/ sábado 28 de octubre de 2017

Chilchotla recuerda con dolor a sus 11 niños muertos tras una explosión de pólvora

CHILCHOTLA, Pue.- Mariana y Socorro esperarán la visita delalma de José Miguel Luna, quien tenía 15 años de edad cuandomurió en una explosión de juegos pirotécnicos el pasado 8 demayo en la comunidad de San Isidro. Le prepararán un banquete y uncamino de flores desde la puerta de entrada para guiar su regreso,después de cinco meses de fallecido.

Socorro Rosas es la madre del menor. Cree que el primer día denoviembre su cuerpo espiritual podrá entrar en el mundo físico.Estará preparada su comida favorita; su abuela, Mariana Tentleconsideró que será un banquete, pero su emoción se diluye cuandorecuerda que su nieto ya no está y no puede contener elllanto.

La comunidad se repone de la explosión de pólvora que provocóla muerte de 14 personas, 11 de ellos niños. En el nuevocementerio visible desde la calle principal de San Isidro, yacenlas tumbas de todos los fallecidos. Están adornadas con flores ylas cruces de madera aún mantienen el plástico que protege laintegridad del nombre de quien murió.

Tanto Mariana como Socorro han encontrado refugio en el templode la comunidad, que arreglan constantemente, mientras que AdriánSerrano se ha mantenido en pie con la ayuda de Dios, dijo, porqueél perdió a la mitad de sus hijos cuando la vivienda donde serealizaban los preparativos para la fiesta de la imagen a quienrinden culto, explotó. También murieron dos de sus nietos, detres y cuatro años de edad.

Ni la casa nueva construida con la ayuda del Gobernador delEstado, Antonio Gali, que solo está a la espera de ser inauguradaes consuelo para este hombre que tiene 50 años de edad. Lavivienda tiene la misma forma que la que se acabó cuando lapirotecnia que estaba almacenada explotó. Las autoridadesaseguraron que fue un accidente, pero Adrián no se explica cómoes que en un momento todo se incendió.

Tampoco concibe que su esposa que estaba adentro de la vivienda,con otras personas, siga viva porque a ella le cayó encima eltecho y las paredes hechas añicos. Él salió lastimado de un dedopero recuerda el  momento en el que vio a uno de sus hijos,desangrado de la cabeza, sabía que había muerto de formairremediable.

En la explosión fallecieron sus hijos Felipe, Ambrosio yRosario, y también sus nietos Erick y Julio, todos de apellidoSerrano. Sus restos descansan en el panteón de la comunidad que seabrió  para que ahí los enterraran, pero el hombre aún no serepone por completo porque no puede contener el llanto cada vez quelos recuerda.

Este será el primer año que la familia de Adrián esperará aque regresen las almas de sus muertos. Esa es su creencia,recalcó, y se hará el banquete para la noche esperada.

TODO PASÓ EN UN MOMENTO

Adrián relató que todo pasó de un momento a otro. Por latarde la familia encargada de recibir la imagen de San Isidro, aquien la comunidad llama su patrón, y entregarla, hacía unapequeña procesión hacia el templo de su comunidad, de acuerdo consus tradiciones católicas. Por la noche el hombre estaba en elhospital.

“¿Quién se fue?”, preguntó estando postrado en una cama auno de sus vecinos. Fue cuando recibió la noticia. A este hombreaún le sobrevive la mitad de su linaje. Adrián y Fusto entreellos, padres de Erik y Julio, respectivamente.

Los hermanos de ambos menores fallecidos cuando la viviendaexplotó, no solo los extrañan sino también a sus tíos. Adriánrecuerda a Julio porque le gustaba pastorear ovejas junto a él.“Dios da y Dios quita”, dijo. “Solamente poniéndonos en lasmanos de Dios”, compartió la manera en la que ha podidosobreponerse.

MÁS MUERTOS EN EL PANTÉON

Recientemente murió Monserrat Rosas, quien tenía 11 años deedad. Su tumba ya se encuentra junto con la de las personas quefallecieron a causa de la explosión accidental de los juegospirotécnicos.  Falleció a finales del mes de agosto, después detres meses de luchar por su vida.

Ahí también yacen los cuerpos de Nazario Francisco Tentle,Leobardo Antonio Tentle, Juan Carlos Rodríguez, Rubén Arguello;Rodrigo, Diego y Víctor Serrano, José Rosas, Pablo Luna; Rosario,Julio, Erik, Ambrosio y Felipe Serrano, además de Sintia Luna,quien murió en julio, y de Monserrat.

“Antes se iban tres de mis hijos a estudiar música yregresaban, se siente feo ver que ahora solamente regresan dos”,comentó Adrián entre sollozos. Mostró las fotografías queguarda de sus hijos y sus nietos, y relató a que se dedicaba cadauno de ellos. Dos estaban estudiando, uno la secundaria y otroquería ser mariachi, de eso solo quedan recuerdos.

Mientras tanto, se preparan las flores, se limpian las tumbas ytambién el templo para la primera celebración de muertos en unaño especial para la comunidad de San Isidro, donde la tragediacambió la vida de las personas.

