/ lunes 2 de noviembre de 2020

Cubrebocas, lo más vendido afuera del panteón de Atlixco

Los asistentes no pueden ingresar al recinto sin este articulo de primera necesidad

ATLIXCO, Pue. En los últimos días, el objeto más preciado y comprado en los alrededores del panteón de la ciudad, para ingresar a ese sitio, no son irónicamente las flores de cempasúchil, tampoco las veladoras y menos los cirios. Es, aplastantemente, un cubrebocas.

En la parte alta de la entrada principal del inmueble las autoridades locales colgaron desde el pasado viernes por la noche dos enormes mantas. Y en ambas quedó claro y subrayado: imposible acceder sin ese artículo considerado ya globalmente por expertos como una especie de vacuna tangible.

Y la dueña del negocio es una mujer más dedicada a echar tortillas en un comal de gas, y no necesariamente a ofrecerlos como principal mercancía. El pequeño establecimiento está ubicado justo frente a las puertas de acero del camposanto.

“Nosotros reabrimos recientemente la tortillería. Sinceramente hacía falta por el dinero. Cerramos varios meses ante el temor de contagiarnos de Covid-19. Era desesperante. Y el estar de nuevo esperando clientes coincidió con la llegada de personas al panteón”, contó Julieta sin dejar de mover los redondos objetos de maíz.

Pero desde hace un par de días, junto a su pareja, descubrieron un nicho de venta. “Igual en la mañana y en la tarde muchas personas al asomarse al local preguntaban si teníamos cubrebocas. Así, uno tras otro y sin dejar de hacerlo”, respondió sobre esa oportunidad de dinero.

Primero, narró, fueron por un paquete de 100 unidades de cubrebocas. “Y terminamos todos en un día. Compramos otro y dejamos a clientes sin ese preciado objeto. Por eso ya trajimos dos paquetes. Y la bolsa queda vacía”, destacó.

Cada uno de los cubrebocas en esa tortillería, y frente al panteón de la ciudad, cuesta ocho pesos. “Sinceramente son desechables... como para cumplir con el requisito pedido por las autoridades”, aclaró.

Son visitantes a Atlixco, y en algunos casos lugareños los responsables de comprarlos. “Sobre todos jóvenes quienes piensan no habrá problemas en la puerta principal. Pero ahí está un empleado quien primero pide eso... los preciados y codiciados cubrebocas”.

Julieta, sin ánimos apresurados, dijo posiblemente en los próximos días, conforme llegue el tiempo de Todos Santos, venderán como tortillas calientes esos objetos. “Dicen vendrá más gente, y muchos sin esa pieza. Y aquí cerca los tendremos. No deberán quedarse afuera o andar corriendo más lejos”, finalizó.

ATLIXCO, Pue. En los últimos días, el objeto más preciado y comprado en los alrededores del panteón de la ciudad, para ingresar a ese sitio, no son irónicamente las flores de cempasúchil, tampoco las veladoras y menos los cirios. Es, aplastantemente, un cubrebocas.

En la parte alta de la entrada principal del inmueble las autoridades locales colgaron desde el pasado viernes por la noche dos enormes mantas. Y en ambas quedó claro y subrayado: imposible acceder sin ese artículo considerado ya globalmente por expertos como una especie de vacuna tangible.

Y la dueña del negocio es una mujer más dedicada a echar tortillas en un comal de gas, y no necesariamente a ofrecerlos como principal mercancía. El pequeño establecimiento está ubicado justo frente a las puertas de acero del camposanto.

“Nosotros reabrimos recientemente la tortillería. Sinceramente hacía falta por el dinero. Cerramos varios meses ante el temor de contagiarnos de Covid-19. Era desesperante. Y el estar de nuevo esperando clientes coincidió con la llegada de personas al panteón”, contó Julieta sin dejar de mover los redondos objetos de maíz.

Pero desde hace un par de días, junto a su pareja, descubrieron un nicho de venta. “Igual en la mañana y en la tarde muchas personas al asomarse al local preguntaban si teníamos cubrebocas. Así, uno tras otro y sin dejar de hacerlo”, respondió sobre esa oportunidad de dinero.

Primero, narró, fueron por un paquete de 100 unidades de cubrebocas. “Y terminamos todos en un día. Compramos otro y dejamos a clientes sin ese preciado objeto. Por eso ya trajimos dos paquetes. Y la bolsa queda vacía”, destacó.

Cada uno de los cubrebocas en esa tortillería, y frente al panteón de la ciudad, cuesta ocho pesos. “Sinceramente son desechables... como para cumplir con el requisito pedido por las autoridades”, aclaró.

Son visitantes a Atlixco, y en algunos casos lugareños los responsables de comprarlos. “Sobre todos jóvenes quienes piensan no habrá problemas en la puerta principal. Pero ahí está un empleado quien primero pide eso... los preciados y codiciados cubrebocas”.

Julieta, sin ánimos apresurados, dijo posiblemente en los próximos días, conforme llegue el tiempo de Todos Santos, venderán como tortillas calientes esos objetos. “Dicen vendrá más gente, y muchos sin esa pieza. Y aquí cerca los tendremos. No deberán quedarse afuera o andar corriendo más lejos”, finalizó.

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