Todos los carnavales de la Huasteca Poblana han ido modificándose, por modas, por reglas sociales, legales y por la migración de los pobladores de las comunidades que, van de lo rural a las urbes o incluso a trabajar el país vecino del norte.
HUAUCHINANGO
En Huauchinango van dos años que no se realiza la fiesta de la carne debido a la pandemia por Covid-19, lo que ha tenido in impacto importante en la economía, pues la derrama económica que deja el turismo por el consumo de los servicios turísticos se considera importante.
El carnaval cambió hace unas tres décadas. Los huehues, que antes se vestían de una manera desalineada que causaba risa o miedo a los habitantes, dejaron esa singularidad.
Se veían solo a hombres vestidos de mujeres, lucían minifaldas con medias rotas, máscaras de monstruos, de luchadores y algunas caretas que presentaban algún maquillaje, sin faltar el diablito o el látigo negro, (hombre vestido con atuendo vaquero estilo del personaje “El Zorro”).
Los huehues de Huauchinango siguen portando un “chicote” hecho con base en lazo tejido y en la punta una agujeta deshilachada que, al hacerlo ondear con fuerza en el aire, truena.
La música que bailaban era la que salía del violín y guitarra o violín, quita y jarana de un trío huasteco. Hoy ya no es así, aunque hay algunos grupos que se resisten a dejar esa tradición y siguen deambulando por las calles de Huauchinango con esos sones tradicionales, aunque son los menos.
Esa fiesta se terminaba con una descabezada de pollos, cuya sangre significa la purificación fertilidad de la tierra. Hoy en día el carnaval de Huauchinango se hace con comparsas numerosas de cientos de huehues uniformados con trajes multicolores.
Y esto lo hacen por una moda tomada de trajes que usaban los integrantes de grupos musicales en el auge de la denominada “onda grupera”, en ese entonces el grupo Bronco, la banda Machos, banda Maguey, entre otros.
Algunos animalistas han influido para que la descabezada de pollos se elimine, aunque en algunas comunidades se sigue practicando de acuerdo con los usos, costumbres y la cosmovisión de los pueblos originarios. Este año (2022), al estar vigente la pandemia, no habrá carnaval en Hauuchinango.
LA PAHUA, EN FRANCISCO Z. MENA
El carnaval en la comunidad de La Pahua municipio de Francisco Z. Mena lleva décadas de hacerse, aunque no se sabe la fecha de inicio o el origen; de lo que están conscientes es que son las nuevas normas de legalidad las que han ido haciendo que sufra modificaciones importantes, con el fin “de tener un orden o evitar accidentes”, como lo explicó Pablo Santiago uno de los capitanes del carnaval o en otros lugares llamados, “mayordomos”.
La comunidad de La Pahua está conformada por un ejido y propiedades privadas, es de origen totonaco, aunque ya hay muy pocos hablantes, sin embargo, le están apostando a que la fiesta de carnaval siga viva tras dos años de no haberse realizado y los huehues o “jugadores” desconocen los orígenes de ese evento.
Los huehues o jugadores desconocen si el carnaval tiene que ver con un ritual, con algo místico o algún tema ancestral, “mi papá que ya tiene 76 años me cuenta que desde que él se acuerda ya se vestía la gente para el carnaval, salían a jugar con machetes y ahora ya no se hace, además de otras cosas que se han ido perdiendo por la nuevas reglas y formas de organización”.
Los capitanes
Describió que se nombran a dos capitanes por día y ellos se encargan de la organización en el día que les toca. El primer día se visten unas 10 personas y el último día ya suman más de 100, además de que hay personas que andan siguiendo al grupo de huehues para grabarlos y ver cómo bailan en cada rincón de la comunidad a ritmo de trío huapanguero.
Los capitanes piden serlo cada semana y, al lograrlo, son los encargados de dar de almorzar y comer a todos los que se visten de monturas, campesinos, vaqueros, charros y de mujeres, “que aquí le llamamos que se visten de damas”.
Cada capitán llega a matar un puerco diario de unos 100 kilos, para que alcance, y son dos capitanes por día, “para que no se haga pesado y pues cada día va aumentando el número de personas, incluso el día del cierre se mata hasta una vaca para darle de comer a todo el pueblo”, describió.
De acuerdo con Pablo Santiago, las autoridades municipales poco ayudan para esta fiesta y lo que dan se ocupa para el baile del sábado que cae después del miércoles de ceniza. El carnaval se cierra con un baile, que regularmente se hace con una banda; se juntan centenares de personas en el centro de La Pahua y se hace una fiesta bonita, concluye Pablo Santiago.
SAN PABLITO, PAHUATLÁN
El carnaval en San Pablito, Pahuatlán es singular; se trata de una comunidad otomí en donde se inicia con la mira de solicitar permiso al “rojito” (diablo) para iniciar la fiesta, con tal de que este no se enoje. Al dialogar con “el rojito” le sugieren que les dé todas las facilidades para que la fiesta de carnaval, que es para él, “salga bien en toda la comunidad”.
Aquí también es el capitán quien se encarga de la organización, de solicitar apoyo a las autoridades y también de responder por alguna cuestión de desorden, según contó Rubelio, un integrante de los huehues.
Rubelio comentó que al pedir permiso al “rojito” van al panteón, le llevan sus cigarros y un refresco, le piden fortaleza para aguantar los bailes de toda la semana y también le piden fuerza para los brazos de los músicos huastecos que, con sones tradicionales, van acompañando a las comparsas.
Al ser una población de gran concentración de habitantes, incluso igual o mayor que la cabecera municipal, se divide en ocho barrios y cada uno tiene su grupo de huehues, quienes se visten de mujeres ocupando el atuendo original indígena: falda larga de color claro con base en algodón y blusa bordada con chaquira multicolor.
Cada grupo de huehuetes concentra hasta 200 integrantes, quienes también se visten con máscaras de alarijes, de payasos, monstruos y hasta de algún personaje político que esté de moda, especialmente para burlarse.
San Pablito tiene un carnaval que va de domingo a domingo, quedando en medio el miércoles de ceniza, y es un día antes cuando se concentran los huehues de los ocho barrios en el centro de la población. Se considera el día más grande.
Para terminar, le agradecen al “rojito” sus facilidades y le piden que no se manifieste durante el resto del año, para que no haya enfermedades en la comunidad y las siembras se den en abundancia en el campo; también para que la unidad y la economía mejoren.
CÓMO LLEGAR:
Huauchinango está a unas dos horas y media de la ciudad de Puebla y se llega vía autopista Tlaxco-Tejocotal y autopista México-Tuxpan.
La Pahua, Francisco Z. Mena está a Unas Cuatro horas, tomando la autopista Tlaxco-Tejocotal y autopista México-Tuxpan, además saliendo a la carretera estatal que va de Venustiano Carranza a Pantepec.
San Pablito, Pahuatlán, está a unas cuatro horas y media por la autopista Tlaxco-Tejocotal, saliendo a la carretera libre México-Tuxpan e internándose por la carretera estatal de San Pedro hidalgo a Pahuatlán.