Han pasado siete años desde que la maestra Neila Selene Pérez Guzmán comenzó a dar clases en la secundaria general de Tetela de Ocampo y todavía no ha conseguido mejorar sus condiciones laborales o cambiar su centro de trabajo a una escuela más cercana al lugar en el que vive. Esta es la realidad que enfrentan los maestros que ingresaron hace poco al sistema educativo público.
En el marco del Día Internacional del Docente, la maestra de 30 años compartió con EL SOL DE PUEBLA que las historias de maestros que son enviados a las comunidades más alejadas durante sus primeros años de servicio siguen siendo una constante, pero a eso se sumaron las malas condiciones laborales provocadas por las últimas reformas en materia educativa.
“Yo fui la única de mis compañeros de la normal en comenzar a trabajar inmediatamente después de graduarnos, al principio me sentí muy feliz porque había conseguido una plaza mediante examen de oposición, pero ahora creo que conforme más te adentras al sistema a veces te desilusionas un poco más de cómo funcionan las cosas”.
Narró que al recibir la noticia de que sería maestra en la Sierra Nororiental no tuvo más opción que mudarse de su natal San Matías Tlalancaleca para cumplir con sus 15 horas de trabajo asignadas de lunes a viernes.
“Son siete horas de viaje desde el lugar en el que vivo hasta la escuela, viajar a diario no era una opción, así que con el apoyo de mis papás renté un cuartito y llegué a Tetela, los primeros meses fueron difíciles porque no me pagaban por cuestiones administrativas, entonces trabajaba, pero no tenía dinero para solventar lo que eso conllevaba”.
MAESTROS TARDAN DOS AÑOS EN OBTENER LA PERMANENCIA
Selene explicó que durante el primer año de labores a las y los maestros se les asigna un tutor que deberá guiarlos para que aprueben una primera evaluación, sin embargo, ella nunca recibió dicho acompañamiento.
Enseguida, dijo, al llegar los dos años de servicio aplican un examen de permanencia, mediante el cual la Secretaría de Educación Pública (SEP) define si cumplen con los conocimientos y aptitudes necesarias para ser incorporados formalmente al sistema.
Refirió que a partir de que un docente obtiene su base puede aspirar a un cambio de centro de trabajo, sin embargo, ella lleva cinco años intentándolo sin éxito, a pesar de que en los concursos para tal fin ha quedado en los primeros lugares y eso debería darle ventaja.
Pregunta: ¿Todavía se venden plazas?
No podría asegurar que se venden, pero a veces sí causa impotencia que pareciera hay algunas que son reservadas para conocidos de quienes las asignan. Por ejemplo, cuando a mí me tocó elegir plaza solo tuve Tetela de Ocampo como opción, no había más, por supuesto la tomé porque era todo o nada, pero después te enteras de que asignaron plazas en otros municipios que estaban más cerca del lugar de donde eres y entonces te preguntas “¿Cómo puede ser eso posible?”, cuando a ti te dijeron que no había.
P: ¿Por qué no ha sido posible un cambio de plaza?
Es muy complicado, los primeros años ni siquiera podía, me decían que mi solicitud no era procedente, cuando ya fui candidata para pedirlo hice todo el trámite y me ofrecían trabajo en un lugar incluso más alejado de donde estoy; en aquella ocasión sólo dos de 36 compañeros pudieron cambiarse porque para la mayoría era más lejos, entonces de nada servía. En la última ocasión estaba muy emocionada porque había quedado en segundo lugar para elegir nueva plaza y de última hora nos dijeron que no había cambios.
La ventaja es que cuando quedas en buen lugar en el examen tienes mejor plaza, pero no hay transparencia en cuanto a las plazas otorgadas, nunca te dicen cuáles son las que están en concurso hasta que te toca elegir, entonces a veces pienso que nunca voy a tener esa oportunidad de aspirar a una mejor porque esas siempre serán para los recomendados.
P: ¿El salario ha mejorado?
Un poco, cuando comencé a trabajar ganaba tres mil pesos quincenales y ahora poco más de cuatro mil, el problema es que en todo este tiempo no he podido obtener más horas de clase para así tener más ingresos, sigo con las mismas 15 que cuando inicié porque no nos habían dado la oportunidad de concursar para tener más horas. Apenas se hizo el proceso y estamos en espera de que por fin nos asignen más, el máximo que puede tener un maestro son 35.
