La práctica del robo de hidrocarburo en la región Norte de Puebla no ha impactado en la economía local, porque quienes encabeza la actividad ocupan la fuerza de trabajo de los lugareños para cuestiones mínima y las grandes ganancias se las llevan para otros lados, así como el combustible extraído.
Familiares de personas que alguna vez estuvieron involucradas con alguna banda dedicada al robo de hidrocarburo en la región de Huauchinango, en los límites con el estado de Hidalgo a los límites con el estado de Veracruz, confirman el modo de operar de estos grupos que se han metido a municipios como Venustiano Carranza, Jalpan, Xicotepec, Huauchinango y Ahazotepec.
A los habitantes de las comunidades cercanas a los puntos idóneos para la instalación de una toma clandestina para sustraer hidrocarburo, son “contratados como halconcitos” para dedicarse a alertar a los operativos que se ocupan, para la perforación e instalación de la toma en la tubería de Petróleos Mexicanos (Pemex), hasta a los que manejan los vehículos y llenan los contenedores de hidrocarburo.
Son los que están pendientes de informar sobre alguna “amenaza” ya sea presencia policiaca o de la presencia del ejército o elementos de la Marina, o incluso de integrantes de alguna banda antagónica.
Los lugareños reciben pagos “mínimos a comparación de las jugosas ganancias que se llevan los jefes de las bandas y que, regularmente, no se gastan en la zona donde delinquen, sino en el lugar de donde son originarios o al menos, residen.
Para las fuentes que, prefirieron que no se dieran a conocer sus nombres, indicaron que el dinero en efectivo que circula en las comunidades o cabecera municipales es volátil, porque no es constante y porque no es grandes cantidades, además de que no ha alcanzado a cambiar la vida económica de los pueblos de manera sustancial.
Habitantes son 'garrafoneros'
Debido a que las bandas que operan en la zona, según algunas fuentes, no son de jefes locales, sino de fuera, hay habitantes de comunidades que han aprendido el oficio “pero éstos son garrafoneros”, son los que venden combustible al menudeo, especialmente a quienes se dedican a los operadores de transporte público o a algunos particualeres que se enteran de dónde venden “huachicol y se quieren arriesgar a comprarlo”.
Los testimonios aseguraron que las grandes cantidades de combustible obtenido de manera ilegal, se transporte hacia los estados vecinos de Hidalgo y de Veracruz, según sea el caso, de la región alta (Ahuazotepec, Huauchinango y Xicotepec) o de la zona baja (Venustiano Carranza o Jalpan.
Para algunos conocedores de temas de seguridad, indicaron que “lo que se roba de combustibles la Sierra Norte de Puebla, tiene un mercado en los dos estados citados porque aún hay mayores facilidades para hampa”.
ENFRENTAMIENTOS OCULTOS
Entre el lapso del año 2014 al año 2018, era común saber de personas asesinadas, hallazgos de cuerpos sin vida y enfrentamientos constantes a relacionados con el robo de combustible.
En cambio, para algunos lugareños los enfrentamientos han disminuido, incluso con las corporaciones policiacas, “aunque no se han extinguido, sólo que se sabe menos y como que las autoridades los tratan de tapar”, refieren.
Contrario a un clima más seguro, se ha sabido de que las bandas al ser sorprendidas operando por las corporaciones, es común que realicen disparos y los policías repelan el ataque, registrando incluso algunas personas heridas “de uno y de otro bando”, completaron las fuentes.
¿Cuándo inició el huachicoleo en México?
Para algunos empleados de la exparaestatal Petróleos Mexicanos (Pemex), los primeros robos de combustible surgieron a principios la década de los 80, en el siglo pasado, cuando “incluso eran tolerados los robos o a valores entendidos” porque se sacaba de algunas válvulas de seguridad al interior de las mismas instalaciones de la empresa, “a veces con el pretexto de purgar las tuberías, se llenaban algunos tambos de 200 litros y se llevaban a los talleres”.
Los testimonios indican que con el “pretexto de tener gasolina para lavar las piezas aceitosas, una parte del combustible se ocupaba como solvente y otro se cargaba en garrafas y se sacaba de las instalaciones de Pemex, claro que para vender”.
Los sabedores del tema aseguran que era muy poco el huachicol pero fue una forma de empezar con la actividad delictiva.
Para esos tiempos en que se iniciaba con el robo de combustible, “era fácil detectar quienes empezaban con el oficio ilegal, pues cambiaron su forma de vida que, salía del estatus promedio de los petroleros”, indicaron.
Ante las pregustas se rehusaron a dar apellidos de las familias que están directamente relacionadas con los obreros de ese entonces y también pidieron, por obvias razones, no se diera a conocer los nombres de las fuentes.
LA MUTACIÓN DEL HAMPA
A partir de los operativos de seguridad, encabezados por las fuerzas armadas, de la milicia y las policías civiles; para algunos conocedores de la administración de la seguridad pública en la región, quienes se dedicaron por al menos en un lustro al robo de hidrocarburo, enganchándose con alguna de las bandas que se habían establecido en la zona, cambiaron su giro de trabajo, aunque "muchos no dejaron de delinquir", afirma otro de los entrevistados.
Versiones de exfuncionarios de Seguridad Pública aseguran que en los primeros meses del año 2019 se notó un claro aumento en la insistencia de robos a mano armada de camiones de distintas mercancías que transitan por la carretera y autopista México-Tuxpan; los robos en vivienda, asalto a transeúntes y en comercios, y según sus conclusiones los perpetradores serían los mismos que se dedicaban al huachicol.
De acuerdo con declaraciones de funcionarios de la exparaestatal, adscritos al Sector Catalina, ubicado en Huauchinango, el apogeo del robo de hidrocarburo que se daba en la región Norte de Puebla, superaba lo que se generaba en el denominado Triángulo Rojo.