CHILCHOTLA, Pue.- Mariana y Socorro esperarán la visita delalma de José Miguel Luna, quien tenía 15 años de edad cuandomurió en una explosión de juegos pirotécnicos el pasado 8 demayo en la comunidad de San Isidro. Le prepararán un banquete y uncamino de flores desde la puerta de entrada para guiar su regreso,después de cinco meses de fallecido.

Socorro Rosas es la madre del menor. Cree que el primer día denoviembre su cuerpo espiritual podrá entrar en el mundo físico.Estará preparada su comida favorita; su abuela, Mariana Tentleconsideró que será un banquete, pero su emoción se diluye cuandorecuerda que su nieto ya no está y no puede contener elllanto.

La comunidad se repone de la explosión de pólvora que provocóla muerte de 14 personas, 11 de ellos niños. En el nuevocementerio visible desde la calle principal de San Isidro, yacenlas tumbas de todos los fallecidos. Están adornadas con flores ylas cruces de madera aún mantienen el plástico que protege laintegridad del nombre de quien murió.

Tanto Mariana como Socorro han encontrado refugio en el templode la comunidad, que arreglan constantemente, mientras que AdriánSerrano se ha mantenido en pie con la ayuda de Dios, dijo, porqueél perdió a la mitad de sus hijos cuando la vivienda donde serealizaban los preparativos para la fiesta de la imagen a quienrinden culto, explotó. También murieron dos de sus nietos, detres y cuatro años de edad.

Ni la casa nueva construida con la ayuda del Gobernador delEstado, Antonio Gali, que solo está a la espera de ser inauguradaes consuelo para este hombre que tiene 50 años de edad. Lavivienda tiene la misma forma que la que se acabó cuando lapirotecnia que estaba almacenada explotó. Las autoridadesaseguraron que fue un accidente, pero Adrián no se explica cómoes que en un momento todo se incendió.

Tampoco concibe que su esposa que estaba adentro de la vivienda,con otras personas, siga viva porque a ella le cayó encima eltecho y las paredes hechas añicos. Él salió lastimado de un dedopero recuerda el  momento en el que vio a uno de sus hijos,desangrado de la cabeza, sabía que había muerto de formairremediable.

En la explosión fallecieron sus hijos Felipe, Ambrosio yRosario, y también sus nietos Erick y Julio, todos de apellidoSerrano. Sus restos descansan en el panteón de la comunidad que seabrió  para que ahí los enterraran, pero el hombre aún no serepone por completo porque no puede contener el llanto cada vez quelos recuerda.

Este será el primer año que la familia de Adrián esperará aque regresen las almas de sus muertos. Esa es su creencia,recalcó, y se hará el banquete para la noche esperada.

TODO PASÓ EN UN MOMENTO

Adrián relató que todo pasó de un momento a otro. Por latarde la familia encargada de recibir la imagen de San Isidro, aquien la comunidad llama su patrón, y entregarla, hacía unapequeña procesión hacia el templo de su comunidad, de acuerdo consus tradiciones católicas. Por la noche el hombre estaba en elhospital.

“¿Quién se fue?”, preguntó estando postrado en una cama auno de sus vecinos. Fue cuando recibió la noticia. A este hombreaún le sobrevive la mitad de su linaje. Adrián y Fusto entreellos, padres de Erik y Julio, respectivamente.

Los hermanos de ambos menores fallecidos cuando la viviendaexplotó, no solo los extrañan sino también a sus tíos. Adriánrecuerda a Julio porque le gustaba pastorear ovejas junto a él.“Dios da y Dios quita”, dijo. “Solamente poniéndonos en lasmanos de Dios”, compartió la manera en la que ha podidosobreponerse.

MÁS MUERTOS EN EL PANTÉON

Recientemente murió Monserrat Rosas, quien tenía 11 años deedad. Su tumba ya se encuentra junto con la de las personas quefallecieron a causa de la explosión accidental de los juegospirotécnicos.  Falleció a finales del mes de agosto, después detres meses de luchar por su vida.

Ahí también yacen los cuerpos de Nazario Francisco Tentle,Leobardo Antonio Tentle, Juan Carlos Rodríguez, Rubén Arguello;Rodrigo, Diego y Víctor Serrano, José Rosas, Pablo Luna; Rosario,Julio, Erik, Ambrosio y Felipe Serrano, además de Sintia Luna,quien murió en julio, y de Monserrat.

“Antes se iban tres de mis hijos a estudiar música yregresaban, se siente feo ver que ahora solamente regresan dos”,comentó Adrián entre sollozos. Mostró las fotografías queguarda de sus hijos y sus nietos, y relató a que se dedicaba cadauno de ellos. Dos estaban estudiando, uno la secundaria y otroquería ser mariachi, de eso solo quedan recuerdos.

Mientras tanto, se preparan las flores, se limpian las tumbas ytambién el templo para la primera celebración de muertos en unaño especial para la comunidad de San Isidro, donde la tragediacambió la vida de las personas.

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