La docente consideró que estas condiciones laborales afectan significativamente la calidad de vida de las y los maestros, ya que muchas veces no cuentan con servicios de salud en las comunidades a las que los asignan o no pueden desarrollarse a nivel personal.
Como ejemplo, dijo que ella se casó hace tres años, pero su trabajo la obliga a vivir separada de su esposo de lunes a viernes, ya que esos días radica en Tetela de Ocampo para cumplir con sus horas de clase, mientras él, que también es docente, labora en la capital poblana.
“Con estas condiciones la verdad le rehúyes a tener familia, porque no hay manera de que comiences un proyecto con tu pareja si tu trabajo te mantiene en un lugar alejado, en donde a veces pierdes comunicación porque no hay señal de telefonía; tengo compañeras que están en la misma situación o pasan por tener que viajar a la escuela y ser madres ausentes en parte del día”.
LAS VENTAJAS FRENTE AL SISTEMA PRIVADO
Cuestionada sobre la posibilidad de dejar la plaza de maestra de español que tiene en la SEP y cambiarse a una escuela particular más cercana de su lugar de residencia, dijo que esto nunca ha sido una opción por las desventajas que significa no estar adherido al sistema.
“A veces las escuelas particulares pagan a los maestros por hora de clase trabajada, entonces eso significa que las vacaciones de diciembre y el periodo vacacional más largo que es en julio y agosto te quedas sin ingresos, entonces valoras que en la SEP por lo menos tienes un salario seguro y la seguridad social”.
LOS MAESTROS NECESITAN MEJORES PADRES DE FAMILIA
Sobre los retos del magisterio, dijo que los maestros necesitan de mejores padres de familia para mejorar la calidad educativa, ya que en muchas ocasiones siguen siendo vistos como los únicos responsables de la educación de los alumnos.
“Nos han pedido que seamos apoyo emocional para nuestros estudiantes y estoy de acuerdo porque en esta pandemia muchos han pasado por situaciones difíciles, pero creo que los padres de familia también deberían ayudar a sus hijos y difícilmente lo entienden o nos valoran”.
Incluso, añadió: “Ser maestro representa mucho trabajo, va desde dar las clases, hacer una planeación, que es un documento que diseñas para organizar todo lo que haces en un día de clases, seleccionar el material que vas a utilizar o a proporcionar a los alumnos y diseñar desde cuadernillos de actividades hasta presentaciones”.
Pese a lo anterior, dijo que no ha desistido de su labor como docente porque tiene claro que “esa es su vocación” y su mayor recompensa han sido los buenos alumnos y los momentos de alegría que le ha regalado el magisterio.
“Tengo ex alumnos que ahora estudian en el (Instituto) Politécnico Nacional o en otras universidades importantes y de alguna forma pienso que aporté un poco para que pudieran conseguir esa meta (…) para mí, eso es ser maestro, es la actitud con la que llegas al salón a motivar a tus alumnos y a cambio recibes esa grande recompensa”, concluyó.
De acuerdo con la Secretaría de Educación Pública, en Puebla hay 89 mil 942 docentes en el nivel básico y medio superior, de los cuales el 99 por ciento se han incorporado a dar clases presenciales con la puesta en marcha del modelo educativo híbrido.
LA MAYORÍA DE MAESTROS, SOLO CON LICENCIATURA
En nuestro país hay 1.2 millones de docentes de educación básica y la mayoría son mujeres (60.9 por ciento), mientras que el resto son hombres; su rango de edad es en promedio de 40 años, ya que el mayor número de integrantes del magisterio tiene entre 45 y 59, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Además, el 85.8 por ciento de maestros labora en instituciones públicas, el 14.2 en privadas y el resto de forma independiente, la mayoría de los integrantes del magisterio sólo tiene el grado de licenciatura (81.3 por ciento), mientras que sólo el nueve por ciento cuenta con maestría y el 1.1 por ciento con doctorado.
Respecto a su salario, el 70 por ciento obtiene más de dos y hasta cinco salarios mínimos, el 21 por ciento entre uno y dos y el seis por ciento entre uno y tres.
