Los niños de la comunidad de San Mateo Zoyamazalco, junta auxiliar del municipio de Coyotepec, se preparan con disfraces y cantos ingeniosos para salir la noche del 31 de octubre y del 1 de noviembre a "pedir calaverita". En esta comunidad de la Mixteca aún se conserva la tradición de dar a los niños frutas y dulces que se colocan en las ofrendas, evitando a toda costa entregar dinero como ocurre en las zonas urbanas.
Esta tradición en nuestro país tiene muchos años de antigüedad, y se acostumbra a “pedir Calaverita” con canciones y en algunas veces con oraciones o simplemente con la pregunta "¿Me da para mi calaverita?" aunque en el caso de Zoyamazalco cantan unos versos que han pasado de generación en generación: “Ya llegó la calavera, con mucho gusto y afán, que si le regalan una piecita de pan”; otro de los versos dice: “La calavera tiene un diente, la muerte tiene dos, sino nos dan ofrenda, la pagarán con Dios”, entre otras, que los mismos niños se ingenian.
Para dar gracias antes de retirarse de las casas, tras recibir la ofrenda, los pequeños nuevamente cantan: “Ya se va la calavera, muy agradecida, porque en esta casa, fue bien recibida” o en su defecto también: “Ya se va la calavera, muy desconsolada, porque en esta casa, no le dieron nada”.
Pese a que es una tradición que se conserva en la mayoría de los lugares, varía entre una comunidad y otra, aunque sean localidades vecinas. Por ejemplo, en algunas partes les dan a los niños dinero, en otras dulces y en Zoyamazalco son únicamente frutas y dulces que recogen de las ofrendas.
Durante las noches del 31 de octubre al 2 de noviembre, se observan a los niños disfrazados o con alguna máscara, en grupitos o con sus hermanos, con una calabaza y dentro de ella una vela, cantando de casa en casa para pedir su calaverita.
En entrevista, Ricarda Domínguez, de 69 años de edad, vecina de esta comunidad, contó que hace más 60 años, recuerda que los niños salían sin ningún disfraz y únicamente con una calabaza o algo que la sustituyera con una vela encendida y cantaban para pedir calaverita.
“Lo que yo les doy a los niños, que pasan cantando, son elotes, calabaza, pan y frutas, que es lo que pongo en la ofrenda, aunque ya con el tiempo le han ido modificando a las letras de las cancioncitas tradicionales, y algunos niños que vienen de la ciudad, también implementan otros cantos”, comentó.
La localidad es pequeña, apenas cuenta con alrededor de 600 habitantes, además se caracteriza por ser muy tranquila, donde los niños pueden recorrer casa por casa todo el pueblo, sin que se tema por su seguridad.
También las personas son muy amables y gustan de compartir lo que colocan en su ofrenda con los pequeños que llegan a “pedir su calaverita”.