/ lunes 24 de febrero de 2020

Carnaval de Huejotzingo, tradición que se hereda

Bajo los rayos del sol y el estruendo de explosivos, hombre, mujeres y niños participan de la festividad

Los primeros pasos de Victoria Jiménez Solís, de 18 meses, los luce con gala en el Carnaval de Huejotzingo, con su traje de guardia imperial. Su mano no suelta a la de su padre y las explosiones de pólvora no la inmutan.

La música de banda de fondo anima que en algún momento la pequeña también baile, mientras su papá, va protegiéndola de los rayos del sol, que, a las 13 horas de este domingo 23 de febrero, ya quemaba muy fuerte.

“El carnaval se vive en la sangre, es una tradición”, dice orgulloso Víctor Manuel Jiménez Lineares, el padre de la pequeña. Él ya tiene 20 años saliendo a las calles al carnaval, pues era la tradición que heredó de su abuelo.

“Yo desde los tres años salía como guardia imperial. Para mí esta es una tradición que traigo en la sangre”.

En el segundo día del carnaval, con más de 150 años de tradición, lucen por las calles trajes vistosos con bordados de lentejuela, máscaras, escudos. Este, es un evento que dura cuatro días consecutivos en el que se baila y, además, se representa con todo y cañón, a la Batalla del 5 de Mayo de 1862, uno de los eventos más importantes en la historia de la entidad y el país.

El centro de Huejotzingo se empapa de olor a pólvora por los fusiles que son detonados por los danzantes y hay mayormente un ambiente de alegría con música en vivo, es la banda que toca las canciones tradicionales como “El Toro”, o bien, se ajusta a los tonos norteños de la época actual, de la MS.

FAMILIAS CON SUS HIJOS DANZANDO

Los trajes de los niños llegan a costar hasta 2 mil 500 pesos, informa Mary Juárez, quien dice que lo importante es verificar la calidad de la vestimenta y el diseño, pues los niños son parte esencial en esta tradición familiar.

“Nosotros salimos con la familia para preservar la tradición. Nosotros como papás no obligamos a los niños, son ellos los que pide, los que deciden salir y bailar”, dice la ama de casa que acudió a este evento con su esposo, su cuñado y otros amigos.

Mary iba cuidando a su niña de 6 años que iba vestida de zuavo, y su pequeño de 8 años que era Zacapoaxtla.

Otras familias salieron hasta con los hijos en la carriola y algunos más los llevaban en brazo, en medio de las detonaciones de los rifles de pólvora.

Antes de la presentación de tres obras de teatro, los danzantes recorren las principales calles con su icónico “itacate” de frutas, alimentos y ahora, en un modo actual con sus cervezas de marcas extranjeras hasta un whisky.

En el zócalo de la ciudad, se oferta a los visitantes la comida típica de la región, además de los dulces, la sidra, y las artesanías.

La mayoría de los negocios que no tienen que ver con venta de comida, medicina o misceláneas, cierra y diversas actividades, incluidas las escolares, se retoman hasta el miércoles de ceniza. En contraste, crecen los puestos de venta de cerveza.

“Aquí los bancos se cierran, no hay actividad de nada. Los niños no se mandan a la escuela y los demás pedimos permiso para no ir a trabajar”, agrega Nicolás “N”.

LOS RIESGOS

Una explosión imprevista y el movimiento brusco de un caballo, dejaron dos jóvenes lesionados, los cuales fueron atendidos oportunamente, en el momento que este diario realizó su recorrido.

Detrás de cada contingente hay un grupo de apoyo para vigilar a los danzantes y visitantes, además de que en la zona también hay ambulancias.

Los primeros pasos de Victoria Jiménez Solís, de 18 meses, los luce con gala en el Carnaval de Huejotzingo, con su traje de guardia imperial. Su mano no suelta a la de su padre y las explosiones de pólvora no la inmutan.

La música de banda de fondo anima que en algún momento la pequeña también baile, mientras su papá, va protegiéndola de los rayos del sol, que, a las 13 horas de este domingo 23 de febrero, ya quemaba muy fuerte.

“El carnaval se vive en la sangre, es una tradición”, dice orgulloso Víctor Manuel Jiménez Lineares, el padre de la pequeña. Él ya tiene 20 años saliendo a las calles al carnaval, pues era la tradición que heredó de su abuelo.

“Yo desde los tres años salía como guardia imperial. Para mí esta es una tradición que traigo en la sangre”.

En el segundo día del carnaval, con más de 150 años de tradición, lucen por las calles trajes vistosos con bordados de lentejuela, máscaras, escudos. Este, es un evento que dura cuatro días consecutivos en el que se baila y, además, se representa con todo y cañón, a la Batalla del 5 de Mayo de 1862, uno de los eventos más importantes en la historia de la entidad y el país.

El centro de Huejotzingo se empapa de olor a pólvora por los fusiles que son detonados por los danzantes y hay mayormente un ambiente de alegría con música en vivo, es la banda que toca las canciones tradicionales como “El Toro”, o bien, se ajusta a los tonos norteños de la época actual, de la MS.

FAMILIAS CON SUS HIJOS DANZANDO

Los trajes de los niños llegan a costar hasta 2 mil 500 pesos, informa Mary Juárez, quien dice que lo importante es verificar la calidad de la vestimenta y el diseño, pues los niños son parte esencial en esta tradición familiar.

“Nosotros salimos con la familia para preservar la tradición. Nosotros como papás no obligamos a los niños, son ellos los que pide, los que deciden salir y bailar”, dice la ama de casa que acudió a este evento con su esposo, su cuñado y otros amigos.

Mary iba cuidando a su niña de 6 años que iba vestida de zuavo, y su pequeño de 8 años que era Zacapoaxtla.

Otras familias salieron hasta con los hijos en la carriola y algunos más los llevaban en brazo, en medio de las detonaciones de los rifles de pólvora.

Antes de la presentación de tres obras de teatro, los danzantes recorren las principales calles con su icónico “itacate” de frutas, alimentos y ahora, en un modo actual con sus cervezas de marcas extranjeras hasta un whisky.

En el zócalo de la ciudad, se oferta a los visitantes la comida típica de la región, además de los dulces, la sidra, y las artesanías.

La mayoría de los negocios que no tienen que ver con venta de comida, medicina o misceláneas, cierra y diversas actividades, incluidas las escolares, se retoman hasta el miércoles de ceniza. En contraste, crecen los puestos de venta de cerveza.

“Aquí los bancos se cierran, no hay actividad de nada. Los niños no se mandan a la escuela y los demás pedimos permiso para no ir a trabajar”, agrega Nicolás “N”.

LOS RIESGOS

Una explosión imprevista y el movimiento brusco de un caballo, dejaron dos jóvenes lesionados, los cuales fueron atendidos oportunamente, en el momento que este diario realizó su recorrido.

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