Después del sismo del pasado 19 de septiembre en este municipio aumentó un 35 por ciento el número de casas aseguradas mediante la adquisición de una póliza que protegerá ese patrimonio, admitió Luis Bonola Valdés, uno de los agentes más reconocidos en la materia en este lugar.
Explicó que a pesar de una primera lección en 1985, especialmente en la Ciudad de México, no quedó arraigada la cultura entre los ciudadanos de garantizar un esquema financiero en casos de fenómenos naturales, como el ocurrido en 2017.
Y menos, sostuvo, en Atlixco, donde hasta hace un año muchas familias no tuvieron la necesidad de buscar una alternativa frente a la realidad de perder, en muchos casos, su patrimonio construido durante años.
Calculó que antes del 19 de septiembre del año pasado, para el caso local, apenas dos de cada diez viviendas particulares estaban aseguradas. “Y eso significa que de alguna manera recuperaron algo de lo perdido tras la devastación en Atlixco”, destacó.
En el caso de los inmuebles como iglesias y edificios públicos, subrayó Bonola, un porcentaje considerable ya tienen la póliza, “pero el problema es la calidad de mantenimiento de estos”.
Finalmente, Bonola comentó que existe el mito de que son muy costosos los seguros para casas, “aunque la realidad es que uno bastante aceptable alcanza la cifra de entre 4 mil y 5 mil 500 pesos repartidos mensualmente”.
A consecuencia del temblor del año pasado en este municipio más de mil 500 casas de todo tipo resultaron con problemas estructurales y algunas de ellas, incluso devastadas por completo.
PERDERLO TODO EN EL SISMO
A un año del terremoto, Arturo, un hombre jubilado, recuerda cómo perdió su patrimonio en cuestión de segundos en la Unidad Habitacional Infonavit. Llegó a esa vivienda semanas después del temblor del 19 de septiembre de 1985.
Exactamente 32 años después uno de los edificios de siete departamentos estaba llegando a su punto final de desalojo. Camas, juguetes, ropa, roperos, imágenes de San Judas Tadeo y hasta globos hacían fila para ser llevados a un lugar desconocido.
Un hombre de playera amarilla, de aproximadamente 55 años, en silencio hacía el recuento de las pertenencias. Era Arturo, un jubilado. “Ya nos vamos. El departamento no es seguro y dicen las autoridades de Protección Civil y del Infonavit, quienes están haciendo valoraciones estructurales, que es mejor abandonarlo. No hay de otra”, dijo a este diario.
El departamento era su único patrimonio. “Hace dos años dejé de pagarlo y hoy ya no tengo nada porque dicen que una vez finiquitado el crédito es responsabilidad de nosotros contar con un seguro de daños”.