Alrededor de las 12:30 horas de ayer miércoles, familiares y amigos despidieron los cuerpos de los hermanos José Luis y Alejandro Rivera López, quienes la madrugada del domingo pasado fueron asesinados dentro de su vivienda, en el municipio de Acajete.
Desde la tarde-noche del martes, los cuerpos llegaron al domicilio donde fueron velados para que sus familiares pudieran estar con ellos y darles el último adiós.
José Luis “Pepo”, como lo conocían los amigos y familiares cercanos, dejó en la orfandad a un pequeño que apenas cumplió 2 años de edad, en el mes de diciembre. Él, en conjunto con su padre y su hermano, se hacía cargo de un negocio familiar, transportando el material de construcción que vendía en el local de nombre “Rigo”, ubicado en el mismo municipio de Acajete.
Por su parte, Alejandro, de 26 años de edad, estaba a punto de concluir la carrera de Medicina en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Recientemente había concluido una estadía de internado en el Hospital Civil de Guadalajara, por lo que tenía pocos meses de haber regresado a Puebla. De igual manera, el pasado mes de enero había ingresado a laborar a la Secretaría de Salud en el Hospital General de Libres.
INVESTIGAN AJUSTE DE CUENTAS
Policías ministeriales manifiestan que al parecer no se trató de un intento de robo, como se ha venido manejando, ya que al momento de hacer las revisiones correspondientes detectaron que se pudo tratar de un ajuste de cuentas, ya que al momento de hacer revisión en la vivienda se pudo encontrar dinero, así como pertenencias de estos dos masculinos.
Inclusive, vecinos que pidieron que se reservaran sus nombres, manifestaron que al momento de que los hampones lograron salir de la vivienda, se escucharon detonaciones de arma de fuego durante cinco minutos, de ahí que sobre la misma calle fueron encontrados más de 50 casquillos, aproximadamente.
De igual forma, revelaron que una camioneta blanca se estacionó en la esquina de la calle, misma que fue abordada por los delincuentes para huir con rumbo desconocido. Explicaron que los rechinidos de las llantas, las detonaciones y el ladrido de los perros fueron los que despertaron a quienes viven en la zona.