo suficiente para desarrollar mecanismos alternativos, incluso orgánicos –como la regeneración de suelos–, para ayudar a los agricultores, para que tengan menos necesidad de comprar dichos insumos.

“Los agricultores en Puebla y México utilizan mucho fertilizante químico, y tiene sus propios costos. Entonces, los productores compran insumos con alto valor agregado, como fertilizantes o agroquímicos, pero ellos venden materia prima. Compran caro y venden barato. Eso no puede ser. Eso los saca de toda posibilidad de tener beneficios”, considera el académico.

Pocos clientes

Aunado a ello, Cabrera Mauleón señala que uno de los principales problemas en Puebla, sobre todo para los agricultores de la cuenca Libres-Oriental, es que dependen de muy pocos clientes. Es decir, su venta está sujeta a las decisiones de compra de pocas empresas.

Para el especialista, la nula diversificación de compradores de los agricultores en Puebla ha sido un error, pues prácticamente sus ganancias dependen del precio que fijen los clientes. Esto sin contar que en cualquier momento las empresas pueden elegir no comprarles.

Según el investigador, la cervecera Heineken y Granjas Carroll, en el caso de la cebada, no son los únicos clientes potenciales de este grano. Existen productoras locales, como procesadoras de harinas, entre otros, que pueden comprar también este alimento.

“Esto pasa con cadenas productivas donde tienes un solo cliente. En el caso de la cebada, los productores prácticamente solo le venden a la industria cervecera, y si la industria cervecera ya no quiere comprar, ¿qué hace el productor? El depender de un solo cliente siempre tiene un grave riesgo”, señala.

Aunado a ello, Cabrera Mauleón enfatiza que los productores necesitan diversificar sus siembras, pues los retos climáticos actuales obligarán a los agricultores a tener más opciones de cultivos, sobre todo los que dependan de menos agua y químicos para ser cosechados.

Desde su perspectiva, en caso de no invertir en la tecnificación del campo, de cerrar las posibilidades de venta a nivel local y, sobre todo, de no diversificar los cultivos, es muy posible que la producción de granos básicos en la entidad poblana desaparezca.

Actualmente es necesario que los gobiernos federal y estatal focalicen una estrategia de compensación de precios de granos para evitar que la importación de estos alimentos acapare los mercados locales, afectando a los productores de la entidad. Esto quiere decir que las autoridades deben otorgar estímulos económicos a compradores y vendedores, para que el costo de los productos sea competitivo frente a los costos internacionales.

Sin investigación genética en México

Lemini Aramburo, especialista en la siembra de granos, asegura que en Puebla y México no existe apoyo gubernamental suficiente para desarrollar investigación en materia genética, como ocurre en Estados Unidos y algunas regiones de Europa.

“¿Por qué México y Puebla no son autosuficientes en granos? El problema es lo pulverizada que está la agricultura en nuestro país. No hay economía de escalas, si lo comparamos con Estados Unidos, donde las áreas sembradas son muy grandes y pueden ser sujetas de industrializar (...) otro tema complicado es el acceso a tecnologías y créditos”, argumenta.

Desde su perspectiva, el insuficiente desarrollo tecnológico de las semillas y los procesos de agricultura, esto con la finalidad de crear alimentos más susceptibles a las nuevas condiciones climáticas y características del suelo, ha acentuado el rezago en la producción agrícola.

Poca accesibilidad a créditos y predios

Lemini Aramburo agrega que los agricultores, muchos de los cuales son de pequeña y mediana escala, no tienen acceso a créditos agrarios ni tampoco a predios lo suficientemente grandes como para tener mayor producción. Esto sin contar que tampoco existe inversión suficiente en logística. Es decir, México no tiene la infraestructura suficiente para mover mucho producto.

Según el especialista, lo anterior ocasiona que los cultivos poblanos no tengan la misma superficie que los que se tienen en otros países, lo cual dificulta la industrialización de los agricultores, haciendo financieramente menos eficientes sus siembras. Sin contar que la gran mayoría de los costos de elaboración son absorbidos directamente por los productores, esto ante la ausencia de créditos accesibles, limitando así sus posibilidades de éxito.

Aunado a lo anterior, apunta que México tiene un atraso significativo en el desarrollo genético de semillas, principalmente porque se pretende alterar lo menos posible su origen. No obstante, argumenta que existen tecnologías capaces de mantener propiedades esenciales del grano, haciéndolas más susceptibles al cambio climático y la escasez de agua, por ejemplo.

“Aquí fallamos en la investigación y desarrollo para mejorar la productividad de nuestras variedades de semillas. Somos muy celosos en permitir que entren variedades genéticamente modificadas, pero no nos hemos preocupado ni invertido lo suficiente para desarrollar nuestras variedades y hacerlas más productivas que las de Estados Unidos”, expone.

Por otra parte, enfatiza que los costos internacionales de los granos son fijados por los mercados estadounidenses y europeos con base a su propia producción. Esta situación orilla a los productores locales a tener que abaratar sus cosechas para ser competitivos.

Necesario frenar dependencia global de granos

Lemini Aramburo considera que la dependencia a los granos importados es cada vez mayor en nuestro país. Enfatiza que imponer aranceles a los alimentos de importación no es opción, pues incluso la suficiencia alimentaria de México depende en buena medida de esos granos.

“Ha crecido la dependencia de granos importados en México. El consumo sigue subiendo, pero la producción se ha visto estancada a lo largo de los años. Esto es algo que gradualmente se va complicando más”, subraya.

En ese sentido, el experto remarca que es necesario invertir en el desarrollo de tecnologías y mejores variedades genéticas de semillas, pues de lo contrario nunca se alcanzará la soberanía alimentaria en el país. No obstante, considero que es necesario dirigir la inversión hacia productores con campos de entre 20 a 50 hectáreas, pues son los que tendrán mejor desempeño.

Finalmente, Lemini Aramburo advierte que, de no alcanzar los niveles de producción que exige el mercado global, los agricultores locales serán desplazados por los alimentos de importación. Esto obligará a los trabajadores del campo a tener que adaptar sus cultivos inevitablemente.

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